domingo, 4 de octubre de 2015

El Espejo de Narona

Cerca de Narona existió un castillo durante la Edad Media. Un castillo que fue olvidado por todos con la excepción de aquellos que lo heredaban. Un castillo sobre el que había caído hace largo tiempo una extraña maldición. Ruinas aisladas en una montaña en la zona de Dalmacia.

Nada ni nadie sabía que causaba esa maldición. Una maldición que  había causado la muerte de los hombres y la desaparición de cientos de mujeres y doncellas.

El último de los herederos temeroso de la maldición vendió las ruinas, el terreno, y los objetos que hubiesen sobrevivido a un francés muy rico. El hombre durante mucho tiempo exploró los restos abandonados del viejo castillo, llegando a zonas que hacía mucho no habían sido pisadas por el hombre. Sus ojos descubrieron entonces una entrada hacia un sótano. Las escaleras de piedra descendían en su boca negra y tenebrosa. Bajo a las profundidades del castillo, explorando, buscando, observando… Y en aquellas antiguas y ruinosas mazmorras descubrió cientos de muebles que cubiertos por telas y el polvo de siglos, algunos deshaciendo en añicos por causa del ambiente y la falta de aire.

Los ojos de aquel hombre brillaron, era mucho dinero que podría ganar una vez restaurados aquellos muebles que brotaban profusos por cada galería y antigua celda.

Exploró cada rincón. Cuando ya pensaba que no había nada más que encontrar se fijó en una puerta de madera que hasta ese momento le había pasado desapercibida. La abrió. Penetró a través de ella y descubrió muchas celdas vacías y abandonadas donde las cadenas colgaban como viejos murciélagos esperando una víctima permanente para habitar en aquellas tinieblas. Las telarañas no dejaban ver más allá de unos dos metros. Aquella galería abandonada terminaba en una celda cerrada con siete llaves, pero cuya madera ya estaba degradada por la humedad del lugar lo que hizo que no fuese difícil de abrir. Allí había Doce esqueletos colgados de cadenas rodeando algo que permanecía cubierto por una pesada lona que si era complicada de mover.

Con esfuerzo sacó de allí aquel objeto cubierto y lo colocó en otra de las celdas, oculto a la vista. Cuando al fin salió y se encontró en el exterior mandó avisar a las autoridades. Tras un estudio cuidadoso descubrieron que los cuerpos eran de 12 mujeres. Pero no eran cuerpos de la época medieval. Eran de hacía unos 120 años atrás.

El sacerdote de la villa cercana recordó algo escrito por uno de sus antecesores en el libro de la parroquí sobre la desaparición de varias jóvenes hermosas, alguna de ellas el día antes de su boda con el que debía ser su marido. La culpa recayó en un vampiro. Más nadie nunca encontró al vampiro en cuestión.

En la oscuridad de la noche cuando ya todos los investigadores habían partido de allí. Volvió a bajar. Sacó de la celda el aparatoso bulto, más aparatoso que pesado. Llegó a la conclusión que lo más pesado era la lona que lo cubría. Una gruesa lona negra. Lo llevó a su casa. Allí lo destapó descubriendo un espejo.

Era un espejo de estilo gótico con forma oval y que tenía diversas piedras preciosas, amatistas, zafiros y rubíes, colocadas en el marco de una forma muy especial. Había algo extraño en ese espejo. Algo tremendamente extraño…

Cada vez que lo miraba sentía algo intenso y terrible. Parecía como si unas manos arrugadas y que parecían garras quisiesen salir del espejo en busca de algo o de alguien. Lo giró y en el metal oscuro de la parte de atrás vio algo tallado, unos caracteres escritos y una figura enjuta dibujada con unos ojos que parecían las cavernas oscuras de la muerte… El hombre copio toda la imagen de la parte de atrás para investigar sobre el origen del espejo, a quién perteneció, y saber que había de inhumano en él objeto.

El texto que había escrito estaba en latín. En un latín propio de los monasterios del norte de Francia, quizá de Bélgica u Holanda. Así se lo hizo saber un amigo sacerdote de Sibenik, pero que lo poco que él había entendido hablaba de lujuria, de placer y perdida. Le recomendó destruirlo.

Esa misma noche después de la celebración eucarística cuando el sacerdote salía de la iglesia un rayo cayó en el pararrayos este es rompió precipitándose al vacío y alcanzando al sacerdote ante la mirada aterrada de los fieles que allí había.

El temor hizo que inmediatamente el hombre se deshiciese el espejo pues temía destruirlo. Se lo vendió a un noble inglés. El noble ingles era uno de los Fitz-James. Después de lo que tras vender lo que quedaba del castillo y de los muebles que había en él encontrado el hombre abandonó Europa. Se fue a algún lugar de Africa y nadie volvió a saber de él.

Fue el azar más que otra cosa lo que hizo que el espejo terminase olvidado en una de las múltiples casas señoriales de la familia. Hasta que durante una de las últimas mudanzas de la familia terminó en España donde el Duque de Berwick se lo regaló a un amigo James Dehe.

James Dehe lo estudió, le interesaba el texto que tenía escrito en la parte trasera. Consiguió traducir el texto después de muchos esfuerzos. Más el espejo le fue robado.

(CONTINUARA….)





lunes, 7 de septiembre de 2015

INMORTAL (Relato Fanfic basado en "Buffy, Cazavampiros")

Bienvenidos a las tierras que rodean Hellmouth.

Era lo que ponía el cartel de madera de roble que había cerca del I.E.S. Sunnydale en un lugar del sur de España.

Llegaron una hora antes de las nueve de la noche, setenta  estudiantes en dos autobuses,  de color blanco y con el nombre de la empresa en un color naranja oscuro o quizá rojo, en su interior los estudiantes que volvían de Santiago de Compostela dormitaban unos junto a otros o charlaban en bajos susurros. Los autobuses eran de la empresa local Del Río.

En las sombras cerca de la carretera unas sombras aproximaban a la carretera desde el río. Si alguno de los que iban en el bus los hubiese visto por la ventanilla le hubiese parecido que eran personas paseando en el atardecer o la juventud de la noche. Sin lugar a dudas, los dueños de esas sombras contaban con ello. Contaban con ser invisibles desde la carretera o a confundirse con lo que les rodeaba  para aquellos que mirasen desde la carretera.

Se deslizaron hasta el limite cercano a la carretera. Esperando la llegada de los autobuses a la cercana curva donde tenían que reducir la marcha. A medida que se acercaban los autobuses avanzaron con mayor celeridad. Uno salto ante el primer autobús impactando con su frontal. El conductor detuvo el autobús y se dispuso a abrir la puerta.

-¿Qué sucede? -grito alguien en el bus.

Esa pregunta gritada despertó a la joven estudiante californiana de intercambio que estaba en el asiento de atrás. Apartó sus cabellos rubios del rostro y una de sus manos se oculto por inercia dentro de la ligera chaqueta que llevaba puesta.

Estaba considerando volver a recostarse y cerrar los ojos cuando escuchó el primer grito. El grito aterrorizado del conductor del primer autobús.

Reconoció la señal del destino para que actuase como debía antes que todo fuese peor y hubiese más muertes. La gente del autobús que había delante profería gritos y alaridos, golpeaban los cristales de atrás tratando de huir de algo. En respuesta a la mirada interrogante de la chica vio al otro lado de la ventanilla.

-Vampiros…- susurro.

Sacó la estaca que llevaba oculta siempre. Salto por encima de los asientos con una agilidad de felino y corrió hasta el conductor.

-Open the door! - gritó- ¡Abra la puerta! Hágalo si quiere salvar a los ocupantes de este autobús, y ciérrela detrás de mí. No debe de abrir a nadie salvo a mi. ¡Entendido!
-Como usted diga Anne.

La joven saltó al exterior nada más abrirse la puerta. Dio una voltereta en el suelo y se puso de pie inmediatamente. Corrió hasta el primer autobús. Los vampiros estaban comenzando a darse un banquete con los chicos y chicas que allí había. No podía salvar a todos pero debía intentarlo. Un vampiro al verla salto hacia ella. Reaccionando lo esquivo y le clavo la estaca haciendo que esté desapareciera convertido en un montón de polvo.  El resto reaccionó dejó caer a sus víctimas y atacando a aquella joven que pegaba patadas y puñetazos a diestro y siniestro mientras que con aquel trozo de madera que tenía en sus manos eliminaba uno a uno a sus atacantes sin mostrar piedad alguna.

-¡Una Asesina! -dijo en voz alta uno de ellos-. ¡Retirada!

Los vampiros huyeron de allí aterrorizados.

La joven entró otra vez en el autobús delantero. Tres chicos y el conductos estaban muertos. Sabía lo que les pasaría en breve. El resto tenían heridas diversas estaban semiconscientes pero sobrevivirían. Se acercó a una de las chicas que iban en él.

- Buffy, ¿eres tú?- preguntó.
- Si, soy yo. Tranquila. Te pondrás bien. Os pondréis bien todos.

La chica perdió el conocimiento. Mientras escuchaba la respuesta de Buffy. Las luces de la guardía civil y de las ambulancias pronto poblaron el lugar. Recorriendo los alrededores buscando huellas, tratando de desvelar que había pasado allí.

-¿Qué sucedió?- era la pregunta que hicieron a todos y cada uno de los alumnos.

Los profesores del segundo autobús y los alumnos contestaron todos que la alumna de intercambio se había enfrentado a un grupo de asaltantes muy peligrosos. Les había parecido que debían de ser un algún tipo de secta o algo así y que llevaban mascaras o algo parecido. No podían pensar en la existencia real de vampiros.

Se centraron en ella. Podía ser que les dijese algo relevante. Solicitaron informes sobre ella a Estados Unidos, a California, de donde ella procedía. La idea era que al día siguiente mandarían a alguien a interrogarla.

Él fue el elegido para ello, sobre todo después de leer los informes sobre la chica. Seguramente se sentiría más cómoda hablando con un interlocutor en inglés. Su nombre: Ángel Corral.

Ángel era un inspector de policía gallego, amante de las novelas negras y de terror. Le gustaba vagar por lugares insospechados. La primera vez que uno de sus compañeros se fijó en él fue paseando en los jardines del castillo de Gibralfaro. Parecía una alma perdida entre la niebla de aquel día mientras investigaban la desaparición de una estudiante de intercambio.

De ese día Ángel recordaba sobre todo el reflejo de la luz sobre las hojas de las plantas del jardín y sus gafas comenzando a empañarse por la diferencia de temperatura. A él acudían sobre todo en casos sumamente misteriosos y que nadie quería investigar. Le llamaban en broma de él Mulder, por los casos que solía llevar.

Ese día estaba sentado junto a la ventana leyendo tranquilamente un libro de intriga. Era su día libre. No deberían de  haberle llamado. Le llamaron. Su teléfono sonó en un par de ocasiones. Ángel descolgó. Escuchó lo que le decían. Salió de casa. Cogió el coche y marcho al puesto de la Guardia Civil de Álora. Una hora después estaba en una de las estancias del cuartel. A su lado, la sargento Cohin encendió un cigarrillo con calma. Dejando que se fuese quemando sin acercarlo a los labios. Esperando. Ante ellos estaba Buffy Anne Summers, estudiante de intercambio.

Ángel le dijo que había mucha gente deseando saber que había pasado y a la que convenía dar una serie de respuestas plausibles y comprensibles. Ella asintió. Se miraron a los ojos con cierto reconocimiento mientras se estudiaban mutuamente.

-No sé agentes. Se por experiencia que en algunos casos la verdad no es buena idea contarla -fue la respuesta de Buffy.
-Lo entiendo -dijo Ángel-. Lo sé por experiencia. A mi me puedes contar lo que sea.
-Sólo sé que vi que un grupo de hombres vestidos de forma rara y con un extraña maquillaje atacaron el autobús que iba delante. Yo salí a ayudar a mi amiga. He aprendido defensa personal y soy muy buena en ello.
-Lo hemos visto. Pusiste a todos ellos a la fuga -dijo la sargento Cohin.
-¿Qué nos puedes decir?- preguntó Ángel.
-Sólo se que hay secretos encerrados con siete llaves en lugares ocultos que es mejor no desvelar -dijo ella como respuesta-. Esos hombres que atacaron producían terror. Me enfrenté a ellos. Ese atrevimiento es mi secreto.

Tres horas después terminaron el interrogatorio. No sacaron aparentemente mucho en limpio. En realidad, Ángel había percibido un mensaje oculto en la forma de hablar de la chica. Algo que le recordaba mucho tiempo atrás. Algo que le recordaba al hombre que le entregó el anillo que siempre llevaba en su mano izquierda. Eso había sido en realidad hacía mucho, mucho tiempo atrás, casi unos doscientos años en un barco que volvía de América y atracó en La Coruña. El hombre era viejo y sabio. Vio en él lo que otros en aquel entonces no podían ver.

Días después Ángel fue asaltado cuando volvía a su casa cerca Betanzos. Fue golpeado y cayó al río en una zona de difícil acceso. Los asaltantes lo dieron por muerto mientras se llevaban su equipaje. Él mismo se dio por muerto, primero mientras caía al vacío y después mientras se hundía en las aguas del Mandeo y era arrastrado por ellas río abajo.

Volvió en si en las marismas cercanas a Betanzos. Allí donde se juntaban las aguas del río con las del mar.  Nadó. La suerte quiso que una barca pasase cerca y lo recogiese. Fue la primera vez que murió y volvió a la vida.

Sabía que la chica había visto que él no era como los otros agentes. La siguió. Hasta el domicilio que ella tenía en Álora.

Esperó. Después vio como salía por una ventana con una agilidad que no era natural. Volvió a seguirla.   Fue hasta el Embalse Tajo de la Encantada. La perdió cerca del lugar donde el Arroyo del Granado desemboca en el embalse. Volvió al piso de ella. Fue a la puerta. Sacó un juego de ganzúas y entró. Se sentó en el sofá y esperó.

Varias horas después Buffy volvió.

-¡Hola! - saludo Ángel-. Un largo camino, ¿verdad?

Buffy casi le clava una estaca en el pecho.

-Creo que esto no es necesario conmigo. Suponía algo así.
-¿Cómo?
-No soy estúpido. Llevo mucho tiempo de aquí para allá. Creo en lo imposible. Las heridas de tus compañeros y de los muertos del autobús. Ver que muchas huellas de los asaltantes desaparecían como si se hubiesen esfumado. La descripción de las mascaras. Vampiros. ¿Me equivoco?
-No, no se equivoca -respondió Buffy-. ¿Quién es usted?
-No soy un enemigo. Mi nombre es Ángel Corral realmente, y soy oriundo de Galicia, pero mi edad no es la que aparento. ¿Cuántos años crees que tengo?
-Entre 30 y 40 años.
-130, más o menos.
-¡Vaya un viejo como cierto vampiro que conozco! Él también se llama Ángel. ¿Es coincidencia?
-No lo sé. Los vampiros en Europa tienen un nombre para mi.
-¿Cuál?
- El Inmortal.
-Seguro que no te han cortado la cabeza.
-Si lo han hecho, y también me han quemado y arrojado a una sima durante la Guerra Civil aquí en España. Simplemente no puedo morir.

Buffy lo miró. Se fijo en su aspecto. Le recordó a Giles. ¿Cuál seria la causa del sino de este hombre?

-Seguro que te preguntas, ¿por que ser policía? En un comienzo lo hice para buscar a los que me mataron la primera vez. No lo conseguí. Sólo conseguí hacer que detuviesen a dos criminales terribles que por aquella época asolaban España. El primero en Galicia, y el segundo en el Pais Vasco. Por lo tanto, decidí hacerme policía. De hecho, varias veces lo he sido, me he dado de baja para desaparecer y luego volver a aparecer con el mismo nombre como descendiente mío.
-Nunca supiste quien te atacó.
-Así es. Tú eres una Cazadora. Sé que hay otros y otras. Sé que cada vez que uno muere se activa otro potencial cazador o cazadora. No sois como Van Helsing, pero hay cosas de su historia en el mito que rodea vuestra existencia. algo que me ha parecido siempre muy interesante como estudio.
-No me preguntes. De eso yo no sé nada -contesto Buffy-. Hablare con mi Vigilante. A lo mejor podemos colaborar.

Buffy llamó a Giles por teléfono después que Ángel se fue de allí. Le habló de "El Inmortal". Nada más escuchar ese nombre su cuerpo sintió un escalofrío.

-Tiene otro nombre Buffy -dijo Giles-. La llamaron en el siglo XIX, El Guardian de la Justicia. Te citó dos casos en los que participó en España, pero también lo hizo en el Reino Unido, Francia, Italia, Holanda… Sólo un asesino se le escapó…
-¿Quién?
- Jack el Destripador- contestó Giles. Al escucharle decir ese nombre Buffy sintió un escalofrío.
-¿Por qué nunca lo capturo?- preguntó.
-Eso sólo lo sabe el consejo. Quizá algún día te lo expliquen- fue la respuesta de Giles-. Ten cuidado con él. Puedes colaborar con él, pero no le des los nombres…
-Lo tendré mientras esté aquí. ¿Quieres un informe sobre él?
-Te lo agradecería.












domingo, 28 de junio de 2015

TEMPLE

El estado de ánimo de una persona es variable, su humor puede o no ser apacible, ser o no bueno para la persona en si misma o para los que le rodean.

El humor de Juan estaba diluido como la pintura que se usa para pintar un cuadro. Vemos el cuadro, nos olvidamos de la pintura que el pintor, el artista, usa para dar color a su obra. Eso mismo le pasaba a él. Desde hacía tiempo sentía que era invisible para todos los que le rodeaban: familia, amigos… 

Durante mucho tiempo había tratado de usar el tono adecuado para buscar trabajo. Su carácter valiente, fuerte y tranquilo incluso en situaciones difíciles no había sido tenido en cuenta como tampoco habían tenido en cuenta sus conocimientos. Pero su acerado temple estaba comenzando a arder en su interior con una terrible ira. Sentía que las algunos de sus pensamientos se contradecían. Percibía que necesitaba desaparecer totalmente durante el tiempo suficiente para mantener libres de ira sus sentimientos. 

Así el un día de finales de junio de un año cuando el calor de la tarde hacía que todos se mantuvieran  en sus casas y que hasta los pájaros se mantuviesen quietos a la sombra. 

Él salió. 

Fue por zonas más o menos umbrosas con una mochila gris cargada con sus libros favoritos, una libreta, unos bolígrafos…

Llegó a la orilla de un cercano río. Se sentó a leer allí un rato con la esperanza de relajar su cuerpo y su alma con el sonido plácido de las aguas. 

Llevaba una hora allí sentado cerca de un viejo molino en ruinas cuando le pareció ver moverse algo a su derecha. 

Miró hacía allí. No vio nada.

Volvió a su libro, a leer. Escucho un sonido como si alguien pisase fuerte entre la maleza o sobre la alta hierba. 

Volvió a girarse hacía donde procedía el sonido. No había nada por ese lado.

Cuando se decidió a guardar el libro en la mochila e ir a otro sitio. Mientras se ponía de cuclillas vio ante él una sombra frente a una brillante luz. Una luz que no podía reconocer de donde procedía. Instantes después perdió la consciencia.

Tanto él como los objetos que llevaba consigo desaparecieron. 

El misterio de la desaparición de Juan todavía hoy intriga a muchos, y se dice entre los lugareños que es un lugar maldito y que aquellos que pasan a la misma hora de su desaparición, tal día como aquel en que desapareció, muchas veces se desvanecen de su camino y cuando se dan cuenta aparecen a muchos kilómetros de allí. 

Es posible que eso le sucediese a él, y que encontrase lejos de donde hasta el momento de su desaparición había vivido todo aquello que le había faltado hasta ese momento: amistad, amor, trabajo… 

Con todo el misterio de su desaparición todavía hoy intriga a muchos expertos en sucesos vinculados al mundo paranormal y ufológico.

sábado, 27 de junio de 2015

SECRETUS.

La verdad esta hay fuera, en la noche. Y esa era una noche oscura, más de lo habitual, desde Comercial Street miraba Manhattan. Las luces de los rascacielos, las del Empire State, los dos haces de luz que ascendían hacia el cielo como recordatorio perpetuo de que una vez existieron las Torres Gemelas…

La lluvia comenzó a caer golpeando con fuerza contra las ramas de los árboles, los coches, el asfalto.

Un todoterreno rojo se detuvo al otro lado de la calle. Robert Toon se ocultó unos instantes tras las columnas del edificio semicircular que había detrás de él.  Su coche un Citroen C6 estaba aparcado a unos metros, bajo una de las farolas. Observó como un hombre de mediana edad se aproximaba por Dupont Street. Su forma de vestir y caminar no cuadraba con la gente que vivía en esa zona. Parecía más alguien de las zonas ricas de Manhattan que de la zona en la que Robert estaba en ese momento. También observo a un hombre con una sudadera que tapándose con la capucha guiaba un perro marrón, posiblemente un American Staffordshire Terrier. 

La ventanilla del conductor del todoterreno bajo. Robert Toon no pudo ver la cara del conductor. Vio salir el cañón de un arma e instintivamente se agachó. Pego su cuerpo al suelo.

Disparos resonaron en la calle.

Dos hombres y un perro yacían en el suelo.

El acompañante del tirador bajo y arrebato el maletín que llevaba el primero de los hombres que vio caminando Robert.  El conductor dio la vuelta al vehículo, el acompañante se sentó en su asiento y salieron de allí a toda pastilla.

Toon se acercó a los dos hombres abatidos y les tomó el pulso mientras llamaba a la policía. El perro estaba vivo todavía. Oculto en su collar había una memoria USB. Mientras esperaba a la policía Robert copió lo que había dentro a su ordenador portátil. 

Una patrulla llegó al cabo de 20 minutos. Robert Toon contó lo que vio pero como si no hubiese visto lo sucedido con claridad. También les entregó la memoria USB.

Robert revisó el contenido del USB en su domicilio había varios nombre pero el principal era un tal Darik Joonik, junto al nombre un teléfono 718-784-2882. También había referencias a pagos y cobros de varios empresarios de la construcción y políticos. 

Algo le hizo levantarse. Como si alguien le susurrase que mírase por la ventana. Se asomó y pudo ver el todoterreno rojo. Robert cogió la llave del trastero.Subió las tres plantas que le separaban del trastero en silencio con el ordenador bajo el brazo.

Escucho como alguien echaba una puerta abajo. Supuso que sería la de su piso. Entró dentro del trastero y abrió la claraboya salió por ella, entró en el trastero de uno de los vecinos y cerró.

Pronto escucho a alguien en el pasillo de la zona de trasteros. Aguanto la respiración mientras escuchaba como abrían de golpe la puerta de su trastero.

- La claraboya está abierta debe haber huido al otro edificio.
- Si será mejor bajar y vigilar. Tarde o temprano aparecerá. Hay que liquidar…

No llego a escucharle decir nada más. Los dos hombres de pasillo gritaron al tratar de huir por las escaleras como si algo los persiguiese. Luego silencio. Un silencio sepulcral.

Los vecinos llamaron a la policía, cuando esta llego constató que esos hombres habían ido a buscar a Robert Toon, y que algo o alguien los había matado cuando iban a bajar después de mirar si Robert estaba en los trasteros.

¿Qué había sucedido? Ni Robert Toon ni la policía de Nueva York llegaron a tener nunca respuesta. 




lunes, 25 de mayo de 2015

"El Caballero del Anillo" de Miguel A. Mateos Carreira.

Mira al noroeste, en el antiguo reino,
de Arandunë llamado por los antiguos.
Por el Camino de los Errantes, los Peregrinos,
que vagan por las sombras en busca de luz.
Buscad allí al Guardían del Anochecer,
al Caballero del Anillo, vestido de gris en la tarde.
Guardían de las Puertas, de los Secretos Portales,
que yacen ocultos en nuestros lejanos sueños.
Myyrdin llamado por unos, en el lejano norte,
Mihal por otros en el este, y Mekal en el sur.
Mas allá en el lejano oeste, muchos nombres tubo más,
que ocultos por nieblas nunca aquí se oiran.
En mundos de leyenda puede él entrar,
pero solo a unos pocos podrá enseñar.
En los Portales del Antigüo Reino,
en Aranduné, entre los Bosques por cierto.

lunes, 18 de mayo de 2015

"EN LA NOCHE" por Miguel A. Mateos Carreira

Las luces del día se iban apagando. Nubes grises cubrían el cielo de aquella población de apenas siete mil habitantes. Un pitido sonaba procedente del televisor. Era al cambiar de cadena la carta de ajuste de las cadenas que todavía no emitían ningún canal.

Se sentó en el sofá con la luz apagada. Estaba pensando en ver su serie preferida de los miércoles. Esa serie que por nada se perdía hubiese tormenta o temblase la tierra. Él siempre la veía. 

Entonces el techo se iluminó de azul. Una sirena se dejó oír: la policía. Se puso de pie y cogió el catalejo para ver a donde se dirigían. A lo mejor tenía una exclusiva que dar a través de twitter. 

El coche patrulla paro ante la fachada de piedra del hotel, de uno de los hoteles de la población. Los policías se bajaron del coche y entraron rápidamente, como si fuesen sombras en el interior del edificio. Al mismo tiempo que entraban el coche se cerraba. 

Él espero como su fuese un paparazzi esperando al famoso. Observando la entrada del hotel desde la ventajosa atalaya que era la ventana de su piso. Pronto las luces del hotel se encendieron por completo. No sólo alumbraba la de la entrada y la del pasillo si no también las de las habitaciones. Los agentes debían de estar comprobando cada una de ellas.

Fue en ese momento cuando lo vio escapando de la policía desde uno de los balcones del primer piso. El supuesto delincuente se descolgaba hacia una de las ventanas para sujetarse en las rejas. Lo consiguió justo cuando los agentes entraban en la habitación. Vio como alcanzaba un pequeño muro y saltaba a la calle. No fue el único. también los dos policías lo vieron. Uno de ellos saltó ágilmente por el balcón y aterrizó en el suelo dando una voltereta. Luego salió corriendo tras el sospechoso, tras el posible delincuente que se trataba de escapar. 

El huido salto otro de los muros y se oculto en uno de los sembrados. Moviéndose certeramente como una alimaña huidiza. 

De los dos policias fueron al coche y llamaron pidiendo refuerzos.

Al mismo tiempo, algo pareció surgir tras el sospechoso desde debajo de la tierra. Algo que lo atrapo casi sin dejarle tiempo de gritar. Él lo vio desde su ventana con el catalejo, pero sabía que no le creerían. Diez minutos después llegaron varios coches patrulla más con linternas potentes que iluminaron el sembrado. La cosa que había atrapado al sospechoso desaparecí o con el cuerpo del hombre sin vida tal y como había aparecido, cuando los policías llegaron al punto donde había estado el sospechoso sólo encontraron una de sus zapatillas Nike.

miércoles, 1 de abril de 2015

Aguas Profundas. (Relato Fanfic de "El Ministerio del Tiempo") por Miguel A. Mateos Carreira

Este relato, aunque contiene partes reales, hechos que han ocurrido en la realidad en la historia de nuestro mundo, en la historia de España y en la historia de esta esquina occidental que se encuentra al norte de la península y que llamamos Galicia, es ficción. Es una historia hecha con un entramado de algo que quizá ha sucedido, que podría haber sucedido o incluso podría suceder si alguien consigue en nuestro mundo real crear un aparato o un portal que permita viajar a través del tiempo. Es un relato que en un principio había escrito de otra forma pero que quizá queda mejor de esta.

Es un relato en el que es posible que algunos lectores se lleguen a sentir identificados,  he intentado ser riguroso mediante la capacidad de refrescar recuerdos del pasado que yacen hay tras una puerta cerrada de mi mente. Sin embargo, los nombres de los personajes no son reales, no son nombres de personas que os vayáis a encontrar. Es posible que quizá alguna de las personas que sirve de base para el relato se reconozca en los personajes, pero ellos no son los personajes y algunas veces la realidad es más terrible y temible que lo que se pueda contar en un relato.

Por todo ello, tengo que pedir disculpas, por si algo si en la realidad no ocurrió tal y como lo cuento, si alguien se siente afectado, como responsable de este relato que ahora sigue vayan mis disculpas por todo aquello que he cambiado. Lo siento, algunas veces, la imaginación puede más que yo mismo que mis recuerdos y que cualquier dato que tenga ante mi.

Este es un relato que dedico a todos los amigos que tengo por esas tierras de Irixoa y Monfero, los que están allí y los que ya no están, a los que son, fueron y serán.

Madrid, año 2015. Ministerio del Tiempo.

En un asiento mirando unas hojas que tenía sobre su escritorio estaba Salvador. Su rostro de preocupación hubiese sorprendido a cualquiera que en ese momento hubiese entrado en el despacho.

- ¡Qué demonios!- dijo al ver uno de los informes que tenía ante él. 

Tocó un botón junto a él en la mesa y levantó el auricular. Dudo antes de hablar.

-  ¡Convoca a los agentes del Ministerio y manda aviso a los guardianes de las puertas en Galicia!
- ¿Qué sucede? -preguntó Angustias.
- Alguien quiere cambiar la historia de España tal y como la conocemos.

Pronto la voz de alarma cundió en el Ministerio. El primero en presentarse ante Salvador fue Ernesto, le siguieron Amelia, Irene y Alonso. Unos tres minutos después entraba Julian. 

- ¿Alguno de vosotros sabe que grupos terroristas hay en España o ha habido, depende de como lo miremos?- preguntó Salvador Martí.
- Algo he leído en algunos informes. He visto cuatro o cinco nombres, los más recurrentes son ETA, GRAPO, y también aparece una reseña del GAL - respondió Ernesto.
- ¿Qué son grupos terroristas? -pregunto Alonso.
- Son grupos criminales que se dedican a matar diciendo que es luchando contra España y por motivos políticos -le contesto Julian.
- Eso es muy a grosso modo una respuesta correcta a esa pregunta. El problema es que no es tan simple la cuestión como explica Julian. Algunos son grupos criminales, mafiosos, otros nacieron legítimamente  con la intención de que la situación que en un momento determinado había en España cambiase, algunos incluso nacieron para combatir al resto de grupos terroristas. El caso es que todos matan, y todos dejan víctimas tras de sí. Hoy en día sólo queda posiblemente operativa ETA, es cierto que tenemos el terrorismo islamista, pero ese está fuera del caso para lo que nos atañe.
- ¿Qué ha ocurrido?- preguntó Irene.
- Sé de buena tinta, pues me han llegado informes de que alguien quiere que la unión y colaboración entre ETA y uno de los grupos terroristas de este informe llegué a buen puerto. Se logré mediante una acción criminal. Parte de esa acción tiene que tener lugar, ha sucedido y no podemos evitarla. Más tenemos que hacer que las fuerzas de seguridad la Guardia Civil, la Policía, tengan datos suficientes para detener a los implicados en el ataque que si ocurrió.  
- ¿Cuál es el problema?- preguntó Amelia.
- Alguien ha viajado al pasado para que no haya sólo un grupo si no dos grupos asaltantes. Si el asalto tiene lugar. Morirán hombres, mujeres y niños. No podrán dejar testigos de lo que van a hacer. Tenéis que impedir que ese segundo grupo actúe. Tenemos que mantener la historia intacta. Vuestra misión es detener a ese segundo grupo y capturar a quién haya viajado al pasado para alterar la historia.

Se acercó a ellos. 

-Os dividiréis en dos grupos. Ernesto e Irene, tendréis que ir primero al Pais Vasco y después a Madrid donde esperaréis ordenes. Amelia, Alonso y Julian, vosotros iréis directamente a Galicia. Hay una puerta cerca de la localidad donde tendrá lugar el suceso. Está en Betanzos, el año 1989, llegaréis el 1 de febrero. Si hace falta volveréis a ir el día 2 y el 3 por las puertas correspondientes.

Irixoa, 1 de febrero de 1989.

En una ladera de un campo, junto a un castaño, había un niño. No un niño aburrido, ocioso, sin hacer nada. El niño estaba leyendo un libro, y eso significaba que estaba cómodo allí y que tenía una viva imaginación.

Frente a él tenía una visión de los prados cercanos y de algunas de las casas de el Pazo y de las que estaban próximas a la carretera de A Viña. 

Este niño era como otros muchos niños de la localidad. Había crecido allí después de que fuese su familia a vivir a allí. Por alguna curiosa coincidencia, ese día cuando él más tranquilo estaba leyendo su libro, cuando parecía que nadie iba a aparecer por allí, vío algo. Tres personas pudo ver que subían por el camino que había a su derecha. Al otro lado del prado, por donde solían entrar las vacas. Él no lo sabía pero estaba viendo a Alonso, Amelia y Julian. Todo lo que vio fue a tres personas paseando. Personas como tantas otras que había visto pero que supo al momento que no eran de Irixoa.

- ¡Buenas tardes!- dijo el niño.- ¿Parecen perdidos?
- Si, quizá lo estemos un poco -contestó Amelia con una sonrisa.- ¿Dónde estamos?
- Estáis en el Ayuntamiento de Irixoa, y en la población de dicho nombre.
- ¿Qué lees? - le preguntó Amelia.
- ¡Oh! Estoy leyendo un libro de mi colección de La Maquina del Tiempo de TIMUN MAS. 
- Son buenos libros -añadió Julian. 
- ¿Desde dónde se podría ver bien toda la población para sacar unas fotos?
- Hay tres sitios que podrían ir bien. La Escuela del pueblo, y luego si suben a las colinas -constesto el niño mientras señalaba los tres lugares con el dedo.

Alonso se acercó al niño. Le entrego un papel, y le dijo en un tono más bajo pero audible para sus compañeros.

- En realidad queremos evitar que pase algo muy malo. Somos algo así como los personajes de tu libro.
- ¡Algo malo!.. Pero aquí lo más malo que puede suceder es que haya un incendio forestal. De hecho, ya hubo una vez en que la población estuvo sitiada por el fuego debido a tres incendios. Aquí la gente es sencilla, tranquila y no gusta de cosas desagradables.
- Si, tiene el aspecto de un sitio tranquilo para vivir. Un lugar maravilloso para que los niños sean felices. Gracias por la información. Es posible que nos veamos más adelante.

El niño vio como los tres extraños se alejaban camino arriba en dirección a la escuela mientras se sentaba otra vez a continuar con la lectura…

Más no llego a acomodarse. Pronto escucho a su madre llamar desde el balcón del Cuartel para que fuese a por la merienda. Así sin terminar de sentarse se levantó y fue corriendo a por la merienda olvidándose por completo de los tres extraños que había visto momentos antes.

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Madrid, 1 de febrero de 1989.

En un vehículo, dos agentes del CESID vigilaban a un hombre que mantenía contactos con De Juana Chaos. Era de madrugada. La calle estaba iluminada por un difuso resplandor entre azul y verde. La mirada de uno de ellos se detuvo en una motocicletas que había allí cerca aparcadas en la calle Cuchillos. Su compañero se fijo en el hombre al que seguían, se podía distinguir que llevaba un arma escondida preparada para usar en cualquier momento.  Su compañero sacó la cámara de fotos, enfocó y sacó varias fotos. Vieron como el hombre al que seguían entraba en una cafetería como ocultándose y justo en el preciso momento en que un coche de la policía pasaba por allí.

Unos disparos sonaron en ese momento en el piso superior a la cafetería en la que el hombre al que seguían había entrado.

Manuel Gómez saltó del coche se acercó a una de las cabinas y llamó a la policia. El coche patrulla retornó uno de los agentes salió de él. Su rostro reflejaba tensión; podría haber tenido lugar un asesinato.

El hombre al que seguían los del CESID huyó rápidamente por una calle lateral. Le siguieron. Ahora llevaba consigo un cartera negra y plateada.

Arrancaron el coche iniciando una persecución pero sin llamar su atención. Se alejaban del lugar siguiéndole.

Entonces, de golpe, el hombre cayó a tierra como alcanzado por un rayo, en la cuneta. La cartera que llevaba salió disparada y cayó frente al coche de  los agentes del CESID que frenaron en seco. Recogieron el maletín del suelo con sus armas reglamentarias en la mano.

Cuando se acercaron hasta el hombre vieron que estaba muerto. Recogieron la cartera y se la llevaron alejándose de allí.

Bilbao, 1 de febrero de 1989.

Ernesto e Irene estaban en uno de los pisos que el Ministerio del Tiempo tiene en la ciudad. Se repartieron los informes a leer. Ni siquiera sabían que debían encontrar en ellos que les ayudase en su misión, pero Ernesto sabía que esos documentos que les habían enviado desde 2015 estaban relacionados con esta.

- Mira - dijo Irene señalando un nombre: Alfonso Prada.
- Perfecto - contesto Ernesto-. Al menos es algo por donde empezar para localizar al grupo que enviarán de apoyo los terroristas.
- Lo mejor está en las imágenes - dijo Irene mostrándole la foto de Prada junto a una casa en el distrito de Uribarri, en el Barrio del Mirador.
- Vayamos hasta allí. Debemos tener cuidado.

Irene asintió. Sabía que Ernesto tenía razón.

Salieron de la habitación e iban a ir a la casa cuando le sonó el teléfono a Irene. Era Salvador. Tenían que volver a 2015.

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Madrid, año 2015. Ministerio del Tiempo.

Salvador Martí se sentó en una de las mesas de la cafetería, allí donde casi nadie se solía sentar, el lugar marcado para él cuando necesitaba pensar unos instantes fuera de la oficina. Salvador había leído los nuevos informes y una sombra de temor salvaje e ira aleteaba como un espectro en su mirada. Respiró profundamente, suspiró con un movimiento pausado y estéticamente equilibrado y posó la taza sobre la mesa.

Escuchó un ruido. Alzó la mirada y vio entrar la adusta figura de Ernesto que se acercaba a su mesa. Varios agentes del ministerio miraron unos instantes en su dirección y después de un saludo siguieron su camino.

Ernesto inició un movimiento a modo de saludo.

- Salvador, a Irene le ha surgido un problema, íbamos a seguir una pista en Bilbao.
- Termino de encontrar en nuestros archivos del 1989 del CNI, el antiguo CESID, algo que os ayudará.
- ¿Qué ha encontrado?
- Venga conmigo a mi despacho…

Salvador lanzó un bufido mientras se levantaba. Caminaron por los pasillos y entraron en el despacho.

- Tengo aquí una cosa que consiguieron en 1989 dos agentes del CESID… Y ha sido toda una sorpresa ver su contenido.

Ernesto se acercó a la mesa y lo abrió.

- Vaya varios informes de seguimiento, y cuatro nombres- murmuró-. Así pues, estos son los nombres de los terroristas de ETA que apoyaran a los gallegos, ¿no?
- ¿Alguno te suena?- pregunto Salvador.
- Así es- dijo él-. A este rubio…
- Y, ¿puedes encontrarle?
- No. Pero si él está en el grupo que va a Galicia puedo neutralizarlo, para él hace mucho que yo estoy muerto. No saben lo que se les viene encima.
- Quiero que los cojáis vivos. Quiero encerrarlos en la celda más profunda y tirar la llave a lo más profundo del océano - fue la respuesta de Salvador.

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Irixoa, 1 de febrero de 1989.

Alonso miraba los alrededores de la vieja escuela que se alzaba junto al bosque en una de las lomas de Irixoa. Se fijo en las ventanas de la parte de atrás junto a una de ellas había una escalera de madera.

- Por aquí suelen pasar normalmente niños. ¡Mirad las huellas!

Amelia miró la tierra junto al suelo. Era cierto.

- Sólo hay otras huellas. Botas grandes. Vigilaran desde aquí y cuando llegue el momento asaltaran el acuartelamiento desde la parte de atrás. Darán un rodeo, saldrían por esa ventana y luego irían por ahí - dijo Alonso-. Es lo que yo haría.

-Vamos a una cafetería a tomar algo, -dijo Julian.

Se alejaron de allí tranquilamente y fueron al bar que había en el cruce. La puerta estaba abierta en la cafetería frente a la gasolinera. Era un lugar ideal para observar si algún extraño a parte de ellos aparecía por allí, o lo hacía alguno de los sospechosos.

Al entrar pudo ver a un hombre sentado detrás del mostrador: el propietario. Estatura media, ni alto ni delgado, con pelo oscuro. En sus manos había un libro de Frederick Forsyth, levantó los ojos al verlos aparecer con cierta nota de fastidio. Sin sutilezas Julian pidió las consumiciones.

Mientras esperaban las bebidas, Julian observo a Amelia, que miraba por la ventana hacia el exterior, como si meditase sobre algo profundo o personal de ella.

- ¿Vamos a estar aquí todo el día? -preguntó Alonso.
- Buena pregunta -respondió Amelia-. ¿Se te ocurre algo Julian?
- Bueno, quizá algo de ayuda de alguien que conozca este lugar serviría de algo. Nos ayudaría a atajar lo que pueda suceder o lo que vaya a suceder.
- ¿ A qué te refieres?
- Me refiero al hecho de que realmente no sabemos mucho. Quizá alguien que hubiese vivido el suceso nos podría ayudar un poco.
- Creo que deberíamos consultar con el jefe. Volvamos.

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Arzúa, 24 de abril de 2015. Biblioteca Pública "Rosalia de Castro".

Cuando Miguel se quedó en la soledad del piso con sus apuntes, sus libros, sus escritos, algunos de sus amigos se asombraron de ver que pese a todo mantenía su humor y su forma de ver el mundo. Participaba siempre que podía en el club de lectura aunque en ciertos aspectos sentía que al menos en Arzúa el intento "también había salido rana".

Observación que duró poco tiempo en su mente pero que tan sólo entenderían los que lo conocían de cerca. De complexión fuerte, gafas, calvo y con un carácter apacible de forma habitual, parecía vivir en esos límites que a algunos recordarían a algunos antiguos sabios griegos o incluso artistas y escritores de otros tiempos. Era un ilustrado aunque por su habitual aspecto no lo pareciera. Había vivido mucho a lo largo de su vida.

Como cualquier otro día se encontraba con su ordenador en la biblioteca. En la mesa frente a la que él se encontraba había uno hombre de entre 40 y 50 años, delgado, de pelo ralo y rizado e incipiente barba, con aspecto de hacker y un ordenador como el suyo de Apple.

La impresora seguía sin funcionar y eso le desesperaba. Pero tenía un par de libros para documentarse para una nueva historia en la que trabajaba en sus ratos libres bajo un seudónimo.

El teléfono sonó. Era su padre que quería hablar con él. Se dijeron unas palabras. Después, lentamente, Miguel recogió las cosas de la mesa en la que estaba sentado y salió por la puerta que daba a la escalera. Hoy no bajaría por el ascensor.

Fue al supermercado a comprar el pan y algo de comida. Después volvió a casa y llamó a sus padres. La conversación fue corta. Le dijeron que ya le llamarían más tarde.

Sentía cierta seguridad mientras estaba en casa. Seguridad y un ambiente hogareño. Sentado con calma en su estudio con el sonido de fondo de la televisión seguía su trabajo y estudio.

Madrid, año 2015. Ministerio del Tiempo.

Salvador miraba hacia el claustro y el pozo a través de la ventana. Su silla, permanecía vacía como las otras. Entre los papeles que había encontrado en el maletín recuperado por los agentes del CESID había una foto y toda la información relacionada con ella la retiró del maletín y la había guardado a buen recaudo en el único lugar donde sabía que los enemigos de España y los del Ministerio no podrían llegar.

Angustias llamó a la puerta, la mueca de su rostro por una vez parecía recordar el de la sacerdotisa de un templo antiguo.

- ¡Sí! ¿Qué sucede?
- Amelia y compañía están de vuelta.
- Sí, deja que pasen.

Cuando se giro y miro sus rostros vio sus semblantes rígidos y preocupados. Los ojos de Alonso estaban con una mirada ausente. Se veía que pensaban en algo. Julian consultó su reloj mientras tomaba asiento. Toda muestra de impaciencia estaba fuera de lugar, pero le gustaría retirarse e ir a visitar una vez más a la mujer que amaba. Por su parte, Amelia se esforzaba por permanecer inmune a la agitación que iban a plantear su palabras.

- Adelante, señorita Folch. Estoy deseando saber que me tienen que decir en medio de la misión,
- No creo que le guste lo que le voy a pedir.
- Eso dependerá de que pueda ser peligrosa o arriesgada.
- Gracias.  Sencillamente… - se calló un segundo antes de continuar- Necesitamos de la ayuda de alguien que conozca que ha sucedido allí y que además conozca el lugar.
- ¿Qué dice? Oh, no. Claro que no. Eso no deben hacerlo si hacemos que alguien que haya estado allí nos ayude podría estar tentado a cambiar la historia. No tenemos derecho ha hacerlo. En todo caso, agradezco que no hagan nada de eso sin consultarme.
- Gracias, señor -dijo Alonso-. Sólo una pregunta.
- ¿Cuál?
- Mi planteamiento es el siguiente. No podría o se podría conseguir la colaboración que pide Amelia sin que esa persona supiese lo que sucede realmente.
- Interesante planteamiento. ¿Cómo sugeriría hacerlo?
- De forma que ni siquiera nosotros lo sepamos. Se le tendría que hacer llegar una forma de contactar con nosotros para darnos esa ayuda. Un número de teléfono, por ejemplo,  un correo electrónico o a través de un perfil de Facebook o Twitter.
- ¿Qué son Facebook y Twitter?- preguntó Alonos extrañado.
- Son una forma de comunicación y de crear redes de contactos y amigos.
- Así es.
- Adelante, entonces. No usen un número de teléfono pero si pueden usar un perfil de red social. Siempre que esa persona no viaje al pasado a intentar cambiar las cosas -dijo Salvador.

Madrid, 2015. Piso donde vive Alonso.

Aunque habían pensado en volver inmediatamente a 1989 fueron al piso de Alonso para pensar un plan, Amelia se sentó en el sofá casi sin pensarlo acudió a su mente algo inverosímil que su yo futuro le pidiese ayuda a alguien, cortó esa linea de pensamiento y se quedó un par de minutos callada, sentada en silencio.

Empezaban a ponerse nerviosos, pero después de unos minutos Alonso habló, volviendo a hacer que todos tomasen contacto con la realidad.

- ¿Qué os parece contactar con esa persona que nos ayude mediante teatro? -dijo Alonso.
- Hoy en día se llevan más las series de televisión -añadió Julián.
- ¿En qué piensas?- fue lo que dijo Amelia.
- Pensaba en el niño que vimos allí en aquel campo. Seguro que sabe cosas y conoce el lugar. Podríamos contactar con él y…- comenzó a decir Alonso.
- Recuerda que no lo podemos hacer de una forma directa- añadió Julian.
- Pero a través de una serie de televisión… Él estaba leyendo un libro de viajes en el tiempo y si esos gustos permanecen, podríamos usarlo en nuestro favor para contactar -repuso Amelia- y creo que sé como hacerlo.

Echaron una mirada al reloj y se pusieron de pie. Tenían poco tiempo para avanzar en su plan y para ello debían de ir al pasado al año 2003. Habían elegido contactar con alguno de los productores de la serie de televisión "Los Serrano".

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Madrid, 2015. Pasillos del Ministerio del Tiempo.

Julian, Amelia y Alonso caminan por un pasillo lleno de puertas.

- Obviamente, si contactamos con él productor en este año no nos servirá de nada -dijo Amelia.
- ¿Qué propones?- fue la pregunta que surgió de los labios de Alonso.
- No está claro por donde estamos. Vamos a viajar a la época en la que se puede inducir a crear una serie que nos convenga a nosotros. Eso sí. No podremos decirle nada al jefe o la liaríamos parda. Después solo crear un perfil en la red para contactar con nuestro amigo y ya está.
- Lo ves. Muy fácil. ¿Cómo se llamaba ese niño?
- Tranquilo, lo sabremos cuando volvamos a Irixoa. Sólo tendremos que preguntarle.

Se acercan a una puerta. Miran el número van al Madrid de 2003, al 19 de abril.

Bilbao, 1989. Casa de Uribarri, en el Barrio del Mirador.

Durante varias horas Irene recorrió las calles hasta que de golpe se encontró frente a la parroquia de El Salvador. Mientras vigilaba la casa se había fijado en una chica joven de unos 20 años que parecía vivir allí. Había decidido adelantar trabajo de algún modo y ¿por qué no poner unos micrófonos en la casa y saber lo que se cocía allí?

Mientras caminaba por los alrededores observo como la joven entraba en la iglesia. Irene entró detrás. No era muy de iglesias pero recordó esos romances de iglesia de la literatura clásica de los que tanto hablaba Ernesto. Se sentó tras ella en uno de los bancos y esperó. En un momento determinado sus miradas se cruzaron e Irene uso su magnetismo natural para influir en ella para que se le acercase al salir. No fue muy difícil. Diez minutos después las dos iban en dirección a la casa, Irene le había dicho que tenía su coche cerca de Hirialde.

Minutos después las dos estaban dentro de la casa. Sentadas en la cocina. La joven se llamaba Susana.

- Luego te acompaño hasta el coche- dijo Susana.
- No tienes de que preocuparte -respondio Irene-. El coche es de un amigo, mejor que lo recoja él. Sabe que lo dejé allí y que me gusta pasear hasta tarde.
- Eres valiente. En los tiempos que corren es arriesgado pasear sola en la oscuridad de la noche. Hay muchos criminales.
- Son peores los que se ocultan a plena vista que los que están en la oscuridad de las calles. Lo sé muy bien. Tienes una casa bonita.
- Es de mi hermano. Aquí vivimos los dos. Me dice que pronto levantarán varios edificios y que ha acordado venderla a cambio de un bajo para poner un negocio y dos pisos para que estemos independientes uno del otro.
- Lo entiendo. Ni tu puedes venir con chicos ni él con chicas.
- Más podría decirse que es al revés. Él siempre viene con amigos y yo siempre tengo a alguna amiga o conocida por aquí.
- ¿De verdad?- pregunto Irene mientras le plantaba un beso en los labios.

Usó ese truco para despistarla mientras ponía un micrófono bajo la mesa en una de las esquinas. Esperaba tal vez un rechazo, ya alguna vez más le sucedió antes. Esta vez no fue así.

Instantes después ya le joven le había enseñado el resto de habitaciones, y entre beso y caricia, Irene colocó los micros en la sala de estar, La Oficina y en la mesita de la entrada junto al teléfono.
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(CONTINUARA...)