sábado, 18 de octubre de 2014

Licencias

Mi nombre verdadero es irrelevante. Tan sólo decir que soy una especie de ladrón y que me aproveché de la imaginación de una persona para tomar imagen cuando tenía ciertos problemas y después no me fue posible abandonar.

Todo comenzó para mi después de la muerte de alguien muy querido tras el robo de unas joyas en Sudáfrica. Una organización las robo, uso a esa persona para trasladarlas a un museo de Europa, y seguidamente asesinó a esa persona. Eso hizo que yo saliese a la luz, pues hasta ahora nadie sabía de mi existencia salvo otros ladrones de guante blanco, algunos detectives muy especiales, y poco más. Más cuando llegué a Estados Unidos y conocí a la detective Holt, me aproveche de una de sus creaciones. Si amigos, me aproveche de su jefe ficticio Remington Steele.

Si fue una licencia que primero ella y después yo usamos. Espero que después de todas nuestras aventuras, después de todos nuestros trabajos conjuntos nos sea perdonada a ambos el uso necesario de la personalidad de Remington Steele. Una cosa es cierta, desde que soy Remington Steele, desde que estoy con Laura, no he tenido necesidad de robar, y he sido relativamente honrado… Salvo en el nombre claro está.

De hecho, le hice una promesa a ella y la estoy cumpliendo. Incluso conseguimos devolver las joyas a sus legítimos dueños y detener a los agentes de esa organización de tráfico de joyas que hicieron matar a la persona a la que yo tanto quería.

En cualquier caso no estoy des-informado y cuando no hace mucho en New York habían robado algo muy valioso. Sin consultar con mi socia, me puse en contacto con la aseguradora para que lo investigasen pues sabía que una vieja amiga, antigua ladrona, Chantal, podría ayudarles en la recuperación del objeto. 

Cuando fue preciso yo le remití la información precisa a través de un contacto común en la ciudad.  Mientras desde el asiento del despacho de la agencia de detectives coordiné todo para que saliese bien, incluso conseguí que los agentes que investigaban el asesinato del director de la galería tuviesen ciertas sospechas primero de él, luego de mi propia amiga Chantal, e incluso de otro famosos colega del gremio de ladrones.

Por suerte, como me contó ella después, cierto asesor ayudó más de lo que se esperaban pues había confiado en la inocencia de ella hasta el final.

La verdad, muchos se preguntaran ¿cuál es mi nombre? Yo les diría que soy Arsenio Lupin, pero creo que eso tampoco sería del todo cierto. Además, no soy el único "reinsertado" en la sociedad,  y mejor que mi nombre, mi nombre real, todavía no salga a la luz, pues sé que todavía hay quien me busca bajo mi verdadero nombre por hechos del pasado, pero por suerte desconoce mi rostro.

Espero que mis aventuras sean de vuestro agrado mientras perdonáis la licencia de ser quién no soy.

viernes, 10 de octubre de 2014

"EL TEMIDO ENEMIGO" (Relato FANFIC basado en la serie CASTLE, relacionado con hechos de la 7ª Temrporada)

Para el joven Rick Rodgers todo comenzó un día como otro cualquiera en New York cuando tenía diez años. Su madre estaba trabajando y él se puso a deambular por las calles mientras la esperaba hasta que algo llamó su atención.

Un grito.

Un grito que sonó en la oscuridad, en algún punto de un callejón a su derecha. Un grito que siempre recordaría.

Una mujer hermosa salió del callejón corriendo. Miró al joven Rick sorprendida. Lo cogió de la mano y lo hizo correr hasta que llegaron a las inmediaciones de la Biblioteca Pública de New York. Rick se pudo dar cuenta entonces de que la mujer sangraba. Estaban cerca de la puerta cuando algo alcanzó a la mujer y esta cayó al suelo soltando su mano.

- ¡Corre! ¡Escóndete! -le dijo la mujer con sus últimas fuerzas.Después su cuerpo hermoso quedó quieto en las escaleras junto a la estatua de William Cullen Bryant. 

Rick se ocultó y observó como un hombre se agachaba junto al cuerpo de la mujer y lo registraba. Le quitó la cartera, las joyas que llevaba, pero buscaba algo más. Rick miró la mano que la mujer la había agarrado, en ella sostenía un objeto que no podía reconocer en ese momento. Estaba seguro que era lo que buscaba el criminal.

Con rapidez se escurrió por la parte de atrás del edificio del Briant Park Grill, pegado a la pared de la biblioteca, ocultándose como mejor pudo. Corrió hasta detrás de los contenedores que había junto a una de las puertas laterales del edificio de la biblioteca. Mirando entre la pared y el contenedor pudo ver que el hombre que había cometido el asesinato doblaba la esquina tratando de localizarlo. Fue entonces en ese momento de terror cuando Rick se fijó en que la puerta lateral de la biblioteca estaba medio abierta. Sin dudarlo se coló en su interior cerrando con cuidado tras de si la puerta sin hacer el menor ruido.

El niño estaba aterrorizado, el corazón le latía acelerado. No sólo había presenciado un crimen si no que podía reconocer al asesino, le había visto el rostro.

Luego fue a su sala preferida, necesitaba pensar en que haría su héroe literario en un caso semejante. Así que fue a aquella sala en la que estaban los libros de Ian Fleming. Miró con cierto temor lo que tenía entre sus manos. Era algo alargado como metálico, cuando miró con detalle vio que era una llave dorada. Una misteriosa llave de una caja de seguridad con un número, el número 38. 

Más no iba a estar totalmente sólo allí dentro.

Alguien más había visto los sucedido. Alguien que estaba allí observando desde las sombras a Rick y a su madre desde que habían salido de casa. Ese alguien sí adivinó donde estaba el joven Rodgers pues lo había seguido otras veces por el interior de la biblioteca. 

Cuando el criminal se alejó, él entró en la biblioteca. Conocía bien los gustos literarios de Rick Rodgers. Lo encontró junto a los libros de Ian Fleming, mirándolos y viendo como guardaba algo en uno de ellos que no podía determinar cuál desde el punto donde miraba.

Vio que Rick estaba nervioso así que se alejó y avisó a uno de los guardas sobre la presencia del niño. La policía ya estaba llegando a la zona, cuando el guarda acompaño a Rick a su casa, saliendo por la puerta principal mientras sus compañeros se encargaban de atender a la policía. 

Nadie pensó que podía haber sido testigo de algo salvo su temor a estar sólo en la biblioteca a aquellas horas.

El día siguiente llego. La curiosidad del niño de diez años por aquella llave misteriosa volvió a él. 

No le costó mucho convencer a su niñera para ir a la biblioteca para coger un libro de allí. Sin embargo, cuando llego a los libros de Fleming se vio en su cara una profunda pena. 

Fue entonces cuando un hombre se acercó a él. Miró el estante y vio el libro que faltaba.

- ¡Toma! Te regalo este ejemplar. Guárdalo bien y olvida lo que ha sucedido en la noche. Recuerda que incluso 007 ha preferido olvidar muchos hechos de su pasado por llegar a un logro mayor y conseguir un bien para muchos. Léelo y recuerda siempre que algunas veces por nuestro propio bien y el de aquellos a los que queremos debemos olvidar lo que hemos visto o lo que hemos hecho.

El niño miró al hombre a los ojos y vio una extraña dulzura que le dada seguridad. 

- Siempre recordaré este libro, señor. 

Luego el hombre desapareció entre las estanterías mientras el niño de diez años, Rick Rodgers, se alejaba con dos libros uno de la biblioteca de Edgar Allan Poe y el libro que le había regalado aquel hombre desconocido.

Y el niño olvido casi todo lo que sucedió esos días, pero nunca olvidó el libro de Ian Fleming y al hombre que se lo entrego. Tampoco olvido sus palabras pues de alguna forma algo le decía que quizá, solo quizá en un futuro lejano, ese temido enemigo que lo rondó aquella noche podría volver. Sabía que si eso sucedía, y llegaba el momento en que tuviese que enfrentarse a esa oscuridad, es posible que las palabras de aquel hombre que muchos años después descubrió que era su padre cobrarían sentido.

sábado, 20 de septiembre de 2014

"The Independence Day" (FANFIC de Doctor Who) por Miguel A. Mateos

Clara caminaba por la calle. Salía del instituto donde impartía clases. Los alumnos hoy estaban nerviosos, rebeldes. Al día siguiente se votaría el referéndum por la independencia de Escocia y eso traía o, más bien, atraía polémicas diversas. Tenía que hablar con el Doctor sobre ello.

Miraba al suelo ensimismada, pensando en como plantearle el problema al Doctor sin que se enfadase o se sintiese defraudado con ella. Entonces… Alguien le tocó en el hombro…

Era el Doctor.

"Clara, ¿Qué pasa? Has dejado atrás la TARDIS como si no existiera. Eso nunca le ha pasado a uno de mis acompañantes. Al menos que yo recuerde".
"Un dilema que me han planteado mis alumnos me ha hecho pensar".
"¿Cuál es ese dilema?", pregunto el Doctor.
"Se trata de la independencia de Escocia. Mañana será la votación".
"¿En qué año estamos".
"2014".
"Algo está mal. Escocia será independiente pero la fecha, el año, no concuerda". 
"¿Qué quieres decir?"
"Recuerdo estar en la nave espacial en la que los Escoceses viajaban por el espacio. Me acompañaba una chica especial, pero no recuerdo si era Rose o Amy."
"¿Entonces?".
"Vamos a la TARDIS. Corre. ¡Tenemos que ir a Edimburgo!"

Vuelven atrás y entran en la TARDIS.

No muy lejos una mujer de pelo oscuro se acerca a una roja cabina de teléfono como si fuese a llamar ella por teléfono a algún lado. Entra y desaparece. Es otra TARDIS, que desaparece como un relámpago, como si nunca hubiese estado allí.

El Doctor da vueltas preocupado alrededor de la consola.

"Alguien quiere cambiar la historia para llamar mi atención", dice el Doctor.
"No lo entiendo".
"Pues después de viajar conmigo ya deberías entenderlo. Quiero decir que no es el momento en que esto debe ocurrir".
"¿Cómo vamos a evitarlo!"
"No lo sé. Las Leyes del Tiempo son rotundas: prohiben interferir en la historia o influir para que esta cambie."
"¿Cómo actuamos entonces?"
"Tengo que pensar. Necesito tiempo…"

Clara se sienta en las escaleras, con la cabeza apoyada en las manos y los codos en las rodillas. El Doctor pasea de arriba a abajo por la TARDIS. Unos minutos después el Doctor se detiene frente al encerado. Se loen a escribir en él lo que parecen un montón de garabatos.

"Creo que tengo una idea", comenta Clara.
"Dímela."
"No podemos cambiar la historia, pero podemos hacer que vean las posibilidades futuras mientras duermen, como en un sueño, y que después decidan libremente."
"Es una de las ideas que rondaba mi mente, quizá la que mejor nos podría servir en este caso."
"¿Qué necesitaremos?"
"¡Un rayo!¡Energía!"
"Eso es difícil, pero… ¡y una descarga muy grande de energía desde la central eléctrica más cercana a Edimburgo!"
"Eso podría servir. La central de Logannet es la más cercana."

El Doctor comienza a pulsar botones en la consola.  La TARDIS se materializa en Toll Road en un cruce cercano a la última casa de Kincardine on Forth. El Doctor comienza a conectar cables a una zona específica del interior de la TARDIS, a la consola y después sale al exterior con una especie de antena parabólica y un gancho.

Clara lo mira.

"Eso, ¿para qué es?"
"Oh, bueno, tendremos que hacer que venga toda la energía a nosotros y después enviar nuestra onda a los satélites que reflejaran nuestro mensaje hacia todos los escoceses, aunque estén fuera de Escocia, y también a los extranjeros que se encuentren en Escocia,"
"¿Algo más?"
"Necesitaré de toda tu ayuda."
"¿Qué tengo que hacer?"
"Conecta aquí tu teléfono móvil. Cuando yo te diga vas a tener que teclear muy rápido para piratear y dirigir la energía de la central hacia nosotros por la red eléctrica."

Clara conectó su teléfono móvil al enchufe universal que le entregó el Doctor. Mientras el teclea en una pequeña consola y dirige la antena hacia el espacio y los satélites que va a necesitar para emitir el mensaje onírico.

"¡Ahora Clara! ¡Teclea el código que te ha llegado por mensaje!"

Clara lee el código, F34GH1293LM. Lo teclea.

En Edimburgo y Londres saltan alarmas referentes al sistema eléctrico. En las oficinas de Scotland Yard y del MI5 se forma una pequeña revuelta. Llaman a las autoridades competentes de Edimburgo.

"¿Qué está sucediendo? El trasvase de las líneas de energía procedentes de la Central de Kincardine no siguen las vías habituales."
"El sistema ha sido pirateado y han modificado el recorrido, están llevando toda la energía de la central hacia la población de Kincardine".
"Eso es muy peligroso. ¿Qué mas tenemos?"
"El número del teléfono desde el que se ha emitido la señal."
"¿A quién pertenece?"
"Clara Oswald. Es profesora en uno de los institutos de la ciudad."

Mientras el Doctor le dice a Clara.

"¡Rápido! No hay tiempo ya llega la energía… Ahora teclea el segundo código que te llega al móvil…"
"Vamos a ver. 567L44M36TG."

En Londres dos agentes de Scotland Yard hablan con Danny Pink.

"¿Ha visto a la señorita Clara Oswald?"
"Si, ha salido hace un rato con la moto. Supongo que habrá ido a casa de sus padres."
"Gracias. Si la ve avísele de que necesitamos hablar con ella."
"Lo haré. No lo duden."

Los dos agentes se van alejando.

"Es imposible que en moto sea capaz de llegar a Edimburgo o a Kincardine."
"Tienes razón. La única posibilidad es un avión o un helicóptero."

El compañero coge el teléfono del bolsillo y llama a la central.

Lejos de allí.

"Ya está. Desconectamos de la red eléctrica. Tenemos este aparato cargado y listo para emitir."
"¿Cuándo lo haremos?"
"En cinco minutos. Desde el interior de la TARDIS", responde el Doctor mientras coloca la antena en el techo de la TARDIS.

Mientras ven pasar varios coches de policía. No reparan en ellos en ese momento. Una suerte. Llegan las 18:00 horas del día 17.

"Clara. Es el momento. Tenemos que teclear esto a la vez en la consola."
"¿Desde qué teclado?"
"El opuesto al mío. ¡Corre!"

Se colocan en sus puestos y teclean una única palabra: FÉNIX. Inmediatamente se emite a través de la antena una onda que llega a los satélites. Se retendrá una hora en ellos y la volverán a devolver a la Tierra, pero no a ningún equipo informático si no a todos los Escoceses y Extranjeros que tengan voto al día siguiente.

El Doctor mueve la palanca de la TARDIS y vuelven a Londres. Clara coge la moto que tiene aparcada en un rincón la saca a la calle y se dirige a casa de sus padres. El Doctor sonríe. El mueve la TARDIS hasta las cercanías del domicilio de los padres de Clara.

Agentes de Scotland Yard están allí esperando. La familia de Clara preocupada escucha el sonido de su moto y instantes después ve entrar a Clara.

Después de una hora de interrogatorio ven que es imposible que Clara haya sido la persona que ha hackeado es sistema eléctrico. Le preguntan si en algún momento a tenido lejos de si el teléfono móvil.

"Puede ser que alguien copiara la tarjeta del teléfono. Pero sólo hubiese podido ser cuando estoy dando clase o cuando estoy en el gimnasio", es la respuesta de Clara.

La noche pasa. La policía sigue investigando pero sin centrarse ya en Clara. Llega el día siguiente.

A la puerta del instituto está el Doctor apoyado junto a la puerta viendo pasar a los alumnos.

"Buenos días". le dice Clara.
"Buenos días. La emisión ha sido un éxito. Ahora falta ver el resultado."
"Si deseas puedes venir a casa y verlo conmigo, con mis padres y con Danny Pink."
"Te tomo la palabra. Allí estaré para ver los resultados."

Por la noche las noticias comenzaron a analizar los posibles resultados de la votación en Escocia. La cosa estaba muy igualada, por momentos parecía que iba a ganar el SI y en otros el NO. Al final cuando parecía que todo parecía decantarse por el SI a la independencia de Escocia y algunos ya lo iban a festejar salieron los últimos resultados salieron a la luz. Con una ventaja para unos ligera y para otros suficiente había ganado el NO.

El Doctor le guiño un ojo a Clara.

"Todavía no era la hora, ¿verdad?"
"Tu sabrás", responde Clara.

Danny Pink toma nota mental de ese hecho.





lunes, 7 de abril de 2014

"EL ENTERRADOR" por Miguel A. Mateos Carreira


"… se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria."

No sabía la verdad, al pensar que el mito de "El Enterrador" se ceñía al luchador de la WWE. Me equivoqué  al creer que este serán otro encierro más, otra investigación más.

Cuando comenzamos el viaje a España la sombra de dos oscuras nubes parecía ennegrecer las sombras del día. Después de leer el e-mail que llegó desde aquella localidad de Galicia nos preguntábamos como afrontar este encierro.

Creíamos en fantasmas. Creíamos en el terror que pueden producir, en lo que podían hacernos sentir. No sabíamos si creer en el terror en estado puro. Ahora si creo y temo que mis compañeros también.

(SIGUE DEBAJO...)

Preparamos cuando llegamos el encierro, tal y como hemos hecho otras veces.

Nada nuevo, nada raro.

Excepto lo que contaban algunas personas en bajos susurros  casi inaudibles en nuestros micrófonos como queriendo guardar un secreto.

Sólo un joven fue claro con nosotros. Había investigado sobre un ser similar y el relato más antiguo sobre este decía que procedía de Siria, de Tell Kalakh.

(SIGUE DEBAJO…)

Era una investigación rigurosa. Tanto que uno de mis compañeros dijo:

- No deberíamos haber venido. Bien sabes que lo paranormal encierra peligros…

No hice caso. Seguimos adelante. Había tres lugares donde ese extraño ser, ente o fantasma aparecía. El cementerio, una casa en ruinas al noroeste de la población y un antiguo asentamiento prerromano.

¿Por qué esos tres lugares? No tenía sentido.

El joven nos guió a los tres sitios. Entramos en acción haciendo unas grabaciones previas, pero parecía como si una sensación de calor se impusiese a cualquier otra.

(SIGUE DEBAJO…)

En unos croquis se marcaron donde se pondrían las cámaras en el cementerio, el antiguo asentamiento y la casa en ruinas.

Iniciaríamos el encierro en el cementerio y terminaríamos en el antiguo asentamiento. Tres eran los lugares  y tres nosotros, pero por alguna razón preferíamos estar juntos. Sólo el joven de la población junto a una amiga suya que sabía de imagen y sonido se colocaron en la zona base controlando las cámaras estáticas.

(SIGUE DEBAJO…)

Hacía años que deseaba conseguir una imagen clara de un fantasma. No sabía que en este encierro obtendría lo que buscaba.

Llego la noche. Entramos en la primera parte del encierro: en el cementerio.

La luna brillaba, los gatos de la población parecía que se habían puesto de acuerdo en llegar en ese momento.

Sucedió entonces lo extraño. Como una comitiva los gatos se acercaron a una de las lápidas. Un gato gris atigrado se colocó en el centro, un rayo de luna cayó sobre él y soltó una maullido. Parecía un llanto y los otros gatos lo imitaron.

Una sombra apareció en la cámara térmica. Algo parecido a un hombre con un sombrero y una pala. Luces rodearon la tumba quedando el hecho registrado en las cámaras X.

Sentimos que un temor se apoderaba de nosotros. Tratamos de obtener alguna psicología. Sólo unos gruñidos extraños aparecían.

En ese mismo instante nos informaron por el walkie que había aparecido un extraño hombre en la casa. La descripción recordaba a los enterradores del Viejo Oeste.

Cuando llegamos a la casa y tratamos de localizar alguna muestra de actividad paranormal no conseguimos nada.

Lo más extraño era el silencio. Parecía que habíamos entrado en una tumba. Eso no nos gusto. Mantuvimos el tipo pero al final cortamos el encierro en la casa.

Fue en el antiguo asentamiento pre-romano, en el castro, donde todo se precipitó. Comenzamos a tener registros muy altos en el mel meter, psicologías surgían por doquier. Había mucha energía. Entonces la vimos. Parecía una chica sentada en el centro del castro. Está sentada, agarrándose las rodillas, meciéndose.

La enfocamos con la cámara. E ese momento vimos sus rostro. Era pura oscuridad salvo su boca. Una boca en la que se veían unos dientes de demonio temibles. Ibamos a huir cuando en la entrada del castro apareció él: "El Enterrador", atacó al demonio que parecía una chica.

Estalló una luz. Huimos, Las cámaras se apagaron. La imagen quedo registrada. Hasta el día siguiente no volvimos a por las cámaras.

Agradecimos a los dos jóvenes de la población su ayuda y volvimos a casa. No volveríamos a investigar. Lo visto en aquel lugar nos llegó de sobras.

(FIN)