lunes, 18 de marzo de 2013

Una Envidia ardiente de Calor.

John Michaels sentía celos de todos ellos, de todos aquellos que lograban publicar lo que escribían aunque lo que publicaban fuese malísimo.  Su madre era alemana y su padre era canadiense pero ambos lo dejaron al cuidado de su viejo tío y lo olvidaron. 

Los celos lo corroían fue detenido en varias ocasiones por destrucción de libros en bibliotecas. 

Desde los quince años llevaba enviando escritos a editoriales, participando en concursos, dándose a conocer en la media que le era posible como escritor desde la pobreza en la que vivía. Nunca le hicieron el menor caso, y eso corroía su alma como un terrible fuego. Entonces llegó Internet, en esta red de redes se percibía un nuevo potencial de oportunidades. Volvió a intentarlo a través de un blog de cuentos misteriosos. Su estilo comenzó a llamar la atención de autores en Estados Unidos. Su blog se hizo muy popular, pero ninguna editorial se puso en contacto con él para publicar las novelas que tenía escritas y las que tenía en su mente.

Consiguió viajar a Estados Unidos. Se asentó en las cercanías de Los Ángeles. Allí trató de vivir escribiendo guiones para Hollywood, consiguió vender algunos y un guionista lo contrato como negro, pero seguía sin ver su nombre, ni en los créditos de las películas o series de televisión ni tampoco en estanterías de librerías y bibliotecas.

Entonces, comenzó a escribir una nueva novela, "Asesino de Escritores". En ella un escritor al que nadie le publicaba sus obras comenzaba a asesinar a escritores de misterio haciendo que sus cuerpos apareciesen como las víctimas de sus últimas novelas. 

Consiguió permiso para documentarse con el cuerpo de homicidios de Los Ángeles en casos de asesinato similares a los de las novelas de algunos escritores escogidos al azar. Durante tres semanas estudio profundamente esos casos. En esas mismas fechas, tres escritores aparecieron muertos en Miami, sus cuerpos aparecieron como las víctimas principales de sus últimas novelas. Steven Heshlay, Idan García, y Mary Ann Dawson fueron las primeras víctimas del "Asesino de Escritores". La policía no sospecho de John Michaels  porque en teoría había estado con ellos. Lo que no sabían era que había estudiado semanas antes las vidas de esos autores, y en tres viajes relámpago de cuatro horas bajo una falsa identidad cometió los crímenes.

Las editoriales tenían el borrador previo de la novela de John Michaels y vieron el paralelismo entre los casos sucedidos en Miami y lo escrito en la novela. El FBI fue informado de ello. 

Durante meses investigaron los crímenes de Miami. Entonces surgieron otros tres casos en la punta opuesta de Estados Unidos.

A John Michaels le corroía la envidia al ver como la editorial seguía dando largas a su novela mientras que publicaban las de otros. El FBI lo interrogó pero no pudo sacarle nada. Lo intentaron incluso con el polígrafo. Nada.

No había pruebas físicas, ni ADN. No tenían nada salvo la narración de la novela de John. Sin embargo, el no había viajado a ninguno de los sitios dónde se habían cometido los crímenes.

De golpe, John Michaels desapareció tras escribir los últimos capítulos de su novela. En ella contaba como el FBI perseguía al asesino en serie tras los últimos tres asesinatos al conseguir establecer un vínculo. 

EL agente Richard Rodgers leyó el libro completo y tras ello descubrió que si Michaels era el "Asesino de Escritores" pronto cometería los últimos asesinatos. Siguiendo la descripción de las víctimas en la novela hicieron un perfil de los escritores que podrían ser los blancos de sus ataques homicidas. De las tres últimas víctimas dos murieron y la tercera, malherida se salvo gracias al propio agente Rodgers.

Se inició la persecución de John Michaels por todo Estados Unidos, su rostro estaba en estaciones y aeropuertos de todo el país. Parecía haberse esfumado. El FBI instó a la editorial a publicar su novela  con el fin de hacerlo salir de su escondite.

El día en que la novela suya apareció en las librerías a la venta apareció un cuerpo en una callejuela de New York, en su novela John Michaels, escribía que el último crimen del asesino sería colgando al mayor de sus enemigos en una oscura callejuela de una ciudad de Estados Unidos. Aparecería colgado estrangulado por los cordones de sus zapatos y su cinturón...

Cuando los agentes de Homicidios de New York comprobaron las huellas vieron que eran las de John Michaels. Él también se había convertido en víctima del asesino. En el cinto aparecieron tres juegos de huellas distintas, el primer juego del propio Michaels; el segundo juego, del dueño de una tienda de Bronx; el tercer juego, era un juego de huellas que no aparecía en los archivos básicos. Más cuando Richard Rodgers comprobó las huellas en la base de datos del FBI descubrió que pertenecían a Charles Salés, un peligroso criminal desaparecido hacía 21 años en Texas. 

Volvieron a repartir su foto, actualizada con un programa informático que hizo avanzar la imagen hasta el aspecto que supuestamente tendría actualmente.

Seís meses después Charles Salés era detenido en Compton, California. Durante todos esos años había permanecido allí oculto trabajando como electricista. 

Más el misterio permaneció, pues apesar de las pruebas dactilares, testigos aseguraron que Charles Salés a quién ellos conocían como Adam López estaba en Long Beach cuando se cometió el asesinato de John Michaels.

Lo que sí es cierto es que Michaels por envidia asesino escritores en su novela, y escritores murieron en el mundo real como él escribió en su novela... 

Incluido él mismo... Se podría decir que: La Envidia lo mató.

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