Todo comenzó con un poemario que se había presentado en la XVII edición del Premio "José Espronceda", una obra de una tal Santiago Aguaded Landero. Uno de aquellos poemas llamó la atención de la escritora de la localidad Lucia González Lavado. Había algo en el texto que la atraía de forma poderosa más allá de ese vinculo con Goya y sus grabados. No sabía que podía ser, era como si hubiese algo que le era familiar, tal vez en el ritmo. No sería la única en detectar eso. El archivero del Ministerio del Tiempo también lo detectó.
Ese poema era de Lord Byron, pero no era un poema conocido. Era uno de esos poemas que Lord Byron regaló afectuosamente a alguno de esos lectores que le habían sorprendido por alguna razón. Un poema escrito en Suiza entre 1815 o 1816. Los expertos no terminaban de ponerse de acuerdo en la fecha.
25 de marzo de 2019. Oficina de Salvador Martí.
Ese poema era de Lord Byron, pero no era un poema conocido. Era uno de esos poemas que Lord Byron regaló afectuosamente a alguno de esos lectores que le habían sorprendido por alguna razón. Un poema escrito en Suiza entre 1815 o 1816. Los expertos no terminaban de ponerse de acuerdo en la fecha.
25 de marzo de 2019. Oficina de Salvador Martí.
Los informes sobre el poema colocado en el poemario ganador del Premio Espronceda estaban sobre la mesa. Salvador Martí estaba realmente angustiado. Paseaba de un lado a otro como si algo estuviese a punto de pasar lo percibiese, pero no lo terminase de ver venir.
Ernesto e Irene entraron
Salvador Martí rápidamente preguntó- ¿Se puede hacer algo?
- No, no hay puertas a Suiza. No pertenece a España en ningún momento.
-¿Tenemos a alguien en esa época?- fue la siguiente pregunta.
- Si, hay un grupo de agentes vigilando discretamente la vida de Espronceda. Parece ser que en algún momento ciertos integrantes del régimen absolutista no estaban de acuerdo con sus andanzas como una suerte de espía de los liberales que querían derrocar el régimen de la época. Consiguieron enviar a través de una de las puertas a un asesino o a un equipo de asesinos.
- ¿Quién lo descubrió?
- Arturo, una de las ratas de biblioteca que trabaja en nuestro archivo. Había una nota de un agente del ministerio que vio al extraño grupo cruzar la puerta en 1815 y la hizo llegar de forma secreta.
- ¡Espronceda entonces no sería más que un niño! ¿Qué tendría entre 6 y 9 años?
- 7 años -contestó Amelia que terminaba de entrar.
- Entonces tenemos dos problemas: Espronceda y el dichoso poema del concurso. ¿No se puede convencer a ese tal Santiago Aguado de que no lo incluya?
- Es Santiago Aguaded y ya hubo quién se lo sugirió antes de presentar la obra al concurso y también después, pero nada. No hay manera, como todo artista es un cabezota.
- ¿Hay alguien que pueda compaginar Espronceda y el poema?
- Tal vez haya alguien, aunque deberíamos mantener el equipo ya enviado. Uno de los del archivo que hace algún tiempo, cuando lo del atentado cerca de Coruña nos aportó su colaboración personal, y ayudó mucho con sus conocimientos.
- ¿Creéis que no será un problema? Sabéis que estuvo muy cerca de terminar en Loarre...
- No será un problema - contestó Irene.- Y estuvo cerca de terminar en Loarre por salvar el tiempo, la historia y el ministerio.
Salvador Martí un poco más tranquilo se sentó en su escritorio. Pulsó el intercomunicador.
- Angustias, ¡haz llamar a Miguel, el de los Archivos!
- ¿De verás señor?
- Si, que venga inmediatamente.
- Como diga.
25 de marzo 1815. Madrid.
Un niño corría por una calle de la ciudad. Estaba huyendo de unos hombres que han intentado cogerlo, pero se había escaqueado metiéndose por un hueco junto al horno de una panadería. Ese niño es Espronceda.
Es su cumpleaños y el panadero que conoce a su familia se da un pan de leche.
- ¡Felicidades José Ignacio! Toma esto para ti de regalo, y dale mis saludos a tus padres.
- ¡Gracias señor Juan! Pero prefiero pagárselo -responde el infante Espronceda dandole al panadero justamente las monedas que valía el pan.
- Ten cuidado que como andes con mucho dinero por ahí te pueden asaltar - le aconsejo el buen hombre mientras guardaba el dinero. Sabía que era imposible convencer al niño de aceptar un regalo.
No muy lejos del sitio por donde Espronceda había huido una lucha tuvo lugar. Un hombre quedó herido y dos aparecerían muertos. Los dos muertos eran dos de los asesinos pero el herido, grave, era uno de los agentes del ministerio.
Con prontitud llevaron al herido a un pequeño cobertizo y le hicieron unas curas rápidas, sobre todo para evitar dejar rastros de sangre. Después se alejaron bajo las sombras de los edificios hasta llegar a su alojamiento desde donde cruzaron la puerta que llevaba al Ministerio de 2019. El resto del grupo permaneció vigilando a Espronceda.
25 de marzo 2019. Ministerio del Tiempo, Madrid.
Miguel estaba tarareando una melodía suavemente mientras revisaba algunos documentos del Ministerio relativos a juicios. Lo habían relegado al lugar más alejado del Archivo y de todo el Ministerio. Eso sí. Tenía una oficina para él solito. Allí había trasladado la puerta negra que antes había tenido en su despacho como jefe del archivo y alguna documentación, pero lo sucedido en 2015 con los ataques para destruir el Ministerio, las desapariciones de agentes, etcétera casi lo hacen terminar en Loarre y no quería que eso se repitiese.
Esta situación para él era un mal menor, un tropiezo temporal en su labor. Una labor que mantendría en secreto.
Terminaba de mover una caja de archivos cuando apareció el rostro de Angustias.
- ¡Miguel! Te ha hecho llamar el señor Subsecretario.
- ¿No se habrá pensado lo de enviarme a Loarre?
- No lo tientes, pero no. Es otra cosa. ¿Tu sabes idiomas?
- Si, sé idiomas. Menuda molestia ahora dejar el archivo ahora que estaba cómodo.
- ¡Tú sigue con esas cosas!- dijo Angustias por toda respuesta.
A los diez minutos...
(TO BE CONTINUED...)
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