Muchas de nuestras ciudades tienen cines. Unos cines son grandes y otros pequeños. En algunos lugares hay varios cines. Hay los cines de siempre y hay cines en hoteles u otros establecimientos similares.
Cada cine tiene su historia. Cada cine tiene sus secretos.
Este relato es un relatos de uno de esos cines. Un cine oculto, de una única sala. Un cine que permanece escondido a las miradas inquisitivas del turista que ajeno pasa por esa calle. Un cine digno de salir en uno de los programas de Iker Jimenez en Cuarto Milenio u otros parecidos.
¿Por qué lo es? Por los sucesos extraños que suceden en el cuando las luces se apagan y se inicia la proyección de las películas.
Ese cine se encuentra en Ciudad Rodrigo, en Salamanca, en una de esas ciudades medievales que hay en España. Una de esas ciudades dónde todos se conocen, o casi, y dónde las historias familiares se remontan a siglos atrás.
Aquellas personas que vieron o sintieron, que percibieron o descubrieron, en la oscuridad el secreto de la sala de ese cine no se atreven a contarlo salvo en susurros, para no ser escuchados y sobre todo escuchadas, pues nadie creería sus palabras.
¿Nadie? No, seguramente si existiese quién lo creyese pero seguramente se equivocaría en la verdad.
Todo empezó en tiempos remotos. Los antiguos habitantes del lugar descubrieron que allí se habría una puerta a otra dimensión, a otro mundo. Creyeron que era una entrada al mundo de los dioses, o de algún dios concreto. No se equivocaban. Era una puerta. Era una puerta a través de la que unos seres no muy diferentes a los demonios penetraban en nuestro mundo para tratar de tener descendencia en este. Una descendencia que les permitiese acceder definitivamente y reinar en nuestro mundo. En aquel entonces un poderoso druida consiguió cerrar la entrada, y todo quedó olvidado por todos salvo en unos viejos pergaminos de la época romana dónde se contaba la leyenda.
Pero la gente lo relegó al olvido. Y en su afán de construir y construir, fue alzando casas, palacios y otros edificios allí. Levantaron murallas. Pero olvidaron su pasado remoto, salvo en lo concerniente a héroes, riquezas y otras cosas semejantes. Olvidaron a las Sombras de la antigüedad.
Sin saberlo volvieron a abrir la puerta por el druida cerrada, y aquellos seres olvidados salieron al exterior.
El tiempo pasó Durante la época medieval sucedieron algunos incidentes misteriosos. Mujeres que denunciaban haber sido atacadas por algo o por alguien en la oscuridad. Las autoridades investigaron pero no descubrieron nada.
Todo volvió a olvidarse. Hasta ahora...
Empezó todo cuando una joven, Teresa, que había acudido de excursión con su colegio a Salamanca y tenían habitaciones en uno de los hostales de Ciudad Rodrigo, fue con una de sus amigas al cine.
Ir al cine puede ser relajan, puede hipnotizar e incluso dar sueño a la persona que allí acude.
Habían entrado despreocupadamente en la Sala del cine. De la misma manera se sentaron en sus butacas respectivas, una al lado de la otra. Sus ojos se centraron en la pantalla ya antes del inicio de la película. Se sentían muy relajadas. Era como si la película las estuviese hipnotizando.
Entonces una sintió como si unas manos comenzaran a tocarla suavemente. Le tocaban los brazos... Le tocaban los hombros... Poco a poco su cuerpo respondía a esas caricias cada vez más atrevidas... Sintió como si unas manos entrasen por el escote de su blusa... Estaba a punto de dejarse ir.... Se dio cuenta en ese momento de donde estaba... Se levantó de golpe asustando a su compañera y amiga... Y, rápidamente salió por la puerta...
Cuando su amiga llegó a su lado y le explicó lo sucedido esta no daba crédito a sus palabras.
- No había nadie en los asientos de atrás. Lo soñarías o lo imaginarías.
Ella sabía que no. No podía olvidar esa sensación. Y, su recuerdo todavía hoy la acosa por las noches.
Sin embargo, no es la única. Otras también han sido asaltadas por algo en las zonas cercanas a ese cine, peor sobre todo en su interior. Algunas pensaron en que alguna persona que se escondía lo hacía, pero nunca descubrieron a nadie ni antes ni durante ni después...
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