jueves, 27 de enero de 2011

"LA VISION"

No soy muy dado a creer en sueños o visiones de ninguna clase, nada puede sorprenderme de lo que aparece ante mis ojos. Sin embargo, algo sucedió que me hace dudar y no puedo borrar de mi mente.

Como todas las noches me acosté en la clama silenciaos de mi habitación. Pasadas un par de horas, cuando ya el sueño me vencía, la vía aparecer en mis sueños. Una joven viajera a la que podía ver en un lugar muy alejado de mi, pero a la vez asomborsamente cerca. Me concentré en el paisaje a su alrededor, tenía a su alrededor una tierra trópical, o al menos eso me pareció. Cerca de ella veía sombras acechantes, unas parecían seguirla de su pasado, otras nacían de sus miedos actuales. Ví los restos de una antigua ciudad en una montaña. Pero después la imagen desapareció de mi vista.

Pasado un tiempo de oscuridad, la visión me llevo a una ciudad junto al mar. Por un lado podía ver la ciudad entera; por el otro lado, veía el mar, un mar encrespado y furioso, sobre él unas escaleras de mármol, como si fuesen de un alto templo, subían hacia el cielo. Una voz se oyó a través del mar que decía: "Mira la ciudad de Abbulé. Verás su destino." Mi mirada se dirigió a la ciudad.

Al prinicpio la ciudad me dió una sensación de eterna antigüedad, como si, en un momento hasta la construcción más moderna se hundise y en su lugar se alzase, de entre toda esa destrucción, una ciudad muy antigua y parecida a las griegas o, mejor aún, a las minoicas. Era imposible darle una edad o datarla a pesar de mis conocimientos de Historia de la Civilizaciones. Su belleza estaba ensombrecida por un resplandor enfermizo. todo tenía ese resplandor: edicifios, estatuas, puentes...

Era una ciudad fantasma no había vida, ni esqueletos que mostrasen que alguién vivió allí. Parecía salida de un abismo tenebroso, y por primera vez experimente el miedo. Era un terror que crecía a cada momento. Deseaba huir, despertar, pero no podía apartar la mirada. Entonces volví a ver a la jóven, junto a ella un ser de oscuridad impenetrable la guiaba. La dirigía a un templo por cuyas escaleras corrían regueros de sangre. La subió por unas escalinatas y la sentó en un trono desde el que todo se veía. El ser la obligaba a mirar al mar. Un mar que también se había vuelto rojo como la sangre y en el que miles de hombres, mujeres y niños flotaban pidiendo una ayuda que no llegaba.

Una barca fue bajada por las escaleras celectiales, si se pueden llamar así, y le fue enviada a la jóven.

A la par un ser alado como un hombre descendió desde los cielos y atacó a la sombra que aprisionaba a la jóven. Ella corrió a la playa y subió a la barca que se convirtió en un gran barco al deseo de ella de salvar a los que se ahogaban. Cuando llegó a los pies de la escalera después de dejar subri a los rescatados miró hacia tierra. REsonaba como un trueno. Los edificios se hundieron otra vez mientras los dos rivales luchaban. Los ojos de la joven se posaron en los míos mientras todo volvía a la normalidad.

La ciudad volvía a ser una ciudd normal.

De los contendientes sólo quedaban dos estrellas enfrentadas en el cielo.

Yo volví a mí. Me desperté en mi cama. Había dormido toda la noche. En mi escritorio había un folio. En el folio dibujados, estaban los ojos de una joven. Los ojos de la joven de mi visión. Ella existía. Estabamos unidos y tenía que buscarla...

1 comentario:

  1. Bueno, inquietante, casi profético. Creo que es un gran relato disgno de ser publicado en una recopilación seria de este género. Además el final resulta misterioso, pues es como decir que esos ojos dibujados fueron los causantes de toda la visión.

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