"Él se levantó y lo siguió." (Mt 9,9-13)
El silencio parecía tangible aquella tarde en The Cloisters. No llegaba ningún ruido de los claustros y capillas, mucho menos de las calles del norte de Manhattan.
Sabía que le quedaba poco tiempo allí, para amigos y enemigos había muerto hacia un par de horas en el puente de Brooklyn.
Lo había preparado todo para desaparecer en las aguas del East River. No se esperaba el tiroteo ni tampoco que un franco-tirador le alcanzase cuando saltaba a las aguas frías.
Herido consiguió llegar como había planeado al puente de Manhattan. Había subido ha Franklin Delano Rooosvelt, montado en un coche aparcado en una plaza alquilada en Rutgers St. y finalmente despareció en la entrada de metro de East Broadway.
La herida no era grave. Solamente un arañazo, y eso era un milagro. El tirador no era un profesional si no estaría realmente muerto.
Ahora mientras se relajaba en The Claisters repasaba mentalmente como había comenzado todo.
Lo primero, aquella traducción al inglés de un libro escrito por un personaje al que llamaban "Duende". Lo segundo, el descubrimiento del viejo texto benedictino de la abadía de San Miguel de Cuixa. Lo tercero, alguien creía que era importante y quería matarlo por ello.
Sabía que le quedaba poco tiempo allí, para amigos y enemigos había muerto hacia un par de horas en el puente de Brooklyn.
Lo había preparado todo para desaparecer en las aguas del East River. No se esperaba el tiroteo ni tampoco que un franco-tirador le alcanzase cuando saltaba a las aguas frías.
Herido consiguió llegar como había planeado al puente de Manhattan. Había subido ha Franklin Delano Rooosvelt, montado en un coche aparcado en una plaza alquilada en Rutgers St. y finalmente despareció en la entrada de metro de East Broadway.
La herida no era grave. Solamente un arañazo, y eso era un milagro. El tirador no era un profesional si no estaría realmente muerto.
Ahora mientras se relajaba en The Claisters repasaba mentalmente como había comenzado todo.
Lo primero, aquella traducción al inglés de un libro escrito por un personaje al que llamaban "Duende". Lo segundo, el descubrimiento del viejo texto benedictino de la abadía de San Miguel de Cuixa. Lo tercero, alguien creía que era importante y quería matarlo por ello.
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