viernes, 2 de diciembre de 2011

La Oscuridad del Cine

Muchas de nuestras ciudades tienen cines. Unos cines son grandes y otros pequeños. En algunos lugares hay varios cines. Hay los cines de siempre y hay cines en hoteles u otros establecimientos similares.

Cada cine tiene su historia. Cada cine tiene sus secretos.

Este relato es un relatos de uno de esos cines. Un cine oculto, de una única sala. Un cine que permanece escondido a las miradas inquisitivas del turista que ajeno pasa por esa calle. Un cine digno de salir en uno de los programas de Iker Jimenez en Cuarto Milenio u otros parecidos.

¿Por qué lo es? Por los sucesos extraños que suceden en el cuando las luces se apagan y se inicia la proyección de las películas.

Ese cine se encuentra en Ciudad Rodrigo, en Salamanca, en una de esas ciudades medievales que hay en España. Una de esas ciudades dónde todos se conocen, o casi, y dónde las historias familiares se remontan a siglos atrás.

Aquellas personas que vieron o sintieron, que percibieron o descubrieron, en la oscuridad el secreto de la sala de ese cine no se atreven a contarlo salvo en susurros, para no ser escuchados y sobre todo escuchadas, pues nadie creería sus palabras.

¿Nadie? No, seguramente si existiese quién lo creyese pero seguramente se equivocaría en la verdad.

Todo empezó en tiempos remotos. Los antiguos habitantes del lugar descubrieron que allí se habría una puerta a otra dimensión, a otro mundo. Creyeron que era una entrada al mundo de los dioses, o de algún dios concreto. No se equivocaban. Era una puerta. Era una puerta a través de la que unos seres no muy diferentes a los demonios penetraban en nuestro mundo para tratar de tener descendencia en este. Una descendencia que les permitiese acceder definitivamente y reinar en nuestro mundo. En aquel entonces un poderoso druida consiguió cerrar la entrada, y todo quedó olvidado por todos salvo en unos viejos pergaminos de la época romana dónde se contaba la leyenda.

Pero la gente lo relegó al olvido. Y en su afán de construir y construir, fue alzando casas, palacios y otros edificios allí. Levantaron murallas. Pero olvidaron su pasado remoto, salvo en lo concerniente a héroes, riquezas y otras cosas semejantes. Olvidaron a las Sombras de la antigüedad.

Sin saberlo volvieron a abrir la puerta por el druida cerrada, y aquellos seres olvidados salieron al exterior.

El tiempo pasó Durante la época medieval sucedieron algunos incidentes misteriosos. Mujeres que denunciaban haber sido atacadas por algo o por alguien en la oscuridad. Las autoridades investigaron pero no descubrieron nada.

Todo volvió a olvidarse. Hasta ahora...

Empezó todo cuando una joven, Teresa, que había acudido de excursión con su colegio a Salamanca y tenían habitaciones en uno de los hostales de Ciudad Rodrigo, fue con una de sus amigas al cine.

Ir al cine puede ser relajan, puede hipnotizar e incluso dar sueño a la persona que allí acude.

Habían entrado despreocupadamente en la Sala del cine. De la misma manera se sentaron en sus butacas respectivas, una al lado de la otra. Sus ojos se centraron en la pantalla ya antes del inicio de la película. Se sentían muy relajadas. Era como si la película las estuviese hipnotizando.

Entonces una sintió como si unas manos comenzaran a tocarla suavemente. Le tocaban los brazos... Le tocaban los hombros... Poco a poco su cuerpo respondía a esas caricias cada vez más atrevidas... Sintió como si unas manos entrasen por el escote de su blusa... Estaba a punto de dejarse ir.... Se dio cuenta en ese momento de donde estaba... Se levantó de golpe asustando a su compañera y amiga... Y, rápidamente salió por la puerta...

Cuando su amiga llegó a su lado y le explicó lo sucedido esta no daba crédito a sus palabras.

- No había nadie en los asientos de atrás. Lo soñarías o lo imaginarías.

Ella sabía que no. No podía olvidar esa sensación. Y, su recuerdo todavía hoy la acosa por las noches.

Sin embargo, no es la única. Otras también han sido asaltadas por algo en las zonas cercanas a ese cine, peor sobre todo en su interior. Algunas pensaron en que alguna persona que se escondía lo hacía, pero nunca descubrieron a nadie ni antes ni durante ni después...




miércoles, 7 de septiembre de 2011

El Secreto

(Algunos de los nombres de este relato son reales y otros son pura ficción. Aunque los sucesos podrían estar basados en hechos reales nunca han sucedido en el lugar que se cuenta en este relato y, por tanto, son todos ficción a pesar de haberles dado un toque de realidad.)

La Biblioteca de Aldershot era el lugar al que prefería ir. Se podría decir que era su centro de operaciones. La biblioteca tenía dos salas y cuatro accesos, dos accesos por ascensor y dos por puertas. En la Sala Uno estaban los accesos principales, si se podían llamar así, eran los accesos que controlaba Richard Watson, el trabajador más antiguo de la biblioteca. Sin embargo, en la Sala Dos había otros dos accesos, aunque de ellos sólo la puerta funcionaba como tal.

Era allí donde él, Adan Holmes hijo de Sherlock Holmes (no el personaje de Doyle sino una persona real a la que le pusieron ese nombre en honor al personaje), iba a diario para estudiar, trabajar, y un largo etcétera de actividades que se podían hacer en una biblioteca.

Ese día estaba sólo. El sonido de unos pasos sonaba por la vacía biblioteca. Pasos que unas veces se acercaban y otras se alejaban. Sin embargo, a nadie se veía por sus pasillos.

Caminaba por el pasillo con dos libros en la mano: uno sobre la Teoría de la Relatividad, y otro sobre el Big Bang. Entonces vio una sombra escurriéndose por uno de los laterales. Sin dudarlo la siguió, pero no encontró a nadie.

Se sentó en su mesa habitual cerca de la ventana de la derecha en la Sala Dos, desde dónde podía ver a la gente que entraba allí a pesar de que una estantería molestaba su visión directa de la puerta. Hacía unos instantes había entrado Paula y se había puesto a trabajar con su ordenador en la mesa más próxima a la salida de la sala. Por otro lado, justo detrás de ella había otro joven también estudiando en otra de las mesas. Cerca de Adan estaba Josh Breeding mirando algunos libros de filosofía o quizá de religión o esoterismo, pues estaban todos en la misma área de la biblioteca. Eso era algo que Linda seguía sin entender del todo a pesar de que se lo explicaban continuamente.

Entonces entró Lorraine Monastery, como siempre, con sus apuntes. Adan sospechaba que se dedicaba a algo más que estudiar allí. ¿La razón? Sencilla. Había observado que se acercaban a ella algunos jóvenes en concreto dos: un joven desconocido y otro cuyo nombre era Vergil Clouds. Adan por experiencia sabía que allí pasaba algo no habitual, desde pequeño le habían adiestrado en observar los más pequeños detalles y, por eso, sabía que allí sucedía algo más. De hecho, no era nada habitual que estando estudiando y llegaba cualquiera de esos jóvenes. Después de intercambiar unas palabras saliesen un instante a las escaleras. Al menos, eso suponía Adan, pues nunca los siguió.

El joven desconocido había estado allí aparentemente estudiando. Adan creía que esperaba a Lorraine. Estaba seguro de ello, pero ella tardó en aparecer. Eran las 11:20 de la mañana.

Adan encendió su ordenador Apple y se puso a trabajar uno instantes. Estaba observando. Creía que lo que allí hacían era una tapadera de algo más importante. Si estaba seguro. No creía que lo que hiciesen fuese pasarse los exámenes a escondidas. Janet Sheen le había dejado constancia de ello al constatar que no se solían pasar papeles. Sin embargo, si parecían pasarse listas de libros y hablar de partidos de fútbol. Adan llego a la conclusión de que o estaban haciendo apuestas sobre los partidos o había drogas por el medio, pero antes de hablar con Linda tenía que asegurarse. No quería cometer un error, pues aunque las dos cosas eran un delito no estaban penadas de la misma forma.

El siguiente en entrar fue Vergil Clouds que se sentó en la mesa que tenía los periódicos. Mientras Josh que había salido fue a la parte trasera de las baldas en las que estaban las novelas. Era una actitud atípica, sospechosa, no habitual y que parecía estar esperando algo, pero ¿qué?

Lorraine se marchó rápidamente y Vergil lo mismo. El otro joven permaneció allí. Adan seguía observando. Observar era algo inculcado profundamente en su forma de ser, algo unido a su apellido Holmes. Era algo de lo que no podía deshacerse.

Josh cogió un libro de esoterismo. Eso a Adan no le gustó mucho le hizo sentir un escalofrío. miró por la ventana y observo los dos árboles de la entrada al edificio. Se fijó en la gente que pasaba, no vio nada fuera de lo normal salvo a dos hombres vestidos con un traje negro. "De una funeraria o quizá testigos de Jehová", pensó en un principio. Esa seguridad la perdió cuando desaparecieron de su campo de visión tapados por unas ramas.

De pronto escuchó un sonido que procedía de Station Road, parecían sirenas.

Supo en ese instante que era lo que debía de hacer. Tenía que descubrir a lo Sherlock Holmes que era lo que se traían entre manos esos jóvenes sin levantar sospechas. Y, al mirar a Josh se le ocurrió una idea. Por que no crear una cuenta en Facebook en la que se hiciese pasar por vidente para aproximarse luego a esos jóvenes y averiguar que hacían. El truco era conseguir que cometiesen un error, por pequeño que este fuese, que le diese la pista que Adan necesitaba.

Ese día Adan decidió actuar. No iría con su familia a Londres, tenía un plan y quería llevarlo a cabo. Adan ya tenía todo preparado. Días atrás mientras estaba en casa había comenzado a actuar. Fue la primera vez en su vida que lo hacía sin ser de forma ficticia pero sabía que era ahora o nunca.

Disfrazado siguió a Lorraine durante el fin de semana. Descubrió que todos los sábados en el mismo lugar de Aldershot, en frente a The Queen Hotel, la recogía un coche negro, con los vidrios polarizados, oscurecidos, para que no se pudiese ver quién iba en su interior.

Por eso mientras ahora la observaba trataba de evaluar esa nueva información. Cansado se levantó recogió sus cosas y decidió ir a Marks y Spencers, el paseo le serviría para pensar un poco.

Salió la biblioteca y camino hacía Sparkhall House siguió por Kingscare y cuando llegó hasta la joyería Hibbert ya había casi decidido que fuese otra persona la que desentrañase ese misterio, ese secreto. Adan nunca llegó a tomar la decisión definitiva pues cuando caminaba por Trafalgar Inn. un coche lo atropelló, y aunque no murió no ha podido seguir adelante con la investigación.

El misterio sigue abierto, pues los protagonistas salvo Adan siguen actuando en la biblioteca, pero ¿descubrirá alguien que secreto guardan?

martes, 30 de agosto de 2011

EL HOMBRE DE LOS ROSTROS. Primera Parte ( Dedicado a Sydney Newman, C.E. Webber, y Donald Wilson.)

Era la hora punta, cuando la gente se levantaba para ir a sus trabajos, a sus estudios. Cuando comenzaba el día. La gente entraba y salía de sus casas, de las oficinas, de las habitaciones. Era un nuevo día para toda aquella gente.

Sin embargo, toda la gente se había encadenado a esa forma de vida. Una de esas personas era Vanessa.

Vanessa caminaba por una de las calles de la zona vieja de Santiago de Compostela. Iba a sus clases a la Universidad. Mientras caminaba el móvil le sonó. Era su hermana Teresa.

- ¡Vaya! ¿Qué novedad que me llames tan pronto?
- Esta noche salí con unas amigas. Fue una noche épica. Llena de cosas muy interesantes y misteriosas.
- ¿Cómo qué cosas?
- Muchas cosas. Entre todas ellas un hombre muy extraño.
- Bueno, eso no es nada nuevo. Siempre conoces hombres o mujeres extraños. No es nada nuevo.
- Espero poder presentártelo... Si lo encuentro...

Teresa colgó con esas palabras dejando a Vanessa perpleja y preocupada. Practicamente no miraba por donde caminaba de lo ensimismada que iba. Entonces un hombre se frenó ante ella. Le enseñó algo que tenía en la mano. Y le dijo:

- ¿Qué te parece?

Vanessa no respondió sorprendida.

- ¿Ves lo que tengo en la mano?- dijo el extraño hombre.

Vanessa movió la cabeza negando. Entonces él se dio la vuelta y se alejó corriendo por donde había llegado.

Vanessa no le dio importancia y se fue a sus clases a la Universidad. Estudiaba psicología.

Cuando llegaba a la puerta un motorista pasó a toda pastilla y casi la atropella.

- ¡Conduce con cuidado! ¡Animal!

Él motorista se paró. Dio la vuelta y aparcando la moto se aproximó a Vanessa. Era Luis, uno de sus compañeros de clase.

- Perdona, pero quería coger el sitio para la moto antes que llegase algún listillo.
- Tienes que andar con más cuidado o matarás a alguien un día de estos- fue la respuesta de Vanessa.

La mañana fue pasando entre clases teóricas y otras prácticas. Hasta la última hora. En ella tenían que atender cada uno de ellos a un supuesto paciente. A Vanessa le tocó un hombre que decía padecer amnesia.

Vanessa caminó hasta la consulta de prácticas. Abrió la puerta. Allí estaba el hombre que había visto esa mañana. Era su paciente de practicas. Leyó el historial médico. Supuso que sería una actor que usaban para ponerles a prueba. Se equivocaba.

- Buenos días - dijo Vanessa-, dice en el informe que usted ingresó ayer con amnesia.
- Si, no soy capaz de recordar nada de mi salvo mi nombre. Y este rostro no es mi rostro. De eso estoy seguro.

Vanessa anotó en su libreta, "Posibles delirios".

- Y, su nombre es...
- Juan Suarez.
- Y como era antes su rostro.
- Tenía el pelo corto, empezaba a estar calvo, mi nariz era más ancha y mis ojos eran más expresivos.
- Y, ¿por qué cree que ese era su rostro y no el que tiene ahora?
- Es el rostro que tengo en mi mente, nada más.

Vanessa volvió a escribir algo. Luego, le preguntó como fue que perdió la memoria.

- Lo único que sé es que estaba paseando no muy lejos de aquí. Tenía que hacer algo pero no recuerdo qué era. Si sé que esto ya me ha sucedido antes.

Vanessa escribió, "Delirio recurrente sobre perdida de memoria y cambio de rostro".

- Bueno, le recomiendo reposar unos días. Relajarse y descansar le vendrá bien. Posiblemente haya recibido algún golpe, o por estress. Le sentará muy bien.

De golpe se escuchan gritos. Algo está sucediendo. Vanessa abre con precaución la puerta y mira al exterior.

- ¿Qué demonios está pasando?

Al mirar ve lo que parece un hombre vestido de extraña forma. Al fijarse ve que en realidad es una especia de reptil. Cierra la puerta asustada.

-¿Qué ha visto?- pregunta su paciente.
- Algo muy extraño. Un reptil que camina como una persona y va vestido de una extraña forma. Esto ya es demasiado. ¡Primero me encuentro con usted esta mañana cuando venía hacía aquí y ahora esto!
- Es imposible que me viera usted a mí. Llevo en el hospital desde ayer. Y hoy me trajeron a esta consulta. Me deja ver que es lo que ha visto.

El hombre se acerca lentamente a la puerta. La abre un poco y mira al exterior.

- ¡Vaya! ¡Problemas! Hizo una buena descripción. Una descripción brillante. ¿Cómo se llama?
- Vanessa.
- De momento seré para usted el Sr. Suarez. Si salimos de esta ya le diré mi nombre. Ese ser que ha visto es un Sitha. Actúan como controladores de la historia, y en algunos casos como policías del tiempo. Buscan seres especiales. Pero, ¿qué buscarán aquí? A mi no puede ser.
- ¿Cómo conoce a esos seres?
- Podría decirse que viajo mucho y que he visto muchas cosas. Lo primero debemos ir a un lugar más seguro que está habitación.

Vanessa piensa un instante. En el piso superior están los archivos, allí no entra nunca nadie. Es un sitio dónde nadie los buscaría.

- En los archivos- dice Vanessa.
- Bien, pero antes necesitaremos algo de comida. Daremos un pequeño rodeo.

El desconocido Juan saca un extraño aparato, abre la puerta lateral y salen por ella. Bajan por las escaleras y entran en la cocina.

- Un poco de comida nos vendrá muy bien - dice él.
- Entonces, vayamos al archivo.

Continuará...




miércoles, 27 de julio de 2011

JANE DOE

Los peregrinos entraban en la iglesia: todos ellos rezaban y sellaban sus credenciales en la iglesia construida en los inicios del s.XX. Estaban muy cansados muchos de ellos; no podían hacer nada más que escribir con las pocas fuerzas que les quedaban sus nombres en la lista ante mis ojos, mientras ellos me susurraban sus historias. Entonces apareció ella, silenciosa y como ningún otro, esperando su turno sin hacerse notar, apartada en una esquina donde sus rubios cabellos no llamasen mucho la atención, escondiendo la cabeza entre sus rodillas mientras parecía rezar. En su rostro se veía un profundo dolor, un dolor que parecía que le era insoportable, y cuando le llego su turno en medio de los otros peregrinos no quiso poner su nombre.

- Prefiero no ponerlo –dijo con una extraña seguridad en su voz-. Escribe en su lugar “Persona Anónima”, pues yo estoy cansada y no puedo escribir.

Sus ojos y su rostro tenían un extraño magnetismo que hacía que la mirase sin parar, mientras escribía lo que me solicitaba, mostrando un extraño interés por la razón que la llevaba a solicitar eso; ella miró a su alrededor y volvió a sentarse en uno de los bancos, su presencia allí, silenciosa, me hacía sentir una extraño escalofrío recorriendo la espalda.

- Hola –le dije acercándome a ella cuando el resto de peregrinos se habían ido-, ¿qué necesitas?

Me miró alzando suavemente su rostro, como si yo fuese un mensajero de la divinidad. Luego soltó un gemido que sonó en un susurro como el lamento de un alma errante, para luego decirme:

- Reza por mí.. – dijo tristemente,y con un toque de desesperación que me llamo la atención- Y reza por mi padre, pues llevo sus cenizas conmigo haciendo este Camino que él siempre deseo hacer.

La expresión de su rostro era tremendamente dolorosa: prácticamente dejaba ver la expresión de su alma, un alma que parecía en pena; un alma que parecía atormentada por un sufrimiento ardiente. En silencio asentí con la cabeza, mientras le prometía rezar por ella.

Durante unos instantes me miró a los ojos: sin que ella hablase sentí sus pensamientos en mi mente. Me agradecía mi cortesía.

Seguidamente se levantó, se dio la vuelta y cogiendo su mochila salió por la puerta de la iglesia buscando las sombras para mantenerse en medio de la mayor oscuridad posible bajo los rayos del sol.

Se hizo un largo silencio cuando ella dejó la iglesia. Entonces vi que se había dejado un papel allí; en el papel aparecía una petición:

”RECE POR MI Y POR MI PADRE UN PADRE NUESTRO.”

Salí corriendo al exterior para ver si la veía. Pero en el exterior no había rastro de ella. Nadie la había visto, ni otros peregrinos ni tampoco en los Albergues de la población.

Ahora no recuerdo de dónde me dijo que era, y tampoco no recuerdo el mes en que pasó, pues otros peregrinos y peregrinas pasaron hacia Santiago, pero si recuerdo que era de algún lugar de la costa mediterranea de España.

Días después hablando con otro peregrino me contó que en otras parroquias si recordaban el paso por allí de esa mujer joven, misteriosa. Que llevaba a Santiago las cenizas de su padre y cuyos rubios cabellos parecían hipnotizar a todos aquellos que estaban cerca de ella.

¿Quién era? ¿De dónde era? No lo sé, pero algo me dice que no era una peregrina como el resto, que en ella había algo más. En ella había algo inquietante y misterioso, quizá en Santiago lleguen a saber de esta Jane Doe más que yo he podido saber.


martes, 22 de marzo de 2011

"ISABEL" (El Lobo Blanco 5)

El viento nocturno y frío que llegaba de la montaña acariciaba como un amante el rostro de una joven. hacia mucho que no experimentaba esa sensación de libertad, de renacimiento, de esperanza que por alguna razón la embargaba. Su libertad era en este momento forzada, cubierta por un oscuro manto de tristeza. A su alrededor se sentía una sensación de ahogo, de frío invernal o de sofocante calor.

Cubierta con un grueso abrigo recorría las calles encharcadas y solitarias de Oviedo. Presentía un peligro como un perro lo presiente antes de huir en silencio. Se dirigía a una antigua casa, cerca del cementerio, en cuyo interior había encontrado la paz que necesitaba. Con una llave hace girar la vieja cerradura. Al abrirse la pesada puerta de madera, aparece un corto pasillo oscuro; al final del que hay una puerta blindada.

Cierra la puerta tras de si.

Al pasar bajo la luz que ilumina la puerta siente miedo. Se estremece al recordar la desaparición de Nerea. Recuerda el comportamiento casi brutal de esta frente a Berto y Juan la noche antes, parecía poseída.

Recuerda como su forma de actuar cambió cuando los dos jóvenes se fueron, cuando sus voces y pasos se perdieron en la oscuridad silenciosa de las calles de Avilés.

Isabel fue a la cocina. Se acercó a la nevera. Se agachó a coger un sandwich que calentó en un microondas.

¿Qué habría sido de ellos? Nadie le dijo nada, tras salir del hospital. ya tenía bastante con lo suyo. Había estado inconsciente un día completo y la desesperación por el placer perdido había hecho mella en su mente, la había inundado. Fue su resistencia y tesón lo que la salvó entonces.

No sabía la razón pero en todo el día no había podido sacarse de la cabeza la desaparición de Nerea. Se sentía intrigada, pero ¿quién la ayudaría? Quizá ese borroso recuerdo de aquel hombre desnudando a Nerea había sido verdad y no un juego de su mente como le habían hecho creer. Si era real, todo era mucho más grave de lo que parecía.

Tenía una extraña intuición. Había algo sobrenatural en aquel caso.

Durante la noche le fue difícil conciliar el sueño, las sensaciones del día en que desapareció Nerea volvieron en parte a ella. Sentía otra vez aquella excitación. Al despertar a la mañana siguiente, despertó con la sensación de haber repetido lo que hizo aquel día.

La mañana era clara. El cielo azul cubría todo y el sol calentaba los corazones aquella primavera.

Dicen que hay cosas que "nec pueri credunt", que creer en ellas es una ofensa, una muestra de una mente débil. Ella sentía necesidad de investigar a fin de que todo el mundo sepa que parte de lo que ella recordaba era real, y que era falso.

A Isabel no le habían dado la posibilidad de defenderse cuando despertó y contó lo que recordaba no la creyeron. Simplemente la enviaron a una cura de reposo. Pero dijo Festo tiempos atrás: "No es costumbre de los romanos condenar a un hombre antes de que el acusado tenga a sus acusadores delante, y de que se le haya dado la libertad de defenderse", ahora Isabel iba a buscar pruebas para defenderse de lo que entonces la acusaron.

Después de un duro trabajo consiguió que un abogado de Madrid le sacase una copia de la investigación por la desaparición de Nerea. Fue entonces cuando se enteró que Juan, su novio, y Roberto habían desaparecido también en fechas siguientes a la desaparición de Nerea hablando de "algo" que los perseguía. Sólo el hermano de Juan permaneció en Avilés un año y luego se fue. Decidió que buscaría a Sergio para que la ayudase en su cruzada. Eso si lograba encontrarlo, pero para eso estaba Internet y las redes sociales.

Salió de casa, cerró como siempre puertas y ventanas. Bajo su brazo una carpeta y dos libretas. Eran las nueve y media de la mañana, y se dirigió hacia la Biblioteca Pública Estatal de Oviedo, también llamada Biblioteca de Asturias "Ramón Pérez de Ayala". Allí había ordenadores y podría hacer su investigación.

Cuando llegó a la biblioteca reinaba el silencio, casi le pareció una sorpresa ver al encargado de la biblioteca sentado detrás del mostrador.

Isabel suspiró y le hizo una seña par solicitar el uso de uno de los ordenadores. Aún estaba esperando cuando oyó unos pasos cerca. Se giró y entonces lo vio.

Vestido con una pulcra y estudiada sencillez reconoció a uno de esos seres que sólo aparecen en los libros. Por su aspecto, cara hermosa y delicada, y sus ojos brillantes, sólo podía ser una de dos cosas, o un vampiro o un licántropo; y sino lo era sabía parecerlo.

Él la miró de forma desconcertada pero intensa. Durante un instante pensó en lanzarse sobre ella. Pero algo en aquellos ojos lo detuvo, reconoció en Isabel algunas de sus propias características. Saludó, cogió un libro y se sentó en una mesa.

Isabel, temblorosa, consiguió el ordenador. Ahora más que nunca el recuerdo de Nerea brilló en su mente tanto como todo este tiempo en el que se había alejado del resto de la gente. La razón era que cada vez que se miraba a un espejo veía sus propios ojos oscuros y terribles.

Envió un correo electrónico a Juan, aunque sabía que no tendría respuesta, lo hizo tras buscar en la lista de contactos a Sergio. Creía recordar una conversación de los dos hermanos y tenía la esperanza de que Sergio viese su mensaje.

Luego fue y cogió varios libros de vampiros. Sacó una libreta de su mochila, se sentó en una mesa frente al joven que vio antes y comenzó a escribir. Era lo mínimo que podía hacer mientras esperaba respuestas.

Al cabo de un rato, cuando más concentrada estaba en el relato que escribía, el joven aquel se acercó a ella, curioso por ver que escribía en medio de tantos libros de vampiros. Leyó por encima de su hombro lo que ella escribía; luego se apartó hasta una estantería. El texto que ella escribía era muy bueno, muy realista, y no como otros que tenía ante ella.

Siguiendo un impulso se sentó en la misma mesa, frente a ella.

- ¡Hola!- dijo en un susurro, para no molestar a la otra gente que había en la Biblioteca- Siento lo de antes si te asuste... Parece que te gustan los vampiros, ¿no?
- Si, a lo mejor llego a cazar alguno- dijo Isabel en un tono gracioso, pero también en un susurro.
- Hay muchas formas de cazarlos, y tú lo haces sin matarlos. Escribes sobre ellos, ¿no?
- Así es. Estoy escribiendo un relato para n concurso.
- ¿Puedo leerlo? Soy buen crítico.

Isabel le enseñó la libreta, y él pudo completar su lectura inicial del texto.

- Eres buena escribiendo. ¿Sabes como será tu vampiro?
- Si, posiblemente se parezca a ti, como premio por el susto de antes.

Él percibió que su halago no había dado el resultado esperado. Al contrario, fue él el que se sintió halagado al ver que se atrevía a incluirlo en un relato, nutría su vanidad; y él, al contrario que los de Anne Rice, era muy real. Por eso decidió que ella merecía vivir, más aún buscaría su amistad.

- Bueno, te dejo seguir. Espero no ser un mal vampiro y no decepcionarte - Le dijo a Isabel a modo de despedida-. Ya me enseñaras lo que vayas escribiendo, suelo estar por aquí todos los días.
- Ya veremos...

Cuando la biblioteca cerró, Isabel salió como siempre, ocultándose en las sombras. Siendo una sombra más acechando a su alrededor mientras iba a casa.

De golpe, en una esquina, chocó con alguien. Era aquel joven. Le habían dado una paliza y se incorporaba cuando tropezaron. Isabel lo ayudó y lo llevo a su casa. Fuera o no un vampiro para ella era alguien que necesitaba su ayuda. Él agradeció su ayuda. Ahora sabía que ella también se ocultaba en la oscuridad como hacía él.

"AL OTRO LADO DE LA OSCURIDAD" (El Lobo Blanco 4)

Un día más, Nerea empezaba a despertarse, durante la noche no había dejado de dar cabezadas sobre las páginas que tenía ante ella: un guión de teatro y el inicio de un capítulo de la novela que estaba escribiendo. Sus ojos vagaban a su alrededor preparándose para le nuevo día. Vio entonces subrayada una fraseen en el guión. la leyó, se centró y la meditó.

Se congratuló de sentir todavía el calor de su cuerpo, un calor que no hacía mucho había descubierto. Ahora volvía a ser libre, ya no era una sombra que se movía sin conciencia, sin voluntad, al servicio de aquel ser oscuro que todavía la perseguía.

Nerea a duras penas fue hasta el cuarto de baño. Las palabras de aquella frase del guión las había visto antes. Las había leído tiempo atrás en un correo electrónico. Sabía que el cansancio que la envolvía no era normal. Sentía que estaba condenada a algo y que no todo el dinero del mundo la podía salvar de la destrucción o de la conversión.

Miró al espejo. Allí estaba reflejada y viva.

Entonces vio algo en su cuello. Parecía un mordisco o un chupón, y sintió como si fuese a perder la vida, ¿qué había sucedido? ¿Cómo había llegado a esta situación?

Ella no era capaz de recordarlo.

Decidió dejar la mente en blanco. Vio un rostro y recordó un nombre, Isabel.

Nada más podía recordar de su pasado.

No recordaba que una mañana estaba con Isabel en el piso de la calle Llano Ponte en el que vivía. Era la primera vez que la madre de Nerea las dejaba solas. Conociéndola Nerea sabía que era posible que pasasen el día entero solas. Al menos, tenían dinero para unas pizzas.

Estaban solas y sentían que debían hacer algo. Trataron de estudiar, de leer, pero era pronto y se aburrieron.

Todos sabemos lo que hacemos si estamos solos y aburridos, nos ponemos "investigar" a recorrer la casa o el piso y mirar en los más oscuros rincones. Nerea casi había olvidado el terror que había vivido en aquel piso. Ahora sólo la acosaban los sueños.

Buscando así encontraron tres cosas: dos cintas de vídeo, y una extraña caja con extraños objetos guardados que no sabían para que servían.

Desayunaron mirando una de las películas, era una película romántica de Richard Gere. Nunca habían tomado alcohol. Así que fueron a un estantería y cogieron una botella que podía ser tequila o ron, pues ni siquiera Isabel pudo discernir de qué era. Se sirvieron un vaso cada una, pero al llevárselo a la boca vieron que tenía una sabor muy fuerte, que a Isabel casi la hace llorar. Así que mezclaron Coca Cola, de esa forma sabía mejor.

Nerea puso la segunda cinta de vídeo mientras Isabel se conectaba a Internet. Un escalofrío sacudió sus cuerpos. Solas en casa podían hacer lo que quisiesen. Mientras la cinta se ajustaba entraron en el correo electrónico. Allí Nerea tenía un mensaje. Allí aparecieron las palabras del guión de la obra que en la actualidad tenía en sus manos. Por él mensaje quedaron las dos atrapadas en un hechizo malvado.

Entraron en el messenger y habían conectado la webcam cuando escucharon un jadeo. Miraron la pantalla y se quedaron paralizadas al ver a una mujer haciendo cosas desconocidas para ellas. Eran los trailers de inicio de la cita y volvieron centrarse en el ordenador.

Se sentían extrañas.

Salín todavía los jadeos del televisor pero no había comenzado la película. Sus respiraciones se estaban agitando. Sentían l boca seca. Un joven les había pedido permiso para verlas por la cam, y les comentaba cosas que las hacía sentir atraídas por lo que saldría en la película.

Veían como una chica que parecía de su edad se acariciaba y tocaba con un objeto alargado.

Se olvidaron de la webcam, se centraron en la película. En la caja que Isabel había encontrado había unos objetos como el que tenía la chica de la película.

Los tomaron en sus manos.

- Son suaves- dijo Isabel.
- Sí, ¿cómo se sentirán hay abajo? -añadió Nerea.
- Parece que bien, sino mira a la chica de la película.

Se dejaron llevar entonces. Sin oponer ninguna fuerza. No sabían lo que hacían. Mientras aquel que había perseguido a Nerea las miraba a través de la cámara web y sonreía. La energía que las jóvenes desprendían lo embargaba.

Formas rojizas comenzaron a cobrar forma y cuerpo, a salir de las esquinas más oscuras. Todo se desconectó salvo el ordenador. Los rojizos seres las rodearon. Hicieron subir el calor de sus cuerpos y mentes. Luego hicieron que se debilitasen por el placer , perdiesen la consciencia, y quedasen inertes en el sofá. Aún se sentía en el ambiente el olor de la excitación, y un intenso calor.

Un ser oscuro y maligno se materializó desde el ordenador. Le quitó la ropa totalmente a Nerea, y pensaba hacer lo mismo con Isabel. Colocó la ropa de Nerea sobre el sofá en la posición que tendría si lo hubiese tenido puesta. Seguidamente cogió a la inconsciente joven en sus brazos y se desvaneció antes de poder oír abrirse la puerta del piso.

Tampoco escuchó el grito de la madre de Nerea al encontrar a Isabel medio desnuda sobre el sofá y a su lado las ropas de Nerea colocadas como si su cuerpo se hubiese evaporado. Eso salvó a Isabel que terminó en el hospital.

Mientras el oscuro ser llegó con Nerea a un lugar muy especial. En aquel lugar reunía la asamblea fatal, la asamblea de sus víctimas, un lugar que haría palidecer a cualquier policía y dejaría impresionado a cualquier asesino en serie. Allí había una serie de sillones y en cada uno aparecía sentada lo que parecía ser la estatua de una joven mujer. Todas habían sido verdaderas mujeres. Ahora la mayoría de ellas ya no eran más que hermosas carcasas de oro en cuyo interior estaban los huesos de aquellas que habían caído en las manos de ese ser. Si alguien hubiese entrado y lo hubiese visto, vería a los pies de cada sillón una inscripción con el nombre de quién había ocupado el asiento y de quién ahora lo ocupaba, con la fecha de nacimiento de cada una de ellas.

Dos sillones aparecían vacíos en uno debería estar Isabel, pero ésta se había salvado de llegar allí. En el otro aparecía ya el nombre de Nerea. A él la ató con hechizos para que no se pudiese levantar de él. Como al resto le colocó una piedra de amatista en la frente y la hizo mirar hacia una esfera piedra también de amatista que estaba en el centro de aquel lugar.

Era a través de esa bola como terminaba definitivamente con sus vidas y las hacia desaparecer atrapando en ella sus espíritus.

Fue el ser oscuro a por oro liquido y comenzó a cubrir con él a Nerea dejándole espacio para respirar, alimentarse, ver, oír y el resto de funciones vitales.

Nerea recobró la consciencia a tiempo antes de que el oro se secase sobre su piel. Ahí, en ese instante era donde ella comenzaba a recordar.

Recordaba como le faltaba el aire.

Recordaba lo que la parecieron estatuas de otras mujeres hasta que se miró las manos y comprendió la verdad.

Recordaba como antes de que aquel ser volviese consiguió levantarse de la silla. Y, en ello fue la primera en conseguirlo.

En su mente aún se veía huyendo por una cueva, cada vez más cansada. Recordaba ver la selva del exterior y lanzarse a las aguas de un río para sacarse e oro que cubría su piel.

No estaba en España. La flora y la fauna le decían que estaba en América.

Recordó que no fue hasta que la encontraron perdida en la selva no supo en que país estaba.

miércoles, 2 de marzo de 2011

"EL ÁNGEL CAIDO"

Ningún texto religioso nos ofrece una idea clara sobre el Demonio. Desde el Antiguo Textamento a obras más actuales no se ofrece una idea clara de qué o quién es el Demonio. Se nos presenta unas veces como un espíritu nocivo, tentador, hostil al plan de Dios, pero en otro punto se añade que tiene acceso a la corte celeste. Nos lo presentan como la engañadora serpiente del Paraíso o el Gran Dragón del Apocalipsis. Y, a veces, la propia religión pecó de llamar demonios a los dioses ancestrales de los pueblas. La imprecisión de las interpretaciones permite suponer que la verdad puede ser muy distinta, sobre todo porque nadie ha hablado con el Demonio, Satanás o Lucifer, ni tampoco no Dios o los Ángeles en nuestros días. Seguro que las versiones diferirían en algunos puntos pero seguro que nos brindarían la posibilidad de una historia que bien podría ser ésta. Una historia que fue encontrada por mi Jean Vigid en un recóndito lugar del norte de Canadá.

"Los primeros seres creados por Dios fueron los ángeles, los creó en oleadas y éstos se organizaron en una suerte de jerarquías. Entre ellos había uno cuyo nombre se ha olvidado pero que podríamos llamar Luthanas. Se cree que fue el primero o uno de los primeros en aparecer, y que era el más poderoso o uno de los más poderosos. Durante eones él y sus siete hermanos crearon el Reino Celestial por orden de Dios. Cada uno de ellos según le concernía su mente y conocimiento, y Dios estaba conforme con su forma de actuar.

El Reino Celestial sufrió una perturbación cuando le fue comunicado el plan de Dios. Hubiera sido algo efímero de no ser que cierto punto hizo mella en el interior de Luthanas, y la duda se convirtió en un equivoco orgullo que ensombreció su alma.

Llegado el momento Dios los llamó. Les pidió que se postraran ante el Hombre, que lo ayudaran y aconsejaran, pues su Hijo sería un hombre.

Una terrible tormenta estalló, pues Luthanas se negó a postrarse ante ningún hombre. Nadie necesito decir nada. Y. Luthanas fue apartado del resto durante un tiempo.

Cabría pensar que se corregiría su conducta; de alguna forma, no fue así, pues se sintió ultrajado.

El tiempo fue pasando. El mundo se creó con todas sus criaturas. El Hombre, Adán, apareció por obra de Dios y los ángeles fueron convocados en tornó al Edén. Su misión era cuidar esa creacion.

Se dice que la serpiente era la más inteligente de las bestias creadas. Y, Luthanas quiso vengarse de Dios, por su afrenta, a través de los hombres. Así que engañó a la serpiente para que llegado el momento hiciese que el hombre comiese del Árbol Prohibido del centro del Edén. La paz del Edén fue así rota.

Dios castigó al hombre, a la mujer y a la serpiente, y a la descendencia de estos. Parecía que Luthanas no sería castigado esta vez, más cuando Dios llamó al Reino Celestial a los ángeles la serpiente se enroscó en las alas de Luthanas, lo mordió en el cuello y así Luthanas cayó de vuelta a la Tierra.

Enfermo por el veneno perdió las plumas de sus alas. Se volvió oscuro; y como una enfermedad el Mal se apoderó de él en su debilidad.

Dios vio lo sucedido, y comprendió todo, y dijo: " Y tú, Luthanas, que fuiste de los primeros, también serás el primero en encarnar el Mal que todoslos seres del mundo albergan en su interior. Tú los tentarás para hacerlos caer, y aquellos que sean puros, aquellos que busquen la pureza y los que me sean fieles te rechazarán. Tú nombre será olvidado y otros nombres te darán acordes con tu nueva existencia. Ese será tú cometido hasta el Fin de los Tiempos. Así, sea."

Luthanas desde ese momento acató la nueva orden de Dios.

Desde entonces a muchos ángeles guardianes confundió en su cometido para unirlos a él, para convertirlos en seres oscuros como él, lo hizó haciendo que se unieran a las Hijas del Hombre. Los corrompió, y lo llamaron, El Corruptor. A otros ángeles los convirtió también, y al final estalló la primera gran guerra entre los ángeles y los demonios. Una guerra larga, muy larga de la que los hombres tienen lejanos recuerdos, y que terminó en tiempos del Diluvio.

Sin embargo, no hubo victoria ni derrota. No hubo vencedores ni vencidos, y desde entonces hasta hoy en día, siguen teniendo sus pequeñas batallas por el alma de cada uno de los seres humanos, y el destino del mundo."

"ALAS DE ÁNGEL"

Este no es exactamente un relato de terror, pero lo he colgado aquí igualmente. En este relato cualquier nombre que coincida con un nombre real o hecho es pura casualidad. Los versos del inicio si son versos reales han salido de los Salmos, de la Biblia, y cualquiera puede encontrarlos.

"Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Pues de mensajeros le sirven los vientos,
el fuego llameante, de ministro."

Con esos versos escritos en un libro encontrado en su parroquia, Saúl se enteró como otros antes que él de cuál sería su trabajo en este mundo.

Saúl era párroco de un pueblo castellano, La Torre del Cielo. había sido seminarista en Santiago de Compostela y Salamanca, y había sido ordenado sacerdote, cosa no muy usual, en Roma. Le interesaban profundamente los textos bíblicos y vivió durante cinco años en, como dirían en el medievo y aun muchos hoy en día Tierra Santa. Allí vivió al estilo de Jesús, recorrió sus caminos desde el inicio en Belén hasta llegar al final en Jerusalén; y posteriormente al lugar donde sus discípulos lo vieron por última vez antes de ascender a los cielos. Siguió los pasos de los diversos personajes bíblicos, desde los evangelistas a los profetas, desde Jesús hasta Abraham. pero fue llamado a Roma, y después de tenerlo seis meses entre los libros de la Biblioteca Vaticana fue enviado a España.

A Saúl no le interesaba para nada el poder, y aún pudiendo progresar, desechaba cualquier impulso en ese campo, lo veía como una tentación. Era una persona sensata que no deseaba darse a ver.

Toda su progresión vital y académica fueron las que lo llevaron a aquel pueblo. Allí fue puesto de párroco de un pueblo casi vacío, o eso parecía. Allí vivían ángeles que estaban aprendiendo a actuar como tales. Y ,él, Saúl, había sido elegido para cuidar las almas de las personas vivas y físicas que eran esos ángeles, para buscar a otros ángeles y guiarlo a ese lugar y al encuentro con Dios, pues él los había enviado por alguna razón a este mundo.

Aún era de noche en La torre del Cielo. No hacía viento. El silencio rodeaba la iglesia cuyo patrón era San Miguel. Hacía unas horas que había sido la misa. Saúl se acordó de la joven destinada a ser un ángel que había perdido hacía ya varios años.

Escuchó entonces un murmullo lejano. El cuerpo de Saúl tembló como si sufriese en escalofrío. El murmullo llegaba del oeste, de más allá del océano. Una imagen comenzó a formarse ante él traída por ese murmullo desde algún lugar lejano. En la visión vio una ciudad cerca del mar, en ella pronto apareció una plaza con dos palomas gigantes, o eso le parecieron. Reconoció el vinculo con el ángel que había perdido hacía unos años, con el ángel en el que había pensado momentos antes. Una ráfaga de viento lo cegó, y al reabrir los ojos se encontró caminando por calles con tiendas podres y vendedores ambulantes que ofrecían diversas cosas, desde ropas a alimentos. La mayor parte de los habitantes eran indígenas americanos, no excesivamente altos pero tampoco bajos, que le recordaban a Saúl a los incas, aztecas y mayas que en otra época habían sido los señores del continente americano. Aquellas gentes sonreían mientras él seguía su camino.

Entonces la vio. La joven destinada a convertirse en ángel, la joven mujer que ya era un ángel pero que parecía dispuesta a entregarse a la oscuridad. Vio Saúl como se oscurecían las ropas del nuevo ángel y temió verlo convertirse en demonio. Ese era su mayor miedo. La siguió por varias calles, no sabía si ella lo percibía o no, pero todavía no era capaz de reconocer la ciudad en la que estaba.

La vio orgullosa y solitaria mirando a través de las rejas de un colegio, que debía estar cerca de sus casa, a los niños y niñas jugando. Luego la vio cerca de una especie de polígono industrial y creyó leer un nombre en un rótulo "SIDERPERU", ¿existiría esa empresa? Saúl no lo sabía.

Saúl sintio a otra presencia cerca de la joven, una presencia malvada que se relamía dejando ver su deseo de convertir al ángel. L oque al principio habia sido un murmullo para Saúl, ahora era el rumor de muchas voces. Vio que ya le quedaba poco a la joven para convertirse en un ángel.

Más el tentador mal la perseguía como una oscura sombra. Saúl le cerró el paso a oscuro ser.

La joven entró en una casa, sonriente, mostrando al creador la esencia de su verdadero ser y su alma luchadora, viajera, indemne al final en su lucha. Saúl sabía que había llegado el momento, ahora sabía donde estaba su ángel perdido, en Villa El Salvador, en Lima. Ahora su ángel se convertiría, y él podría verlo. Lo había salvado en el último instante, pero eso Saúl sólo lo intuyó un instante.

Vio como la joven se recostaba en su cama, luego perdía la consciencia, y salía de su cuerpo un primer ser astral. Era este ser una suerte de virgen feliz que a su vez se encogió como rezando. Saúl estaba feliz, un nuevo ángel estaba naciendo, un nuevo ángel para inscribir en el libro. Vio como comenzaban a surgirle las alas, unas bellas alas azules y doradas. Vio como la joven terminaba su transformación y en un último esfuerzo se estiró glorioso y hermosa, con sus largos cabellos castaños y sus alas extendidas.

El ser oscuro aulló vencido. La luz del alma de Saúl lo había detenido. Y había visto como aquella joven a la que creía en sus manos había huido de su tentador poder. Las llamas surgieron a su alrededor y desapareció para no volver a acosar al nuevo ángel.

El ángel flotó en el aire y se acercó a Saúl. Su voz resonó dulce en el silencio. Dijo su nombre, "Mirietel". Después la forma angelical desapareció, y quedó sobre la cama la incosciente forma de la joven. Una joven que ya no era una simple humana, una joven que ahora era un ángel y llegado el momento sería llamada a cumplir su misión como tal. Lágrimas de alegría recorrieron las mejillas de Saúl. Había podido proteger al ángel tal y como había deseado desde un comienzo.

La visión terminó. Saúl inscribió el nombre en el libro. Estaba muy cansado y débil. Pronto comprendió que no podía moverse por el esfuerzo de salvar al ángel. No le asombro: al contrario, le parecía antinatural haberlo hecho con tanta facilidad. Se descubrió rememorando toda su vida hasta que cayó inconsciente ante la imagen de San Miguel, el patrono del pueblo.

Le pareció que el mundo se iba atenuando poco a poco en su mente. Volvío a sentir terror, miedo. De pronto, todo pasó, acto seguido, sus ojos se abrieron desmesuradamente, un brillo dorado lo rodeaba. Él también había cambiado. Miró hacia la imagen del Arcángel Miguel en el retablo, parecía que le sonreía y Saúl asintió.

A la mañana siguiente, cuando llego el sacristán para abrir la iglesia a los fieles. Vio a Saúl inconsciente; le tomó el pulso con mucha atención, era un pulso débil.

Sintió que allí había pasado algo incomprensible. Llamó a una ambulancia, y Saúl fue llevado al hospital mas cercano a la población.

"EL CORSARIO DEL OLVIDO" (El Lobo Blanco CAP.3)

Juan tenía la sensación de que debería estar en otro lugar. Vivía en Santiago de Compostela, pero no era capaz e recordar ni quién era ni como había llegado allí. Había pasado varios meses en el Hospital de Conxo hasta que fue capaz de volver a hablar. Lo habían encontrado en el interior de la Catedral, inconsciente frente al altar mayor. Nadie consiguió saber como llego allí, y Juan tampoco lo recordaba. De su pasado Juan sólo era capaz de recordar un profundo terror y oscuridad, pero nada más.

Se hizo escritor, y sus textos podían ser demasiado realistas, y algunas veces con un realismo tan llenos de magia que se quedaban marcados en la mente de quién los leía.

Tenía extraños sueños, algunas veces oscuros, y él los convertía en grandes relatos e historias que como un nuevo Lovecraft ofrecía a todo el que deseaba leer algo nuevo..

De hecho, el nombre de Juan de Compostela se hizo conocido en los grupos más selectos y extraños. Sus relatos eran increíbles y su trabajo en la Editorial Follas Novas había revitalizado a esta.

Por otro lado, el obispo de Santiago lo había propuesto para pertenecer a la Orden de Santiago. Aún así todos los que lo conocían percibían en él un secreto oculto. Era cierto, pues lo tenía aunque no lo sabía.

Se sobresaltó al escuchar sonar el teléfono. Poca gente lo llamaba y él no sabía a quién llamar. Descolgó e iba a hablar cuando escuchó desde el otro lado unos gritos escalofriantes y agónicos.

Colgó rápidamente. ¿Qué significaba eso? Si era un broma, no era de buen gusto. Se sintió sorprendido al recordar de golpe una cara. La cara de una hermosa joven a la que no podía dar nombre. Sólo recordaba que ella también había gritado.

Una eterna oscuridad, una oscuridad fría como el acero de una espada, asolaba su mente cuando trataba de recordar. La mayor parte de lo que recordaba , de esos flashes, de esas imagenes, lo ponía por escrito. Inexplicablemente le recordaban los terroríficos relatos de H. P. Lovecraft y no se atrevía a mostrárselos a sus jefes para publicarlos. Sólo recordaba algo oscuro, misterioso y maligno a lo que él opuso una fuerte resistencia

Sin embargo, todas las noches al llegar la madrugada el teléfono sonaba. Lo denunció. Cambió de número. Nada sirvió para acabar con esas terroríficas llamadas. Comnezó a tener miedo en la noche.

En maldito teléfono le impedía dormir.

Tampoco se atrevía a salir de casa por la noche. había visto un hombre siguiéndole un atardecer. Desde ese día a las seis estaba encerrado en su casa.

No salía a partir de esa hora.

No hablaba con nadie a partir de esa hora.

A partir de esa hora trabajaba a través de Internet, desde casa.

Se sentía perseguido, acosado.

Casí no podía dormir, pero sí pudo acabar la primera parte de su libro con recuerdos fragmentados. Estaba compuesto de textos tan terrorifícos que hasta a los editores les daba miedo la posibilidad de publicarlos.

"Demasiado reales", decían unos y otros.

Pero Juan seguía viviendo su nocturno tormento.

" PRESENCIA EN LA OSCURIDAD" ( El Lobo Blanco CAP. 2)

Vagamente recordaba su nombre del pasado, Berto o Roberto. Vio castillos de antiguos reyes que eran como él mismo ruinas. No obstante, aún en esas ruinas había vida. Necesitaba volver pero nada sabía de Juan o de Nerea, tampoco sabía nada de la novia de Juan y sólo recordaba fugaces destellos de Sergio.

Sergio había tratado de ayudarlos a través de su hermano. Pero la fatalidad impidió cualquier ayuda, cerrando el paso a quienes intentasen salvar sus almas atormentadas.

Sin embargo, algo lo llamaba otra vez desde Avilés.

Berto se encontraba de pie, mirando por la ventana de su piso en Madrid. Su último recuerdo fue para Nerea. La última vez que la vio no era ella misma, era un monstruo que gritaba obscenidades.

Sacudió la cabeza., tratando de olvidar esa última y siniestra visión de Nerea.

Desde que aquel ser los atacó había recorrido senderos que nadie recorrería ni siquiera de día. Había sobrevivido y se ocultaba en Madrid, en un piso cerca de la Puerta de Guadalajara aunque tenía otros en cada una de las doce puertas de la ciudad. Todos esos pisos eran parte de su herencia y serían la herencia que dejaría a sus descendientes.

Había sobrevivido. Eso era todo. Todavía no podía comprender como había sobrevivido, pero lo había hecho.

Se concentró en observar los matices grises tan particulares de las nubes. La noche sería oscura, fresca. Las calles de Madrid parecía que lo llamaban a partir, a volver a Avilés, peor había decidido no volver jamás allí. Desde aquel ataque sentía como una sombra lo buscaba en la tierra que había abandonado. Debía ser valiente, fuerte. Sin embargo, algunas noches gritaba de terror ante el miedo de sus sueños.

Había sobrevivido gracias a su bondad, peor ahora lo acompañaba un arma de doble filo: la desesperación.

La verdad cuando dormía sentía una extraña sensación. Sentía que volvía a estar en su piso de Avilés y dos hombres vigilaban la entrada de la calle. Dos hombres siniestros, altos como sombras de oscuridad ocultando su rostro. Parecían nacidos del odio, del miedo. Sí, eran los mismo que trataron de convertirlo en uno de ellos y fracasaron.

Era una fría y nauseabunda sensación que surgía muchas noches al acostarse. La sensación que llevaba aquel demonio que convirtió a Nerea en aquella obscenidad de locura. Ahora no podía verla pero todavía la sentía como una presencia detrás de él, una locura que todavía le hacia palidecer.

Se aguantó el miedo, a las siete tenía que ir a la iglesia de San Miguel.

Sólo ahora, después de todo lo sucedido, mientras miraba otra vez por la ventana el cielo gris, se daba cuenta de que esos pequeños detalles de fe eran lo que lo habían salvado de convertirse en un demonio o algo parecido. Iba a la iglesia y rezaba. Rezaba por sus familiares por su padre y su madre, por su hermana, y también por las almas de Juan y Nerea. Una o dos veces al día, intercalaba a las lecciones propias de sus conocimientos académicos, sutiles lecturas de libros arcanos y de ajedrez. Aprendía ejercicios del espíritu y la mente que sospechaba necesarios para vencer a ese ser de pura maldad.

Berto aún era capaz de sentir esa presencia en la oscuridad. Buscándolo. Tratando de atarlo a las tinieblas. Sí, era en tardes como ésta cuando el sol despedía poco a poco el día, oculto tras un manto gris de nubes, cuando necesitaba recuperar fuerzas y mantener su libertad.

Su libertad era merecida. había luchado por ella, la batalla por su alma había concluido, o eso parecía. Ahora debía buscar y salvar a los otros que lo necesitaban.

Berto miraba la tarde inquieto. Entre vencer y decir que has vencido hay una gran diferencia, una diferencia que puede resultar aplastante y mortal.

La tarde pasó, llegó la noche. Se acostó tarde. Sintió como si la oscuridad de la habitación hacia encoger su corazón. La parecía que le podía dar un infarto en cualquier momento.

Con ese miedo se quedó dormido. En la oscura presencia de la noche que lo vigilaba.

viernes, 25 de febrero de 2011

"HIJOS DEL VIENTO" (Lobo Blanco CAP.1)

Era la hora de comer. En la Estación de Autobuses de Avilés se vivía el bullicio de decenas de personas, viajeros que llegaban allí desde diversos lugares de España; y, sobre todo de Asturias.

Era un día lluvioso, los clientes del restaurante y del bar se reunían en torno a las mesas mientras esperaban la hora de partida de sus respectivos autobuses. Sergio apareció con la comida para cada mesa en un carro, en este también llevaba pan. Rápidamente realizó su trabajo, y sólo un hombre se fijó en él, en su fuerza, su desenvoltura, su presencia.
Llevaba meses trabajando allí, y hasta ese momento Sergio había pasado desapercibido para todos. De hecho, la mayor parte de la gente lo veía como un elemento más de la estación. Había vuelto hacía un año y medio, casi dos. Pero el lugar elegido por sus antepasados era San Juan de Nieva. No era un lugar hermoso donde levantaron su casa, pero sí un lugar oculto a los curiosos, dura y cruel. Solamente las vistas del mar dotaban al lugar de una hermosura que sólo los antepasados de Sergio habían descrito alguna vez cuando lejos de su hogar se habían encontrado.

Sergio pensó que pronto iría allí. Mientras, a su espalda, se alzaba el bulli
cio de la gente comiendo. Pronto se irían en los autobuses y reinaría la calma. Se encogió de hombros y se dio unos momentos para mirar por una ventana. Era un día nublado, gr

is y lluvioso, con una luz mortecina que adormecía a los que salían al exterior. Volvió al trabajo esbozando una sonrisa, preparado y dispuesto para hacer su trabajo de forma abnegada.

Durante las dos primeras semanas, el trabajo le había parecido duro. De hec

ho, había estado a punto de dejarlo, y únicamente la necesidad le hizo mantenerse en su puesto.

Pronto todos lo vieron como un elemento más del lugar. Su actitud no era fruto de la casualidad sino del conocimiento que había observado en la gente que por allí pasaba. Tal vez, también un recuerdo inconsciente le hacía comportarse así, a fin de poder hacer lo que él deseaba.

No logró, a pesar de todo, ocultarse a la escrutadora mirada de aquel hombre, y esa certeza le hacía sentir una gran preocupación.

Terminó su trabajo, mientras recordó a Nerea. Fue un recuerdo fugaz que lo incomodó.

Sin llamar la atención, Sergio salió silencioso de la estación y fue a su piso. Como
sus compañeros llevaba una bolsa con parte de la comida sobrante. Apretó el paso hasta llegas a la puerta del edificio en el que vivía en la calle Llano Ponte. Sacó las llaves, abrió la puerta y entró rápidamente cerrando la puerta. Las escaleras estaban silenciosas. Si no fuera por el ruido de la calle, lo mas probable es que se hubiese sentido como en casa.

Subió en el ascensor hasta el sexto piso. Luego entró en el piso, cerró la puerta y dejó las bolsas en la cocina.

Sergio miró hacia la ventana de su estudio, volvió a recordar con tristeza a Nerea. Sergio se pasó una mano por la frente, y sintió un hondo pesar.

La tarde fue pasando, un bosque de antenas aparecía ante su mirada. Miró

a las gentes que paseaban por la calle, y vio con gozo la señal que le permitía hablar con libertad de lo que había sucedido allí unos años atrás: una desaparición y el temor de una muerte. Mientras miraba a través de la ventana su mente viajó al pasado, unos diez años atrás, cuando él tenía unos 23 años, más o menos.

Volvió a ver al grupo de jóvenes de aquel colegio alrededor de Nerea, una joven que vivía en uno de los pisos del edificio de enfrente. Los veía inquietos, y las palabras que le decían a Nerea no eran buenas. Ultrajaban a la joven en cuerpo y en alma, profanaron y corrompieron su espíritu; pues cuando pidió ayuda nadie la creyó. Salvó él, su hermano Juan y Berto.

Ahora los dos habían desparecido, nadie sabía exactamente dónde vivían. Sólo quedaba él para contar lo sucedido mientras veía día a día a aquellos que habían arrebatado la vida a Nerea. Él pensó que la habían asesinado. A lo mejor hubiese sido lo mejor. Sin embargo, la encontró por Internet, viva y lejos, muy lejos de Avilés.


Eran las siete cuando Sergio se sentó en su cómodo asiento frente a la mesa de castaño, cada vez más a oscuras y manteniéndose en silencio.

Se levantó de la mesa y fue a cerrar la puerta de aquella habitación en la que ahora se encontraba. Se le revolvió el estomago con aquellos recuerdos; y, por primera vez llamó a su jefe avisando de que estaba enfermo y no podría acudir al día siguiente al trabajo.

Le resultaba extraño lo que sentía. No recordaba nunca haber sentido algo así.
Seguramente era que no estaba tranquilo; por primera vez se preguntaba si debía haber vuelto a Avilés. Desde que descubrió a aquel hombre observándole en la estación mientras trabajaba en el restaurante los recuerdos habían empezado a atormentarle.

Berto era amigo de su hermano, Juan. Fue su hermano el que le habló de Nerea, Sergio pensó que la chica le gustaba a su hermano.

La joven tenía un serio problema.

Su hermano le contó que sus enemigos habían decidido destruir su mente y su espíritu.


Comenzaron encerrándola en pleno día en un viejo caserón abandonado de Avilés. En él habían hecho una terrible invocación, y querían entregar a Nerea a ese ser invocado. la puerta se abrió cuando entró, y seguidamente se cerró sin posibilidad de ser abierta desde dentro. No había luz.

Luego escuchó la voz de un desconocido que la llamaba por otro nombre.

Una voz que la hizo correr aterrada por la casa sin encontrar cobijo, tratando de esconderse para que aquel al que la voz pertenecía no la encontrase. Sin embargo, entró en su mente
sugiriéndole hacer tentadoras cosas.

El astuto ser comenzó a formarse. Comenzó por unos terribles y endemoniados ojos rojos que mostraban una cruda y sangrante maldad.

Sergio recordó como su hermano le había contado todo eso, como le contó que Nerea había conseguido huir ero que desde entonces no había vuelto a ser la misma.

- Dicen que Nerea...- era como Sergio había comenzado su relato. Pero no es lo mismo contar una historia que vivirla, la diferencia es el miedo. Sergio lo sabía.

Entonces Sergio miró a la ventana. e quedó helado, en la habitación en que estaba solo, sin saber que estaba pasando. Cerró lo ojos y se pasó la mano por la cara. Le había parecido ver
al otro lado de la calle, en una de las ventanas aquellos ojos rojos.

A su mente llego la imagen de un hombre cuyos ojos como el hielo le habían hecho recordar todo. Eran los mismos ojos que había visto en aquella ventana. Los mismo ojos que persiguieron a Nerea.

Recordó como su hermano llamaba al grupo que forma junto a Berto y Nerea: Los Hijos del Viento. Y, a él que nunca había sido parte del grupo lo llamaba "Viajero". Tenía razón, Berto, Nerea y su hermano desaparecieron como hojas sueltas en el viento. Sí, eran los Hijos del Viento porque sus poemas eran como una brisa acudiendo a los corazones.

Fue entonces consciente de que el dueño de aquellos ojos rojos los había hecho desaparecer para todos. Al menos, eso le parecía a él.



Primer Capítulo de la novela " Lobo Blanco" de Miguel A. Mateos Carreira con la licencia siguiente, esta licencia es igual para los otros capítulos de la novela que aparecen en el blog:

martes, 22 de febrero de 2011

"LA CONDENA" (The Sentence)

Este relato tiene traducción al inglés.

EN CASTELLANO

No recordaba haberse dormido. Entumecido, con el temor de haber cometido algo horrendo. Ante ese temor soltó un angustioso gemido. En sus ojos se veía: intranquilidad, dolor y suplica. Sentía incluso a la soledad que le rodeaba como algo terrible. ¿Qué había sucedido? Lo último que recordaba era salir a pasear y ver la luna llena entre las nubes. Luego todo era vago, borroso.

Años atrás algo similar le había sucedido en su tierra natal, los vecinos sintieron temor, lo vieron como algo peor que una desgracia, sentían asco y pánico al mirarlo. No pudieron matarlo y él se fue, sin reparar jamás en su destino.

Había amado a muchas jóvenes, aunque su corazón sólo pertenecía a una. Ahora la duda carcomía su alma. Quería huir lejos o morir, en sus ojos brillaban lágrimas. NO sabía si su mal era la causa de los sucesos que le rodeaban o vivía atrapado en un triste delirio.

Llamaron a la puerta de su casa. Era Samuel, el jefe de policía, su único amigo. Un amigo al que no podía hablar de su carga, de su condena. Abrió la puerta.

- Bueno, Daniel, hoy ha vuelto a suceder otra vez.
- ¿qué edad tenía?
- 20.

Tenía en sus manos varias hojas cubiertas de plástico. Y, Daniel supo que había símbolos, y aquellas extrañas palabras. Luego, alargó su mano, las cogió y las miro.

- Y esto, sucede siempre que hay luna llena, ¿verdad?

Mientras Samuel le explicaba, Daniel comprendió hasta donde podía llegar su condena. El texto era incomprensible, pero las imagenes eran detalladas.

- Dios sabe que dirá el texto, pero los dibujos son muy buenos. ¿Qué te parece?

Daniel asintió con la cabeza.

- Si, unos vuenos dibujos .No sé. Podría intentar saber que dice el texto.
- ¿Qué quieres decir?
-Pues que el texto es tan importante como los dibujos y la persona muerta. Todo está vinculado.
- Podría ser. Me parece que solicitare que te dejen estudiar esos textos.

Daniel se disponía a aventurarse cuando se lo permitiesen en esa traducción del galimatías, suspirando por su infortunio. Si le hubiesen dado la posiblidad habría sido capaz de descender hasta el imperio de las sombras.

Nadie le amaba, nadie le quería, a pesar de ser amigo suyo, también Samuel le parecía un parásito sin corazón. No olvidba a la madre que una vez tuvo; pero no se despidió de ella en el pasado, y no haberlo hecho desgarraba su corazón.

Samuel le envió fotocopias de los textos. Él estudió cuidadosamente lo que ponían. Tardó, pero consigió una traducción. Era la siguiente:

"Mi juez es Dios:
Qui nunc it per oter tenebricosum,
novissime hunc ad usque limpidum lacum.
At tu, destinus obdura,
qui tantum tibi misit impiorum.
Puella nam mei, quae meo sinu fugit,
cum longa voluisti amare poena.
Nudum sinum reducens,
virgo, ades.
Surgere iam tempus,
recente terrae sola sanguine maculans,
alios age incitatos, alios age rabidos."

Daniel frunció el ceño. No podía enteder ese poema junto a cada cuerpo.

Fue a su biblioteca, a por un diccionario de latín. Y, consiguió traducir el texto.

Cuando terminó la traducción, vió en su alma el puñal despiadado que había derramado aquella sangre.

Él era el asesino. Él había hecho ese mal.

Salió corriendo. Tropezó junto al rio, y un hombre lo vio hundirse en las oscuras aguas. Se ahogó. Un final escalofriante de una condena.

EN INGLÉS:

He did not remember falling asleep. Numb with fear of having committed something horrendous. Before that let out an anguished moan fear. His eyes looked: restlessness, pain and begs. Loneliness felt even surrounding him as something terrible. What had happened? The last thing he remembered was going for a walk and see the full moon in the clouds. Then everything was vague, fuzzy.

Years behind something similar had happened to him in his natal land, the neighbors felt dread, saw it as something worse than a misfortune, they were feeling disgust and panic on having looked at it. They could not kill it and he went away, without never repairing in his destination.

He had loved many girls, but his heart belonged to only one. Now the doubt gnawed his soul. She wanted to run away or die, tears shining in her eyes. I did not know if his illness was the cause of the events around him or lived trapped in a sad delusion.

They called at the edge of his house. He was Samuel, the chief of policeman, his only friend. A friend to the one that could not speak about his load, of his sentence. It opened the door.

- Well, Daniel, today has returned to happen again.
- What age had it?
- 20.

Was holding several sheets plastic covers. And Daniel knew that symbols, and these strange words. Then held out his hand, caught them and look.
- And this happens whenever the moon is full, right?

While Samuel was explaining, Daniel knew where I could get his sentence. The text was incomprehensible, but the images were detailed.

- God knows I tell the text, but the pictures are very good. What do you think?

Daniel agreed with the head.

- If, a few vuenos drawings .No know. It might try to know that he says the text.
- What do you want to say?
- So that the text is so important as the drawings and the dead person. Everything is linked.
- It might be. It seems to me that it will request that they leave you to study these texts.

Daniel was about to venture when so permitted in that translation of gibberish, pining for his misfortune. If he had been given the chance would have been able to descend to the rule of the shadows.

Nobody loved, nobody wanted, despite being his friend, also a parasite Samuel seemed heartless. Do not forget the mother who once had, but did not say goodbye to her in the past, and I had not ripped his heart.

Samuel him sent photocopies of the texts. He studied carefully what they were putting. It was late, but consigió a translation. It was the following one:

"My judge is God:

Qui nunc it per oter tenebricosum,
novissime hunc ad usque limpidum lacum.
At tu, destinus obdura,
qui tantum tibi misit impiorum.
Puella nam mei, quae meo sinu fugit,
cum longa voluisti amare poena.
Nudum sinum reducens,
virgo, ades.
Surgere iam tempus,
recente terrae sola sanguine maculans,
alios age incitatos, alios age rabidos."

Daniel wrinkled the frown. This poem could not enteder close to every body.

It went to his library, for a dictionary of Latin. And, it managed to translate the text.

When completed the translation, he saw the knife in his soul ruthless that blood had been shed.

He was the murderer. He had done this evil.

He ran. He stumbled along the river, and saw a man sinking into the dark waters. He drowned. A chilling end of a sentence.

lunes, 21 de febrero de 2011

"EL ABOGADO DEL MAL"

Todos tenemos cuando nos llega el último juicio dos abogados, uno para le bien y otro para el mal. A pesar de que casi nadie conoce su aspecto el abogado del mal siempre intenta atraparnos en su red. Si, con la experta mirada de un demonio sabe como tentar a los hombres.

Afirman algunos atinadamente que, dado su conocimiento del espíritu humano, él en un tiempo debió de ser un hombre y, por tanto, tener un cuerpo visible y un aspecto reconocible. Creo que esa idea merece ser aceptada. Hoy hay muchos que saben cometer o impulsar todo tipo de delitos; y para muchos de esos delincuentes existía la creencia de que saldrían impunes; pero nadie puede salir impune de un delito, ni en esta vida ni en la siguiente vida eterna. Esa creencia en la impunidad es la que usa para tentar ese traicionero abogado.

Es un ser maldito por ello. Incluso para aquellos que son como él es una espada que muestra un falso camino de justicia. El Abogado del Mal está en las calles, en las casas, indicando el mal camino y empujando a seguirlo; muchos lo siguen, pero pocos son salvados de su engaño, y quién sigue su camino se pierde para siempre en este mundo y en el otro.

Por eso lo mejor es alejarse de él: sumergirse el en Bien y la Bondad.

El Abogado del Mal muestra una falsa libertad; que permite que el mal oprima a los hombres, que los tienta bajo una falsa paz, guiando a los que lo siguen al fragor de las llamas del Infierno. Así el Abogado del Mal va obteniendo sus victorias e inscribiéndolas en las hojas del un antiguo registro: El Libro de los Caídos.

"CIRCULO INCANDESCENTE"

Esta es una versión actualizada de un relato escrito por mi en abril de 1996.
En aquel momento lo presenté a un concurso y llevaba la siguiente dedicatoria:
-"Dedicado a los escritores que más me gustaron por sus narraciones: A. Cunqueiro, C. Casares, M. de Cervantes, M. Delibes, J. Verne, J. Swift, J.R.R. Tolkien, Apuleyo y Homero."

Ahora seguidamente pongo el Relato:
Durante los largos siete años, que en esta villa llevo, jamás había oido cosa semejante. Soy amante de la lectura, las historias (cuando alguien sabe contrlas), y sobre todo del misterio o cosas extrañas, no me refiero a los OVNIS, si no lo tópico: fantasmas, apariciones, vampiros, etc... Mis días en este tiempo se deslizaban entre la vida natural de los estudiantes...

El misterioso caso había comenzado en las vacaciones de Semana Santa, no es necesario saber a dónde fui, sól oque no me encontraba en la villa, pero me lo contó ni más ni menos que la propia protagonista. Su nombre era, y es, Maria. No es necesario que hable de su familia: hermaons, padres, abuelos... Todos muy conocidos en la villa. Basta saber que se acercó un día y me dijo:

- Ven conmigo, deseo contarte un secreto.

Y fue esto lo que me contó:

- Era el día de Jueves Santo, yo había pasado el día anterior con mis amigas hasta bien entrada la noche; y estaba durmiendo... Cuando, según mi padre llamó por teléfono un "amigo" mío. Mi padre le contestó que yo estaba descansando y él dijo que ya llamaría en otro momento. Así fue. A las ocho y medio más o menos sonó el teléfono. Era la misma persona, dijo un nombre, y que deseaba hablar conmigo entre el sábado y el lunes, pero el día no lo recuerdo con claridad.
- ¿Hablaste mucho con él?- pregunté.
- No, colgué el teléfono asustada. El caso es que esa noche, cuando volvía a casa después de estar con las amigas... Cuando..., oí unos pasos rítmicos detrás de mí... Suaves, unos pasos que se perdían en la oscuridad de las calles contiguas y paralelas a la mía... Tenía miedo. Mi corazón latía con fuerza...
- Muy bien, ¿y?
- Como te decía, estaba muerta de miedo y medio paralizada por el frío que me producía ese pánico, lo peor era como el frío de una ducha helada. Sentí un escalofrío, miré detrás mía. A unos seis pasos, no sé cuantos, apareció una negra figura que me quería coger.
-Y..., ¿gritaste?
- No..., eché a correr hasta donde vivo. Entré,cerré la puerta y también las ventanas de la planta baja. Pero... En la noche... Sentí subir algo por la pared... Oí un golpe en el trastero...Me lenvanté. No había nadie. Mis padres dormían en la otra habitación... yo cerré la puerta de la mía. Escuche algo acercarse desde el baño... Comenzaba a abrir la puerta de mi habitación. Luego escuche como si posasen un papel a mi lado... Encendí la luz, no había nadie. Sin embargo, encontré u ntexto en la almohada... Comencé a leerlo. Parecía normal, incluso hermoso. Pero se transformó en un texto muy distinto que me hizó sentir una extraña languidez... Me sentía extraña.
-¿Pasó algo más?
- No, el resto de la noche fue tranquila, no sucedió nada más.
- Pero... ¿algo más debio pasar?
- sí, paso. Al día siguiente fui a dar un paseo por una fraga., cerca de un rio. Me había cansado de caminar por la orilla del rio y me acosté en el suelo, al sol, a descansar un poco. Me quedé dormida. Por lo que no sé si lo que luego sucedió fue real o no.
- ¿Qué fue?. fue mi pregunta.
- Sentí una caricia en el rostro. Y oí a alguien hablar, creo que sobre la humedad. Abrí los ojos. Ví a un joven cera de mi... Me alzó en el aire y me llevo al lado de una hoguera. No había nadie. Solos... Él y yo, solos.
- Puedes seguir. No temas.
- Terminaba de sentarme junto a lfuego. Cuando sentí una débil correinte de aire en el cuello. Me relajaba... Sentí otra vez aquella languidez en el cuerpo... Un poco más abajo del vientre... UN calor intenso en mi cuerpo. Mis muslos y nalgas eran tocadas... El joven comentzó a tocarme los pechos... Los acariciaba... La mano bajando a mi pantalón... El pantalón desabotonado... Sacándome la blusa, el sujetador... El pantalón a un lado. Fui recostada contra la paréd. No aguantaba. Lo deseaba misteriosamente... Suspiros... Sus manos recorriendo mi cuerpo... Obligándome a abrir las piernas... Más suspiros... Una mano en... El joven succionando mis pechos... Mis piernas se abrieron más. Sentí algo entre ellas... Los cuerpos en el suelo... Eso sucedió también durante los dos días siguientes, pero estando sola en casa.
-¿Qué más recuerdas?
- Si todo sucedió en el cerntro de un circulo incandescente que yo veía cada vez que recueraba el sentido después de desmayrme o al despertar de ese extraño sueño.

Por estos motivos, auqnue no descubrí que le sucedió realmente a ella, no podía tampoco dejar de contar esta hisotria. Sabía que me faltaba un elemento importante que no llegue a conseguir: la carta que le habían dejado en la almohada.

Hace tres años que no he vuelto a ver a Maria. Sin embargo, durente estos años no he dejado de recordarla, de tenerla en mi pensamiento. Tal vez la circunstancia que entonces vivió no se ha vuelto a rpoducir, o quizá si le ha vuelto a pasar. Pero como podría suceder que le pasase a otra joven; me he visto obligado a escribir este texto...

La verdad, no hay nada más inquietante que no saber que es real y que no. Así que si alguna chica lee este texto que recuerde los detalles del mismo y no lea esa extraña carta...

jueves, 17 de febrero de 2011

"EL ASESINO"

Cada vez que abro los ojos, después de una larga noche, miro a mi alrededor para comprobar dónde estoy. Me cuesta dejar el mundo de los sueños para situarme en mi realidad. No quiero dejar el mundo de los sueños, pues cuando duermo, el sufrimiento que causa a otros se convierte en mi propia desesperación.

A cuantas personas he enviado a la eterna oscuridad por mis propios deseos tenebrosos.

Cuando estoy de caza he de tener tacto y sensibilidad, he de usar medios indirectos para llegar a mi presa.

Me siento en la cama y miro la oscuridad. Mis acciones no cesan, y no sé que puedo hacer para evitarlas. Suicidarme... No, sería cometer otro crimen más. No sé, creo que estoy loco. A lo mejor todo lo que veo como real es la más terrible de las pesadillas. Una pesadilla que no puedo controlar.

Así. mientras lucho con mis dilemas y mi oscuridad, voy a la cocina y desayuno; luego, voy al baño y me doy una fría y rápida ducha. me miro al espejo y observo el tatuaje que como una extraña mancha tengo en el pecho. Un tatuaje que recuerdo llevar desde niño. Me seco, me visto. Me aseguro de que tengo todo en su sitio.

Si, todo está en orden.

Me acerco a las escaleras, pues odio los ascensores, y veo mi sombra frente a mi. Sólo ella sabe lo que soy y vive. Sonrío levemente, y bajo las escaleras. He de reconocer que soy una persona extraña. No soy hablador. Parezco un enterrador, o mejor dicho, un fantasma. Y, vivo solamente para dar caza a mis presas. Ellas son mi alma y forman la memoria de mi vida. Siento un escalofrío que me asusta. En los últimos tiempos, tengo miedo de convertirme en un reflejo de ellas, en un cuerpo inerte más.

Salgo a la calle. Comienzo a cruzar la carretera. Escucho un ruido de ruedas frenando. Es un coche.

Le lanzo una mirada y comprendo que es mi fin.

Un choque.

Oscuridad...

martes, 15 de febrero de 2011

"MAGISTER"

Al principio sólo existía el Abismo. Allí flotaba el Ens Primigenio en espíritu. Del Ens surgieron los Missus, y poblaron el Abismo. No existía ni el Mal ni el Bien.

Más el Ens percibió el vacío del Abismo. Entonces, creó la materia, y aquella materia era como un fuego incandescente que se fue dividiendo formando estrellas, planetas y satélites, y otros cuerpos diversos que ocuparon el Abismo oscuro.

Cuando terminó su trabajo llamó a los Missus, les ordenó poblar y traer vida ea las tierras fértiles del joven universo. Y, los Missus lo hicieron.

Durante eones nada sucedió.Los Missus crearon el agua, hicieron surgir la vida sobre algunos planetas. Todavía no existía el Mal ni el Bien, sólo la idea de creación y el poder para llevarla a cabo.

Surgían entre algunas especias ciertas razas inteligentes.Los Missus se vieron atraídos por ellas, y surgió el deseo de poder. Y, el deseo de Poder no el malo si uno sabe controlar el poder adquirido, pero el Poder sin control es peligroso, y muchos de aquellos seres se volvieron a la Oscuridad. Nació así el Mal. Y, esa maldad llegó a los Missus. Estos guerrearon entre ellos, se mezclaron entre aquella "humanidad" y hubo una gran destrucción.

Los Missus fueron alejados por el Ens de aquellos mundos, pero quedaron sus hijos, muchos de ellos nacidos de unirse a los seres humanos. Eran los Señores de los Vientos, las Fateri. Fueron los antiguos dioses, los dioses olvidados. De ellos nacieron los Magister, y los Magister están entre nosotros, pero han sido olvidados.

Los Magister se dividen en Inferus y Nuntius. Cualquiera puede cambiar de bando, pero es más fácil que un Nuntius se convierta en Inferus que al contrario. Todos los Magister pueden leer lamente de los seres humanos, controlar sus pensamientos, arrebatar la vida mediante el placer, sanar y viajar en el tiempo.

Los Nuntius eligieron el Bien, proteger a los Inocentes, y guardar los tres Libros de Orden: El Libro del Tiempo, el Libro de la Sanación, y el Libro de la Creación. Su historia, se ha perdido en los mares de la Historia de la Humanidad.

Esa perdida fue causada por los Inferus, Señores de la Oscuridad, y potenciadores del mal en el mundo...

Alana no sabía nada de eso. Era una sencilla y joven profesora de Historia en el instituto de Arzúa. Le gustaba leer y trabajar en la mesa de la cocina, pero había tenido un accidente. Desde que se recupero los sueños la acosaban, y no todos sus sueños eran buenos. Por esa razón se dedicó a escribirlos.

En realidad sus sueños comenzaron un Domingo, mientras esperaba para hablar por videoconferencia con su novio que estaba en Irlanda. Él estaba haciendo trabajo de campo en el monte Nephin en las proximidades del lago Conn.

Ella no sabía nada de lo que había sido descubierto allí, bajo el monte. Sólo sabía que él le había enviado un cajita de diseño celta, blanca como el marfil, que él había escamoteado del detallado inventario que habían hecho.

Se acercaban las doce de la noche, Y Nicolás no se conectaba. Alana quería abrir la cajita durante la vídeoconferencia, pues no sabía como se podía abrir y esperaba que Nicolás se lo dijese, y de esa forma él pudiese ver su cara de sorpresa al ver lo que contenía.

Algo iba a suceder esa noche.

Su novio no se conectó. En cambio, mientras navegaba por un chat, comenzó a mandarle mensajes un profesor de otra población española. Con sus palabras consiguió apoderarse en cierto modo de la mente de Alana, y comenzó a atarla con las cadenas del deseo y a sujetarla con palabras tratando de que se mostrase por la webcam... No lo logró.

Sin embargo, no hay otra explicación para lo que sucedió después. Pues consiguió despertar en ella el deseo de estar con su novio, de vivir plenamente la pasión de la carne con él.Pero de él sólo tenía aquella caja encontrada en la excavación y que no podía abrir ni sabía que contenía.

Así cunado se quedó dormida, el deseo de placer, que permanece en todo momento, penetró lentamente en su corazón, se mostró en sus sueños contra su voluntad, desesperándola. Llegaba la portentosa presencia de lo sobrenatural.

Aquella caja guardaba lo que los Inferus más desean usar, y con ella la esencia del resto de su cuerpo.

Alana se había dormido con la caja blanca, alargada, junto a ella. Sus sueños estaban llenos de un ardiente deleite. Y, mientras se movía en la cama la caja se abrió, y aquella parte del Inferus quedó libre sobre el colchón.

Ella dormida la rozó con la piel desnuda de su brazo mientras soñaba, un sueño que la mantenía visiblemente excitada. La parte del Inferus volvió a rozar la piel de la joven profesora y esta emitió un débil gemido. La parte del Inferus se coló entre sus ropas rozando su piel y haciendo que el poder del ser maligno al que pertenecía descendiese como un manto de placer. Comenzó a sentir calor, mucho calor que la invadía y la obligaba a quitarse la ropa. Comenzó a sentir el deleite del placer. Echó la cabeza hacia atrás y sintió que llegaba al climax.

El Inferus tomó cuerpo y sonrió triunfal. Fue acariciando sus piernas, separando sus muslos, y penetró en su cuerpo. El Inferus comenzó a moverse y con cada movimiento la hacia llegar al máximo placer. Si seguía así la mataría, y eso él no lo deseaba. La dejó inconsciente, entre gemidos suaves nacidos del placer que aún se mantenía en su cuerpo. Mientras el ser volvía a encerrarse en la blanca caja.

Durante una semana Alana vivió todas las noches eso. Tras ella lo vivieron varias de sus alumnas y algunas mujeres de Arzúa, todas de entre trece y cincuenta años. Más en Arzúa no mató a nadie, esperó y descubrió que podía usar Internet para ello. Comenzaría por diversas mujeres en varias capitales del mundo. Empezó en Luanda, y terminó en Harare, en África; siguió por Ottawwa y llegó a México, prosiguió por Saint John's y continuó hasta Fort-de-France, y siguió por capitales de América del Sur y Asia, pero dejó para el final Europa.

En Europa siguió el siguiente orden: Islandia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Humgría, Austría, Rusia, Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Turquía, Ucranía, Moldavia, Francia, Mónaco, Suiza, Liechtenstein, Eslovenia, Italia, San Marino, Malta, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro, Bulgaria, Rumanía, Albania, MAcedonía, Grecía y Chipre. Durante meses la Interpol investigó las muertes de las mujeres en esos países; y, los forenses sólo pudieron decir que habían muerto por agotamiento al llegar de forma reiterada y repetida múltiples veces al sumo placer sexual.

Los últimos países fueron Reino Unido, Irlanda, Andorra, Portugal y España.

En Estocolmo la víctima apareció en el Berzeliipark, y era una joven actriz que trabajaba en el Bramatiska Teatern.

En Oslo la víctima apareció en la Nasjonal-biblioteket, y era una estudiante de Ciencías Políticas.

En Copenhague fue una niña de trece años, en el Churchill Parken.

En Helsinki fue una mujer casada de treinta y cinco años, que apareció en su piso en Kirkkokatu.

En Mohrenstrasse, en Berlín. también apareció otra.

En el Ogród Saski, cerca del Metropolitan, también apareció una joven.

Así, sucesivamente, caso a caso la Interpol y otros organismos policiales e investigadores privados consiguieron descubrir que el asesino conocía a las víctimas por Internet. Sin embargo, al detenerse los crimenes perdieron la forma de cazarlo. Sólo sabían que lo hacía desde una red de Santiago de Compostela. En realidad, se conectaba desde el olvidado Telecentro de Arzúa que permanecía cerrado al público, pero eso nadie lo sabía.

Alana seguía sin noticias de Nicolás. Nadie le daba noticias de él. Así fue como se dispuso a viajar a Irlanda, pero una semana antes, se encontró en La Coruña con la hermana de Nicolás. Su aspecto y sus ropas no le pasaron inadvertidas. Fue así como conoció la noticia de su muerte.

Investigó el caso. Nicolás había muerto el mismo día que le envió aquella extraña caja blanca que no sabía como se podía abrir.

Pero ya era tarde para cualquier acción. Lo comprendió esa noche cuando el Inferus la tomó por última vez hasta que la llevó a la muerte. Sin embargo, ella había fotografíado la caja y copiado los símbolos, y aunque el Inferus se llevo la caja blanca. Ella dejó una pista de su peligroso contenido. Su aso fue catalogado como violación con asesinato, y robo.

Sin embargo, el agente de la Interpol Conn Arsavan descendiente directo de un Nuntius reconoció la caja y los símbolos. Él se encargaría de perseguir ese mal.

martes, 8 de febrero de 2011

"LAS ESTATUAS INVISIBLES" (Dedicada a Isaac Asimov)

En 2005, un caballero desapareció en Oxford, su nombre era George Bitternut. Le dejo a sus herederos tres cosas en herencia: un castillo en un apartado lugar de Inglaterra, casi un millón de libras, y, lo menos importante, un libro de recetas para invocar demonios que nadie tomó en serio.

George Bitternut había desaparecido de forma misteriosa en la biblioteca del Magdalen College. había acudido allí como gran lector de cuentos a una serie de conferencias sobre J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis y el The Inklings.

Allí estaba también Erz Mathews. Y, Erz fue el encargado de comunicar a la familia la desaparición del Sr. Bitternut.

Por esa deferencia de avisar, Erz, fue invitado a ser testigo del reparto de la herencia. El castillo se lo dejó a su hijo George, como pago por haberlo cuidado. El dinero se repartió entre todos sus hijos legítimos y extramatrimoniales. pero nadie quiso saber nada del libro de recetas para invocar demonios. De hecho, hablaban de quemarlo. Erz demasiado protector en lo que a libros se refiere se ofreció a comprárselo por sesenta libras, diez por cada heredero.

Erz Mathwes no supo exactamente que había comprado hasta que llegó a su casa de Londres. El libro era muy antiguo, estaba en inglés medieval, en antiguo anglosajón, pero eso para Erz no fue problema. Erz era tan fan de Tolkien que estudió filología y se especializó en lo mismo que el autor inglés, peor Erz no era inglés, era escocés, de Edimburgo, aunque ahora vivía en Londres.

Una de las recetas aparecía remarcada. Leyó los ingredientes y las palabras que había que decir, y decidió probarla tras tomar algunas precauciones. Lo hizo a las tres semanas.

Al completar la receta y la formula se sorprendió al ver que el ser que aparecía ante él sobre la esa aunque tenía el aspecto de un demonio sólo media como su pulgar. Era un demonio amistoso, dispuesto a ayudar, cuyo nombre para los humanos era Azazel pues su verdadero nombre ,como el de todos los demonios, era y es mucho más complejo y difícil.

Sea como sea, al cabo de un tiempo, Erz Mathews terminó en España, en concreto en Logroño.

Se hallaba sentado en una mesa, en un cómodo lugar de un pequeño restaurante, que no nombrare, en donde comía y escuchaba a desconocidos, a conocidos y a amigos.

Ese día estaba sólo, mirando pensativamente el periódico.

Entonces entró José Rodriguez. José era un buen escultor. Siempre atento a los plazos de entrega de sus obras, siempre impaciente y en disgusto con su calidad y lo que él deseaba expresar. Era uno de los muchos conocidos de Erz. Así, que, cunado se sentó con cara de decepción a su mesa no dijo nada y esperó.

El azar quiso que el pequeño demonio Azazel estuviese en ese momento allí, escondido en el bolsillo de la camisa de Erz, y escucho las palabras de José.

- Mira Erz, ya sabes que soy un buen escultor pero estoy cansado de las quejas de quienes me contratan.
- ¿Qué ha pasado esta vez?
- La empresa Jazz Group me ha contratado para hacer siete esculturas, quieren esculturas sorprendentes, dignas de la admiración popular. Sin embargo, me avergüenza decir que los técnicos del ayuntamiento, de la diputación y de la comunidad no gustan del trabajo que he hecho.
- Nunca se puede trabajar a gusto de todos.
- Si pero las obras ya están hechas, no tengo tiempo para hacer otras. ¡Ojala fueran del gusto de todos ellos!¡Ojala fueran dignas de un emperador!
- No te preocupes seguro que se soluciona- dijo Erz.
- Eso espero -dijo el otro mientras se levantaba e iba a pagar su consumición.

Luego, Erz lo vio irse airado.

Erz no pudo menos que pensar que José tenía un problema. Entonces el pequeño demonio le hizo una señal. Erz se levanto, pago su comida y se fue a su piso de alquiler.

Parecía el infalible Azazel dispuesto a ayudar a José. Le parecía una buena acción cumplir su deseo, aumentar sus ingresos, y, a la vez, dar un escarmiento a lagunas personas.

No obstante, Erz tenía reparos en que Azazel actuase.

- Humanos- dijo-, ese hombre necesita ayuda. Por suerte, en este caso no necesito interferir en la naturaleza de su persona. Sólo tengo que cambiar algunas cualidad de esas estatuas. De hecho, serán famosas en toda España.

Le agradaron a Erz las palabras del demonio, pero le parecía un tanto desproporcionado que Azazel usase su poder.

- Tranquilo, es fácil y sólo unos pocos serán castigados. Puedes llamarlo una acción de justicia.
- Bueno -dijo Erz-, si nadie sale perjudicado actúa.

Pasaron unas semanas, José Rodriguez se había ido a un viaje. Erz se sentó en la cafetería y observó la excitación de los riojanos. En muchos había enfado y disgusto.

Se acercó al camarero, y, preguntó:

- ¿Qué sucede?

Por toda respuesta el camarero le dio el periódico mostrándole una noticia. Erz, por alguna razón, no pareció sorprendido. "Estatuas desaparecidas", rezaba el titulas. Leyó el artículo detenidamente, y contuvo una sonrisa.

Ahora la policía investigaba dónde habían ido a parar las estatuas o si todo era un timo de los políticos.

Erz rió a carcajada partida. Pagó el café que había tomado, y se marchó bajo la atenta mirada de los paisanos allí reunidos.

Meses después por motivos familiares Erz Mathews volvió a Edimburgo. Vio a José en aquella ciudad y se extrañó de ello. Naturalmente, él al principio no se dio por enterado.

Al final, sin embargo, se encontraron en la bibliotecas del Royal Dúnedin.

- ¿Erz?- preguntó José.
- Sí, estoy aquí atrás.

José inspiró profundamente varias veces. Y, luego le dijo.

- Seguro que ya has visto las estatuas. ¿A qué son maravillosas?
- NO las he podido ver. He estado ocupado.

Entonces le enseñó las fotos. Ciertamente eran unas obras magníficas. Erz le dio la razón. En las fotos las estatuas estaban en su sitio colocadas, ¿porqué la gente no podía verlas?

Cuando estuvo a solas, Erz consultó con Azazel. El pequeño demonio le señaló un pequeño cuento, "El Traje del Emperador" era el título. Lo leyó y comprendió que había sucedido. Era algo que ya no se podía cambiar, y en el fondo le hizo gracia.