"El hombre se movía silenciosamente caminando en los espacios entre las toallas que había en torno a la piscina, moviendo sus pies con lentos movimientos vigilando donde ponía cada uno de ellos cada vez que daba un paso. Los ojos los tenía cubiertos con unas gafas de sol que le permitían ver a la gente sin que esta pudiese ver hacia donde se dirigía sus mirada. Observaba todo con atención. Apenas observaba algún movimiento o conversación atípica entre sus vecinos de las toallas próximas.
Extendió su toalla, se quitó la camiseta y las gafas de sol. Después corrió hacía el agua donde se zambullo bajo el ardiente calor de sol del verano.
Sus ojos no veían gran cosa en el exterior del agua, pero dentro veía con claridad, sentía todo lo que le rodeaba como si un aprendizaje ancestral rebrotase en su mente. Se movió con suaves movimientos bajo las aguas.
Entoncés los notó. sintió un cambio en las vibraciones del agua. Giró su cabeza hacia la derecha, una chica joven… Nadando...
Él reconoció en ella una presa.
Se sumergió bajo el agua con suaves movimientos se acercó a ella y la rebasó, a unos dos metros hacia un lado, y a un metro de profundidad. La joven sólo sintió como un movimiento en el agua que la había rozado. Se detuvo. No sintió nada y siguió nadando lentamente.
Él buceo y esperó a dos metros de distancia de ella. No se movió. Finalmente cuando ella llegó a su altura la agarró y la sumergió bajo el agua de un violento tirón. Ella no podía respirar bajo el agua. El miedo a la muerte y el pánica la asaltaron como ladrones.
El hombre la sujetó con una llave impidiendo que se pudiese mover e incluso impulsar para sacar la cabeza y coger aire. Treinta segundos después la mujer, la joven, dejó de intentar moverse. El hombre la soltó entonces y se alejó buceando hasta la parte más alejada de la piscina. Salió del agua por las escaleras del lateral y esquivando al resto de personas se alejó como una serpiente hasta la toalla donde se acostó y cerró los ojos.
Los minutos pasaron. El hombre abrió los ojos, gritos se escuchaban de terror y pánico entre los bañistas. El hombre se sentó en la toalla y puso una camiseta verde sobre su bañador. colocó en sus ojos las gafas de sol y pudo ver entonces como las dos chicas que estaban vigilando la piscina atendiendo una en el tenderillo a los bañistas y la que actuaba a modo de socorriste corrían hacia el agua. Una de ellas se lanzó de cabeza al agua sin pensarlo, un instante después salió con el cuerpo de la joven del fondo de la piscina.
-¡Un médico! ¡Una ambulancia! -se oyó gritar.
Nada fue posible hacer."