Este relato, aunque contiene partes reales, hechos que han ocurrido en la realidad en la historia de nuestro mundo, en la historia de España y en la historia de esta esquina occidental que se encuentra al norte de la península y que llamamos Galicia, es ficción. Es una historia hecha con un entramado de algo que quizá ha sucedido, que podría haber sucedido o incluso podría suceder si alguien consigue en nuestro mundo real crear un aparato o un portal que permita viajar a través del tiempo. Es un relato que en un principio había escrito de otra forma pero que quizá queda mejor de esta.
Es un relato en el que es posible que algunos lectores se lleguen a sentir identificados, he intentado ser riguroso mediante la capacidad de refrescar recuerdos del pasado que yacen hay tras una puerta cerrada de mi mente. Sin embargo, los nombres de los personajes no son reales, no son nombres de personas que os vayáis a encontrar. Es posible que quizá alguna de las personas que sirve de base para el relato se reconozca en los personajes, pero ellos no son los personajes y algunas veces la realidad es más terrible y temible que lo que se pueda contar en un relato.
Por todo ello, tengo que pedir disculpas, por si algo si en la realidad no ocurrió tal y como lo cuento, si alguien se siente afectado, como responsable de este relato que ahora sigue vayan mis disculpas por todo aquello que he cambiado. Lo siento, algunas veces, la imaginación puede más que yo mismo que mis recuerdos y que cualquier dato que tenga ante mi.
Este es un relato que dedico a todos los amigos que tengo por esas tierras de Irixoa y Monfero, los que están allí y los que ya no están, a los que son, fueron y serán.
Madrid, año 2015. Ministerio del Tiempo.
En un asiento mirando unas hojas que tenía sobre su escritorio estaba Salvador. Su rostro de preocupación hubiese sorprendido a cualquiera que en ese momento hubiese entrado en el despacho.
- ¡Qué demonios!- dijo al ver uno de los informes que tenía ante él.
Tocó un botón junto a él en la mesa y levantó el auricular. Dudo antes de hablar.
- ¡Convoca a los agentes del Ministerio y manda aviso a los guardianes de las puertas en Galicia!
- ¿Qué sucede? -preguntó Angustias.
- Alguien quiere cambiar la historia de España tal y como la conocemos.
Pronto la voz de alarma cundió en el Ministerio. El primero en presentarse ante Salvador fue Ernesto, le siguieron Amelia, Irene y Alonso. Unos tres minutos después entraba Julian.
- ¿Alguno de vosotros sabe que grupos terroristas hay en España o ha habido, depende de como lo miremos?- preguntó Salvador Martí.
- Algo he leído en algunos informes. He visto cuatro o cinco nombres, los más recurrentes son ETA, GRAPO, y también aparece una reseña del GAL - respondió Ernesto.
- ¿Qué son grupos terroristas? -pregunto Alonso.
- Son grupos criminales que se dedican a matar diciendo que es luchando contra España y por motivos políticos -le contesto Julian.
- Eso es muy a grosso modo una respuesta correcta a esa pregunta. El problema es que no es tan simple la cuestión como explica Julian. Algunos son grupos criminales, mafiosos, otros nacieron legítimamente con la intención de que la situación que en un momento determinado había en España cambiase, algunos incluso nacieron para combatir al resto de grupos terroristas. El caso es que todos matan, y todos dejan víctimas tras de sí. Hoy en día sólo queda posiblemente operativa ETA, es cierto que tenemos el terrorismo islamista, pero ese está fuera del caso para lo que nos atañe.
- ¿Qué ha ocurrido?- preguntó Irene.
- Sé de buena tinta, pues me han llegado informes de que alguien quiere que la unión y colaboración entre ETA y uno de los grupos terroristas de este informe llegué a buen puerto. Se logré mediante una acción criminal. Parte de esa acción tiene que tener lugar, ha sucedido y no podemos evitarla. Más tenemos que hacer que las fuerzas de seguridad la Guardia Civil, la Policía, tengan datos suficientes para detener a los implicados en el ataque que si ocurrió.
- ¿Cuál es el problema?- preguntó Amelia.
- Alguien ha viajado al pasado para que no haya sólo un grupo si no dos grupos asaltantes. Si el asalto tiene lugar. Morirán hombres, mujeres y niños. No podrán dejar testigos de lo que van a hacer. Tenéis que impedir que ese segundo grupo actúe. Tenemos que mantener la historia intacta. Vuestra misión es detener a ese segundo grupo y capturar a quién haya viajado al pasado para alterar la historia.
Se acercó a ellos.
-Os dividiréis en dos grupos. Ernesto e Irene, tendréis que ir primero al Pais Vasco y después a Madrid donde esperaréis ordenes. Amelia, Alonso y Julian, vosotros iréis directamente a Galicia. Hay una puerta cerca de la localidad donde tendrá lugar el suceso. Está en Betanzos, el año 1989, llegaréis el 1 de febrero. Si hace falta volveréis a ir el día 2 y el 3 por las puertas correspondientes.
Irixoa, 1 de febrero de 1989.
En una ladera de un campo, junto a un castaño, había un niño. No un niño aburrido, ocioso, sin hacer nada. El niño estaba leyendo un libro, y eso significaba que estaba cómodo allí y que tenía una viva imaginación.
Frente a él tenía una visión de los prados cercanos y de algunas de las casas de el Pazo y de las que estaban próximas a la carretera de A Viña.
Este niño era como otros muchos niños de la localidad. Había crecido allí después de que fuese su familia a vivir a allí. Por alguna curiosa coincidencia, ese día cuando él más tranquilo estaba leyendo su libro, cuando parecía que nadie iba a aparecer por allí, vío algo. Tres personas pudo ver que subían por el camino que había a su derecha. Al otro lado del prado, por donde solían entrar las vacas. Él no lo sabía pero estaba viendo a Alonso, Amelia y Julian. Todo lo que vio fue a tres personas paseando. Personas como tantas otras que había visto pero que supo al momento que no eran de Irixoa.
- ¡Buenas tardes!- dijo el niño.- ¿Parecen perdidos?
- Si, quizá lo estemos un poco -contestó Amelia con una sonrisa.- ¿Dónde estamos?
- Estáis en el Ayuntamiento de Irixoa, y en la población de dicho nombre.
- ¿Qué lees? - le preguntó Amelia.
- ¡Oh! Estoy leyendo un libro de mi colección de La Maquina del Tiempo de TIMUN MAS.
- Son buenos libros -añadió Julian.
- ¿Desde dónde se podría ver bien toda la población para sacar unas fotos?
- Hay tres sitios que podrían ir bien. La Escuela del pueblo, y luego si suben a las colinas -constesto el niño mientras señalaba los tres lugares con el dedo.
Alonso se acercó al niño. Le entrego un papel, y le dijo en un tono más bajo pero audible para sus compañeros.
- En realidad queremos evitar que pase algo muy malo. Somos algo así como los personajes de tu libro.
- ¡Algo malo!.. Pero aquí lo más malo que puede suceder es que haya un incendio forestal. De hecho, ya hubo una vez en que la población estuvo sitiada por el fuego debido a tres incendios. Aquí la gente es sencilla, tranquila y no gusta de cosas desagradables.
- Si, tiene el aspecto de un sitio tranquilo para vivir. Un lugar maravilloso para que los niños sean felices. Gracias por la información. Es posible que nos veamos más adelante.
El niño vio como los tres extraños se alejaban camino arriba en dirección a la escuela mientras se sentaba otra vez a continuar con la lectura…
Más no llego a acomodarse. Pronto escucho a su madre llamar desde el balcón del Cuartel para que fuese a por la merienda. Así sin terminar de sentarse se levantó y fue corriendo a por la merienda olvidándose por completo de los tres extraños que había visto momentos antes.
…………………………………………………………………………………………………………
Madrid, 1 de febrero de 1989.
En un vehículo, dos agentes del CESID vigilaban a un hombre que mantenía contactos con De Juana Chaos. Era de madrugada. La calle estaba iluminada por un difuso resplandor entre azul y verde. La mirada de uno de ellos se detuvo en una motocicletas que había allí cerca aparcadas en la calle Cuchillos. Su compañero se fijo en el hombre al que seguían, se podía distinguir que llevaba un arma escondida preparada para usar en cualquier momento. Su compañero sacó la cámara de fotos, enfocó y sacó varias fotos. Vieron como el hombre al que seguían entraba en una cafetería como ocultándose y justo en el preciso momento en que un coche de la policía pasaba por allí.
Unos disparos sonaron en ese momento en el piso superior a la cafetería en la que el hombre al que seguían había entrado.
Manuel Gómez saltó del coche se acercó a una de las cabinas y llamó a la policia. El coche patrulla retornó uno de los agentes salió de él. Su rostro reflejaba tensión; podría haber tenido lugar un asesinato.
El hombre al que seguían los del CESID huyó rápidamente por una calle lateral. Le siguieron. Ahora llevaba consigo un cartera negra y plateada.
Arrancaron el coche iniciando una persecución pero sin llamar su atención. Se alejaban del lugar siguiéndole.
Entonces, de golpe, el hombre cayó a tierra como alcanzado por un rayo, en la cuneta. La cartera que llevaba salió disparada y cayó frente al coche de los agentes del CESID que frenaron en seco. Recogieron el maletín del suelo con sus armas reglamentarias en la mano.
Cuando se acercaron hasta el hombre vieron que estaba muerto. Recogieron la cartera y se la llevaron alejándose de allí.
Bilbao, 1 de febrero de 1989.
Ernesto e Irene estaban en uno de los pisos que el Ministerio del Tiempo tiene en la ciudad. Se repartieron los informes a leer. Ni siquiera sabían que debían encontrar en ellos que les ayudase en su misión, pero Ernesto sabía que esos documentos que les habían enviado desde 2015 estaban relacionados con esta.
- Mira - dijo Irene señalando un nombre: Alfonso Prada.
- Perfecto - contesto Ernesto-. Al menos es algo por donde empezar para localizar al grupo que enviarán de apoyo los terroristas.
- Lo mejor está en las imágenes - dijo Irene mostrándole la foto de Prada junto a una casa en el distrito de Uribarri, en el Barrio del Mirador.
- Vayamos hasta allí. Debemos tener cuidado.
Irene asintió. Sabía que Ernesto tenía razón.
Salieron de la habitación e iban a ir a la casa cuando le sonó el teléfono a Irene. Era Salvador. Tenían que volver a 2015.
…………………………………………………………………………………………………………..
Madrid, año 2015. Ministerio del Tiempo.
Salvador Martí se sentó en una de las mesas de la cafetería, allí donde casi nadie se solía sentar, el lugar marcado para él cuando necesitaba pensar unos instantes fuera de la oficina. Salvador había leído los nuevos informes y una sombra de temor salvaje e ira aleteaba como un espectro en su mirada. Respiró profundamente, suspiró con un movimiento pausado y estéticamente equilibrado y posó la taza sobre la mesa.
Escuchó un ruido. Alzó la mirada y vio entrar la adusta figura de Ernesto que se acercaba a su mesa. Varios agentes del ministerio miraron unos instantes en su dirección y después de un saludo siguieron su camino.
Ernesto inició un movimiento a modo de saludo.
- Salvador, a Irene le ha surgido un problema, íbamos a seguir una pista en Bilbao.
- Termino de encontrar en nuestros archivos del 1989 del CNI, el antiguo CESID, algo que os ayudará.
- ¿Qué ha encontrado?
- Venga conmigo a mi despacho…
Salvador lanzó un bufido mientras se levantaba. Caminaron por los pasillos y entraron en el despacho.
- Tengo aquí una cosa que consiguieron en 1989 dos agentes del CESID… Y ha sido toda una sorpresa ver su contenido.
Ernesto se acercó a la mesa y lo abrió.
- Vaya varios informes de seguimiento, y cuatro nombres- murmuró-. Así pues, estos son los nombres de los terroristas de ETA que apoyaran a los gallegos, ¿no?
- ¿Alguno te suena?- pregunto Salvador.
- Así es- dijo él-. A este rubio…
- Y, ¿puedes encontrarle?
- No. Pero si él está en el grupo que va a Galicia puedo neutralizarlo, para él hace mucho que yo estoy muerto. No saben lo que se les viene encima.
- Quiero que los cojáis vivos. Quiero encerrarlos en la celda más profunda y tirar la llave a lo más profundo del océano - fue la respuesta de Salvador.
…………………………………………………………………………………………………………...
Irixoa, 1 de febrero de 1989.
Alonso miraba los alrededores de la vieja escuela que se alzaba junto al bosque en una de las lomas de Irixoa. Se fijo en las ventanas de la parte de atrás junto a una de ellas había una escalera de madera.
- Por aquí suelen pasar normalmente niños. ¡Mirad las huellas!
Amelia miró la tierra junto al suelo. Era cierto.
- Sólo hay otras huellas. Botas grandes. Vigilaran desde aquí y cuando llegue el momento asaltaran el acuartelamiento desde la parte de atrás. Darán un rodeo, saldrían por esa ventana y luego irían por ahí - dijo Alonso-. Es lo que yo haría.
-Vamos a una cafetería a tomar algo, -dijo Julian.
Se alejaron de allí tranquilamente y fueron al bar que había en el cruce. La puerta estaba abierta en la cafetería frente a la gasolinera. Era un lugar ideal para observar si algún extraño a parte de ellos aparecía por allí, o lo hacía alguno de los sospechosos.
Al entrar pudo ver a un hombre sentado detrás del mostrador: el propietario. Estatura media, ni alto ni delgado, con pelo oscuro. En sus manos había un libro de Frederick Forsyth, levantó los ojos al verlos aparecer con cierta nota de fastidio. Sin sutilezas Julian pidió las consumiciones.
Mientras esperaban las bebidas, Julian observo a Amelia, que miraba por la ventana hacia el exterior, como si meditase sobre algo profundo o personal de ella.
- ¿Vamos a estar aquí todo el día? -preguntó Alonso.
- Buena pregunta -respondió Amelia-. ¿Se te ocurre algo Julian?
- Bueno, quizá algo de ayuda de alguien que conozca este lugar serviría de algo. Nos ayudaría a atajar lo que pueda suceder o lo que vaya a suceder.
- ¿ A qué te refieres?
- Me refiero al hecho de que realmente no sabemos mucho. Quizá alguien que hubiese vivido el suceso nos podría ayudar un poco.
- Creo que deberíamos consultar con el jefe. Volvamos.
………………………………………………………………………………………………………...
Arzúa, 24 de abril de 2015. Biblioteca Pública "Rosalia de Castro".
Cuando Miguel se quedó en la soledad del piso con sus apuntes, sus libros, sus escritos, algunos de sus amigos se asombraron de ver que pese a todo mantenía su humor y su forma de ver el mundo. Participaba siempre que podía en el club de lectura aunque en ciertos aspectos sentía que al menos en Arzúa el intento "también había salido rana".
Observación que duró poco tiempo en su mente pero que tan sólo entenderían los que lo conocían de cerca. De complexión fuerte, gafas, calvo y con un carácter apacible de forma habitual, parecía vivir en esos límites que a algunos recordarían a algunos antiguos sabios griegos o incluso artistas y escritores de otros tiempos. Era un ilustrado aunque por su habitual aspecto no lo pareciera. Había vivido mucho a lo largo de su vida.
Como cualquier otro día se encontraba con su ordenador en la biblioteca. En la mesa frente a la que él se encontraba había uno hombre de entre 40 y 50 años, delgado, de pelo ralo y rizado e incipiente barba, con aspecto de hacker y un ordenador como el suyo de Apple.
La impresora seguía sin funcionar y eso le desesperaba. Pero tenía un par de libros para documentarse para una nueva historia en la que trabajaba en sus ratos libres bajo un seudónimo.
El teléfono sonó. Era su padre que quería hablar con él. Se dijeron unas palabras. Después, lentamente, Miguel recogió las cosas de la mesa en la que estaba sentado y salió por la puerta que daba a la escalera. Hoy no bajaría por el ascensor.
Fue al supermercado a comprar el pan y algo de comida. Después volvió a casa y llamó a sus padres. La conversación fue corta. Le dijeron que ya le llamarían más tarde.
Sentía cierta seguridad mientras estaba en casa. Seguridad y un ambiente hogareño. Sentado con calma en su estudio con el sonido de fondo de la televisión seguía su trabajo y estudio.
Madrid, año 2015. Ministerio del Tiempo.
Salvador miraba hacia el claustro y el pozo a través de la ventana. Su silla, permanecía vacía como las otras. Entre los papeles que había encontrado en el maletín recuperado por los agentes del CESID había una foto y toda la información relacionada con ella la retiró del maletín y la había guardado a buen recaudo en el único lugar donde sabía que los enemigos de España y los del Ministerio no podrían llegar.
Angustias llamó a la puerta, la mueca de su rostro por una vez parecía recordar el de la sacerdotisa de un templo antiguo.
- ¡Sí! ¿Qué sucede?
- Amelia y compañía están de vuelta.
- Sí, deja que pasen.
Cuando se giro y miro sus rostros vio sus semblantes rígidos y preocupados. Los ojos de Alonso estaban con una mirada ausente. Se veía que pensaban en algo. Julian consultó su reloj mientras tomaba asiento. Toda muestra de impaciencia estaba fuera de lugar, pero le gustaría retirarse e ir a visitar una vez más a la mujer que amaba. Por su parte, Amelia se esforzaba por permanecer inmune a la agitación que iban a plantear su palabras.
- Adelante, señorita Folch. Estoy deseando saber que me tienen que decir en medio de la misión,
- No creo que le guste lo que le voy a pedir.
- Eso dependerá de que pueda ser peligrosa o arriesgada.
- Gracias. Sencillamente… - se calló un segundo antes de continuar- Necesitamos de la ayuda de alguien que conozca que ha sucedido allí y que además conozca el lugar.
- ¿Qué dice? Oh, no. Claro que no. Eso no deben hacerlo si hacemos que alguien que haya estado allí nos ayude podría estar tentado a cambiar la historia. No tenemos derecho ha hacerlo. En todo caso, agradezco que no hagan nada de eso sin consultarme.
- Gracias, señor -dijo Alonso-. Sólo una pregunta.
- ¿Cuál?
- Mi planteamiento es el siguiente. No podría o se podría conseguir la colaboración que pide Amelia sin que esa persona supiese lo que sucede realmente.
- Interesante planteamiento. ¿Cómo sugeriría hacerlo?
- De forma que ni siquiera nosotros lo sepamos. Se le tendría que hacer llegar una forma de contactar con nosotros para darnos esa ayuda. Un número de teléfono, por ejemplo, un correo electrónico o a través de un perfil de Facebook o Twitter.
- ¿Qué son Facebook y Twitter?- preguntó Alonos extrañado.
- Son una forma de comunicación y de crear redes de contactos y amigos.
- Así es.
- Adelante, entonces. No usen un número de teléfono pero si pueden usar un perfil de red social. Siempre que esa persona no viaje al pasado a intentar cambiar las cosas -dijo Salvador.
Madrid, 2015. Piso donde vive Alonso.
Aunque habían pensado en volver inmediatamente a 1989 fueron al piso de Alonso para pensar un plan, Amelia se sentó en el sofá casi sin pensarlo acudió a su mente algo inverosímil que su yo futuro le pidiese ayuda a alguien, cortó esa linea de pensamiento y se quedó un par de minutos callada, sentada en silencio.
Empezaban a ponerse nerviosos, pero después de unos minutos Alonso habló, volviendo a hacer que todos tomasen contacto con la realidad.
- ¿Qué os parece contactar con esa persona que nos ayude mediante teatro? -dijo Alonso.
- Hoy en día se llevan más las series de televisión -añadió Julián.
- ¿En qué piensas?- fue lo que dijo Amelia.
- Pensaba en el niño que vimos allí en aquel campo. Seguro que sabe cosas y conoce el lugar. Podríamos contactar con él y…- comenzó a decir Alonso.
- Recuerda que no lo podemos hacer de una forma directa- añadió Julian.
- Pero a través de una serie de televisión… Él estaba leyendo un libro de viajes en el tiempo y si esos gustos permanecen, podríamos usarlo en nuestro favor para contactar -repuso Amelia- y creo que sé como hacerlo.
Echaron una mirada al reloj y se pusieron de pie. Tenían poco tiempo para avanzar en su plan y para ello debían de ir al pasado al año 2003. Habían elegido contactar con alguno de los productores de la serie de televisión "Los Serrano".
…………………………………………………………………………………………………………...
Madrid, 2015. Pasillos del Ministerio del Tiempo.
Julian, Amelia y Alonso caminan por un pasillo lleno de puertas.
- Obviamente, si contactamos con él productor en este año no nos servirá de nada -dijo Amelia.
- ¿Qué propones?- fue la pregunta que surgió de los labios de Alonso.
- No está claro por donde estamos. Vamos a viajar a la época en la que se puede inducir a crear una serie que nos convenga a nosotros. Eso sí. No podremos decirle nada al jefe o la liaríamos parda. Después solo crear un perfil en la red para contactar con nuestro amigo y ya está.
- Lo ves. Muy fácil. ¿Cómo se llamaba ese niño?
- Tranquilo, lo sabremos cuando volvamos a Irixoa. Sólo tendremos que preguntarle.
Se acercan a una puerta. Miran el número van al Madrid de 2003, al 19 de abril.
Bilbao, 1989. Casa de Uribarri, en el Barrio del Mirador.
Durante varias horas Irene recorrió las calles hasta que de golpe se encontró frente a la parroquia de El Salvador. Mientras vigilaba la casa se había fijado en una chica joven de unos 20 años que parecía vivir allí. Había decidido adelantar trabajo de algún modo y ¿por qué no poner unos micrófonos en la casa y saber lo que se cocía allí?
Mientras caminaba por los alrededores observo como la joven entraba en la iglesia. Irene entró detrás. No era muy de iglesias pero recordó esos romances de iglesia de la literatura clásica de los que tanto hablaba Ernesto. Se sentó tras ella en uno de los bancos y esperó. En un momento determinado sus miradas se cruzaron e Irene uso su magnetismo natural para influir en ella para que se le acercase al salir. No fue muy difícil. Diez minutos después las dos iban en dirección a la casa, Irene le había dicho que tenía su coche cerca de Hirialde.
Minutos después las dos estaban dentro de la casa. Sentadas en la cocina. La joven se llamaba Susana.
- Luego te acompaño hasta el coche- dijo Susana.
- No tienes de que preocuparte -respondio Irene-. El coche es de un amigo, mejor que lo recoja él. Sabe que lo dejé allí y que me gusta pasear hasta tarde.
- Eres valiente. En los tiempos que corren es arriesgado pasear sola en la oscuridad de la noche. Hay muchos criminales.
- Son peores los que se ocultan a plena vista que los que están en la oscuridad de las calles. Lo sé muy bien. Tienes una casa bonita.
- Es de mi hermano. Aquí vivimos los dos. Me dice que pronto levantarán varios edificios y que ha acordado venderla a cambio de un bajo para poner un negocio y dos pisos para que estemos independientes uno del otro.
- Lo entiendo. Ni tu puedes venir con chicos ni él con chicas.
- Más podría decirse que es al revés. Él siempre viene con amigos y yo siempre tengo a alguna amiga o conocida por aquí.
- ¿De verdad?- pregunto Irene mientras le plantaba un beso en los labios.
Usó ese truco para despistarla mientras ponía un micrófono bajo la mesa en una de las esquinas. Esperaba tal vez un rechazo, ya alguna vez más le sucedió antes. Esta vez no fue así.
Instantes después ya le joven le había enseñado el resto de habitaciones, y entre beso y caricia, Irene colocó los micros en la sala de estar, La Oficina y en la mesita de la entrada junto al teléfono.
.............................................................................................................................................................
(CONTINUARA...)